Aprendiendo a Aceptar

Capítulo XXV

Violet despertó en su nuevo hogar. Se encontraba en Sussex lejos de Londres. Vivía en una Casita que logró alquilar con el dinero que le había dado Ethan como asignación mensual mientras estuvieron casados.

 

También se había cambiado el apellido. No era ni Blackwell, ni Hayes.

 

Se bañó, vistió y luego se peinó su cabello corto hasta la mandíbula. Pues lo había vendido para tener más dinero. Ahora lo necesitaba todo el capital que pudiera tener.

 

Salió de la casa caminando y llegó a su nuevo empleo que no era muy lejos. Está era una casa de modas donde ella utilizaba sus buenas manos para la costura.

 

En ese instante llegó una mujer y su jefa Madame Gillie le pidió que la atendiera. Esta era una condesa y merecía un trato con elegancia, y como ella era la mejor hablada de todas las dependientas y con buenos modales. Siempre le tocaban este tipo de clientas.

 

  1. una muchacha muy bonita no muy mayor, a lo sumo tenía a misma edad. —Vine para que me tomaran una medidas para unos nuevos vestidos. —Violet asintió y procedió a sacar el metro.

 

Tomó las medidas de altura pero cuando llegó a la parte abdominal, la mujer se tensó. —Lo siento es que aún no me acostumbro con lo del embarazo. Es raro que una nueva vida este creciendo dentro de ti. —le dijo a modo de conversación sin ninguna petulancia.

 

Violet sintió una punzada en su pecho. Acarició su vientre redondeado y casi lloró.

 

—Tranquila entiendo, lo pensaba al principio, luego una se acostumbra. — fue lo que contestó Violet.

 

—Gracias. Aun no me adapto a la idea. ¿Cómo lo llevas? —preguntó la mujer viendo el vientre de Violet.

 

—Es maravilloso. Lo mejor que me ha pasado en la vida, desde que supe de su existencia, lo amé. —le contestó sonriendo.

 

Tenía cuatro, casi cinco meses de embarazo y ese era el mismo tiempo que tenía en Sussex. Por lo que concluyó, que su hijo, era producto de ese horrible día en donde Ethan se enteró de todo.

 

Al principio no había sospechado nada de su embarazo, ella estaba normal cuando llegó al pueblo. Pero días después, le daban asco todas las comidas y vomitaba todo el tiempo. Lo atribuyó a su tristeza, pero cuando notó la ausencia de su tan regular periodo, supo que su vientre había germinado.

 

Pasó todo el día cosiendo y salió la tienda, de nuevo a la soledad de su vida. Era un retiro monótono y sin nada interesante. Nadie la conocía, nadie sabía de su pasado y lo mejor es que nadie preguntaba.

 

Su vida transcurría en un automatismo. Llegaba todas las tardes comía la cena y tejía algo para su bebé. Luego dormía un poco. Esa era su rutina diaria. Todos los días hacia lo mismo. No había más nada que hacer. Solo pensar y añorar la llegada de su bebé al mundo.

 

Se acarició su vientre. Era lo único que le había quedado de su breve matrimonio. Aunque era lo mejor. Porque esa pequeña personita que se formaba dentro de su ser. Era lo más importante en su vida. No necesitaba a nadie más.

 

Aunque por dentro seguía amando a Ethan como la hacía desde hace mucho tiempo. Porque por más que intentara olvidarlo. Él estaba grabado en ella.

 

***

 

Ethan se pasaba la mano por el cabello estresado. No sabía que era dormir bien desde que Violet desapareció. Odiaba todo lo que se había convertido su vida.

 

Cada noche antes de "dormir" pensaba en que era lo que podría estar haciendo o si comía o si tenía un techo donde pasar la noche. Había desaparecido sin dejar ningún rastro.

 

Trató de averiguar con su hermana si ella había vuelto a Folkestone o si estaba en Bath pero en ambas, las respuestas fueron negativas.

 

Se autocastigaba pues sabía que era su culpa que ella se fuera. No merecía perdón. Era un desgraciado. Había lastimado a su hermosa flor.



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En el texto hay: perdon, amor, aceptacion

Editado: 24.05.2018

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