Aprendiendo a amar

Capítulo 9: Rechazo y Curiosidad

Lucia

Cada paso que daba de camino a la oficina era una tortura, para los demás transeúntes era un estúpido enunciado sobre la vida de otro hombre rico en la ciudad, alguien ajeno a sus rutinas, pero para aquellos artículos representaban un evidente final.

A excepciones de reuniones de trabajo, nunca se mostró conmigo en público, ni pensar que me dejaría tomar su brazo o sonreírme. El simple hecho de haber compartido una emoción genuina con alguien mas despertaron en mi esa amarga sensación de celos y dolor.

Busco explicaciones y lo justifico de mil formas en mi cabeza, esta es la única forma en la cual puedo llegar a las puertas de la empresa sin haber derramado una sola lágrima. Entro a las instalaciones disimulando y me esfuerzo por ignorar las demás conversaciones, principalmente aquellas que discuten si su jefe finalmente encontró a la mujer indicada.

Encuentro refugio en mi oficina y mil sensaciones convergen en mi interior. Arrojo mi bolso sobre la mesa decepcionada causando un estruendo.

—¿Qué fue ese ruido? —. Reconozco su voz de inmediato seguido del sonido del vidrio impactando contra el suelo —¡Maldición!

Mis piernas se mueven por instinto y entro en la oficina encontrando un desastre en el suelo y a un Cris bastante estresado.

—¿Qué ha sucedido?

—Lo evidente, se rompió el vaso —señala el objeto en el suelo. Me agacho para recoger los pedazos, sin embargo, este me detiene, nuestros ojos finalmente se encuentran después de un largo tiempo y por mas enfadada que me encuentre la añoranza me supera —. Déjalo, llamaré a alguien de limpieza que lo recoja.

Mi atención se desvía a su agarre e inmediatamente retira la mano. Cris regresa a su sitio detrás de su escritorio y por su aspecto supongo que esta en la fase mas importante del proyecto. Lo he visto de tantas formas, en diferentes situaciones, incluso en las que nos vuelven un solo, y aun así no pude conseguir una sonrisa.

—¿Necesita que lo asista en algo? —pregunto fingiendo enfocarme en mi trabajo.

—Debo salir para reunirme con el gobernador, será una reunión oficial del concurso por lo que no quiero interrupciones y que te hagas cargo de esta documentación —dice buscando la carpeta en su escritorio. Me acerco con intención de ayudarle, pero todo pasa a segundo plano cuando noto un ligero temblor en sus manos. Ya lo había visto antes, una vez cuando su padre se presentó en la empresa y cuando estábamos a punto de obtener un importante proyecto ferroviario en el exterior. Esta ansiosa y aunque Cris siempre se ha esforzado por mantener el control y una expresión fría, su ansiedad puede llegar a superarle. Es algo que esconde siempre, aunque no conmigo.

Aquel asunto de la sonrisa me parece superficial cuando yo soy testigo de su vulnerabilidad.

—Si desea, termine de ordenar sus documentos y al finalizar vendré por ello —lo detengo y me atrevo a sostener su mano para calmar su temblor. Busco un vínculo, algo que me dé esperanzas a esto que sucede.

—Como quieras, debo irme y no puedo seguir perdiendo el tiempo —indica alejándose súbitamente —. Regresa a tu sitio Lucia, no estoy de animo para recordarte cual es tu trabajo y la clase de relación que tienes conmigo dentro de esta empresa.

Perpleja y en silencio lo observo ordenar su escritorio y tomar lo necesario para marcharse.

—Igual que anoche, asumo que no necesitara que le acompañe —digo sintiendo el nudo en mi garganta.

—Correcto —responde cortante —. Limítate a seguir mis ordenes —brama.

—Me gustaría hablar sobre lo que está sucediendo —intervengo cansada.

—¿De qué hablas?

—Hace mas de una semana que no me llama y yo quería saber…

—Cualquier duda que tengas resuélvela leyendo el contrato de nuevo, repito, no tengo tiempo —interfiere antes de tomar sus cosas para marcharse.

Cuando llego a mi escritorio Cris ya se ha marchado dejándome sola en aquel estúpido piso. Soy incapaz de resistir y me rompo dejando salir aquel mar de lágrimas intenso y bravo que he retenido.

—¿Lucia? —jadeo y volteo para encontrar a Hugo con expresión preocupada. Limpio mi rostro y cambio mi gesto —. Pero ¿qué te ha sucedido?

—Nada, solo es alergia, hay mucho polvo…

—Fue Cris ¿no es así? —inquiere.

—Hugo justo ahora no estoy de ánimo.

—Ese imbécil es un malagradecido —sentencia y lo detengo cuando emprende camino al elevador.

—Por favor, no lo haga —le pido colocando mis palmas en su pecho—. Hoy tiene una reunión importante con el gobernador y no puede tener distracciones.

—No puedo creerlo —bufa—. Lucia ¿todavía te preocupas por él?

Hoy especialmente me he sentido como una tonta e ilusa y el hecho de que Hugo me vea de esa forma también lo empeora.

—No es eso —contesto—. Me preocupo por la compañía, además ya no quiero más problemas.

De repente siento como limpia con suavidad mis lágrimas, su acercamiento me sorprende y cuando menos lo espero Hugo deposita un beso en la comisura de mis labios si es que así se le puede llamar.




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