Aprendiendo a amar

Capítulo 1: Rompiendo los reglas

Lucia
Me aseguro de entregar los documentos en orden sobre su escritorio. Su atención se encuentra en la conversación que mantiene con el otro hombre de traje que no se deja intimidar por su semblante. Nuestra relación en el trabajo es bastante formal, sin embargo, todavía siento cosquillas cada vez que inhalo el aroma de su masculino perfume.

—Maravilloso trabajo Lucia —me halaga Hugo complacido con el informe que me tomo una semana redactar —. Desearía encontrar una secretaria eficiente como tú. Si mi primo te descuida, te robo —me guiña un ojo.

Aquel comentario era una broma y debo admitir que es agradable un poco de reconocimiento.

—Si me deja salir más temprano puede que lo considere —. Las palabras en mi cabeza cruzan la barrera y son expulsadas por mi boca lo cual es un grave error que se evidencia en el molesto gruñido de Cris.

—Enfócate en los números Hugo —asevera. El mencionado bufa, ya que está acostumbrado a la personalidad de su primo. Una pequeña parte de mi comete la imprudencia de pensar que posiblemente son celos. Él siempre ha sido bastante posesivo, con todo —. Lucía retírate, te llamaré si necesito algo.

Asiento consciente de las consecuencias de mi respuesta a la jocosa sugerencia de Hugo y estas se manifiestan unos minutos después cuando recibo un mensaje en mi teléfono.

C: Te veo esta noche en el apartamento.

Aprieto el aparato en mis manos y mi corazón se acelera al pensar en las posibilidades de esa noche. Era la segunda vez esa semana y un día fuera de lo establecido. Su exigencia me hacía sentir deseada en todos los sentidos.

C: Marc estará abajo. Ni se te ocurra irte por tu cuenta como la última vez.

Había pasado tanto tiempo de eso y siempre lo resaltaba. Una corriente recorre mi cuerpo al recordar lo que sucedió por haber ignorado sus órdenes. En mi defensa Marc, su chofer, no estaba por ningún lado y jamás supuse que tomar un taxi supondría un problema.

Mi estúpido corazón se acelera cuando recreo imágenes en mi cabeza de esa noche, sus expresiones la fuerza y el tortuoso, pero maravilloso castigo que me impuso.

Guardo mi teléfono cuando veo a Hugo pasar y este me dedica una amable sonrisa a la que respondo. Es un importante activo en la empresa, sin embargo, esto jamás ha hecho que se le suban los humos a la cabeza. De reojo reviso las puertas de madera oscura cerradas.

Ya tendremos tiempo después. Pongo orden en ni cabeza y decido enfocarme en mi computador, empezando por gestionar su agenda e intento avanzar en el informe para la siguiente semana.

La hora de salida llega y todavía no abandona la oficina, recojo mis pertenencias y descarto la idea de irnos juntos. Cuando llego al estacionamiento Marc está junto a la lujosa camioneta de su jefe.

Lo saludo y sin mencionar palabra alguna inicia el viaje en dirección al apartamento que Cris asegura es tanto mío como de él, por lo menos hasta que el contrato termine. Nos adentramos en el estacionamiento privado, al principio sentía vergüenza de lo que Marc pensara de mi, sin embargo, al final del día solo trabajamos para Cris Arslan.

Agradezco no encontrarme vecinos merodeando. Suspiro al inhalar el característico olor del apartamento y dejo mis cosas en la entrada. Reviso mi reloj y apresuro mi camino al baño para tomar una ducha antes de que llegue.

Al terminar utilizo únicamente una de las batas de seda y lo espero así. Por algún motivo me detengo frente a mi reflejo en el espejo y busco algo de la Lucía que llego a asustada a ese apartamento hace un año.

Llevaba unos meses trabajando en la empresa, me esforzaba por destacar y demostrar mis capacidades, no podía arriesgarme a perder el trabajo, no con nuestra situación. Cris me recibió de la misma forma que recibe a los nuevos intrusos en su vida, con monosílabos y actitud cortante. Pensé que valía más un jefe gruñón y silencioso, que un bullicioso y explotador. Las semanas pasaron y procuraba no quedarme sola con él en su oficina o cualquier otro espacio. Pensé que esa tensión que nos envolvía era únicamente producto de mi imaginación, hasta que una noche en la oficina me robo mi primer beso.

Luego llego la propuesta, las reglas y una salvación a mis problemas. La parte más difícil no es compartir la oficina y actuar como desconocidos, mi mayor reto es ignorar las mariposas y el palpitar de mi corazón cuando sus manos me abrazan y su boca reclama la mía.

Tienes prohibido enamorarte de mi. Una vez eso pase, nuestro acuerdo termina.》

Perdida en mis pensamientos ignoro el sonido de la puerta principal y salgo de mi estupor cuando percibo una sombra acercándose a mi por detrás. La imagen de los dos juntos frente al espejo es hermosa, pero también una tortura.

La burbuja se rompe cuando me voltea bruscamente y me obliga a verlo a los ojos.

—¿Se te ha olvidado a quien le perteneces? —gruñe pasando sus labios por mi cuello y sujetándome con fuerza de la cintura —. ¿Debo recordarte las reglas Lucía?

—Es tu primo Cris —intento excusarme y no sucumbir a lo que me provoca—. Conoces a Hugo, le gusta bromear.

—Me da igual si es mi primo, mi abuela o la reina —añade furioso desasiéndose de las capas que empiezan a molestar —. Sabes que esto es exclusivo, es la última vez que coqueteas con alguien frente a mi.




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