—Violet. —el nombre salió de sus labios como un susurro.
—Milord. —ella intentó hacer una reverencia, sin embargo Ethan la tomó por el brazo enojado por esa actitud tan denigrante para cualquier persona y mucho más para su futura esposa.
—No tienes que hacer eso. —le expresó molesto. —Y tampoco debes llamarme milord. Mañana seremos marido y mujer.
Violet tragó en seco.
La solo mención de que se casaría con él, todos los vellos de la nuca se erizaban.
—Pero…—hablaba nerviosa. —pero eso no será hasta mañana.
—Debes acostumbrarte. O a lo mejor prefieres que piensen que nos odiamos. —le dijo como argumento. —Vamos a hablar a otro sitio. —la tomó de la mano y que aunque él no se lo notaba ningún cambio en su actitud, por dentro estaba ardiendo de deseo por ella.
Llegaron al salón de té y pasaron. Él le hizo que se sentara en un sofá y él procedió a acomodarse en una butaca al frente de ella. Como si quisiera mantener las distancias.
Ethan carraspeó y comenzó de nuevo a hablar. —Tenemos que hablar, seriamente.
“Tenemos que hablar”
Las tres palabras que podían asustar a cualquiera.
—Por…por supuesto. —concedió muy nerviosa.
Ethan tomó aire, no sabía cómo iniciar la conversación. —Sé que no te imaginabas que te casarías de esta forma. —le expresó, no obstante Violet en su mente pensaba que jamás se iba a casar. —Y que no debí actuar de esa forma la otra noche. —Violet intentó hablar pero la detuvo. —Y no es tu culpa. Fue mi deseo por ti. Que me hace cometer cosas que no tenía planificado. Que me hace dejarme llevarme por mis instintos.
“Fue mi deseo por ti”
Esa oración a Violet le dio esperanza.
—Lo que ocurrió anoche, no solo fue tu culpa. También mía. —susurró con la cara sonrojada.
Ethan le sonrió. —No es necesario que te eches culpa. Lo mejor será que olvidemos ese detalle. —Ella solo asintió. —También quiero hablar contigo de otras cosas relacionadas a nuestra futura unión. —a Violet le volvieron los nervios. —Hay cosas de las que quiero informarte antes de todo.
—Puede decirme lo que sea, yo entenderé.
—Primero, quiero que sepas que te seré fiel. Siempre y cuando no se me niegue un espacio en tu lecho. —Violet palideció ante ese hecho. —No te inquietes, es solo que debo resguardar la línea sucesoria y necesito un heredero.
Violet inhaló y exhaló, entendía todo eso. —Comprendo lo que me quieres decir.
—Segundo, tendrás todo lo que necesites incluyendo una comisión mensual. Para que puedas pagar tus gastos. —Violet solo asentía. —Y tercero, y quiero recalcar, que la más importante. Esto no es un matrimonio por amor.
Toda esperanza que se había generado hacía un rato murió aplastada por esas palabras.
—Yo no te amo. —continuó Ethan. Esa oración le estaba rompiendo el corazón de a trocitos pequeñitos. Ella lo amaba con cada latir de su alma. —Te respeto y te prometo ser fiel y tendrás mi amistad. Pero yo no creo en el amor. Yo no estoy hecho para amar.
A Violet se le terminó de romper el corazón. Por ella y por él. Ethan tenía un daño en su corazón. No sabía que le había causado eso. Pero ella lo descubriría. Sabía que él podía amar.
Tomó aire y se aguantó las lágrimas. —Yo entiendo, Ethan.