Aprendiendo a amar

Capítulo 10: Debilidad

Lucia
Los sucesos de las últimas horas me provocaron un pequeño mareo, intento esforzarme por concentrarme en la pantalla y el teclado frente a mí, pero es inútil. El reciente mensaje de Cris acapara toda mi atención y la culpa empieza a ser una carga sobre mis hombros cuando recuerdo el acercamiento de Hugo.

Mi cuerpo se negó a reaccionar a ese acercamiento, a una nueva posibilidad de complementarme con alguien de nobles sentimientos. Mi corazón es egoísta y caprichoso, el único que me ha hecho sentir ese desenfreno de emociones ha sido Cris, aunque él vea mis intenciones y emociones con filtro.

Las manillas del reloj aumentan mi ansiedad, cuando finalmente llega la hora y de forma puntual, Marc me envía un mensaje para notificarme que espera por mí abajo. Recojo mis pertenencias y bajo con mi mente en una gigantesca incógnita de lo que me espera en aquel apartamento.

—¡Lucia! —me llaman antes de salir al estacionamiento subterráneo. Volteo y encuentro a Hugo caminando en mi dirección.

—Hola Hugo, voy con algo de prisa —indico un poco incómoda por lo que sucedió hace unas horas.

—Sé que te reunirás con él, Lucia comprendo que siempre lo has elegido a él —susurra decepcionado.

No habíamos tenido tiempo para discutir a profundidad lo sucedido. Siento bastante pena, puesto que siempre me ha tratado con amabilidad y respeto, además de comprender lo difícil que es manejar a su primo.

—Lo lamento mucho Hugo, yo no puedo… —respondo.

—Tranquila —interrumpe—. Solo quería acercarme para disculparme y asegurarme de que todavía somos amigos.

—¿Amigos?

—Por supuesto, hemos compartido demasiados chistes y quejas respecto al idiota de Cris para serlo —bromea mostrando esa típica faceta suya—. Lamento lo que hice, tuve un momento vulnerable.

—Todos hemos estado perdidos en algún momento de nuestras vidas, desesperados por una salida, pero encontrarás tu camino, te lo aseguro.

—Eres una mujer inteligente Lucia y espero que tú no corras con la misma suerte que yo —contesta de forma sincera.

Las palabras se atoran en mi garganta al recordar el embrollo en el que me encuentro. Mi mente grita revelando la verdad que me niego a ver y para empeorar la situación, mi corazón silencia por completo la razón.

Marc aparece y un solo gesto es suficiente para saber que voy tarde. Hugo también habla ese complejo idioma de Cris y no me retiene.

—Debo marcharme —indico apenada.

—Comprendo —acepta— Tienes mi número ¿no es así?

—Si ¿Por qué?

—Si necesitas ayuda Lucia, no dudes en pedirla —contesta —. No te robo más tiempo.

Nos despedimos y sigo a Marc hacia el auto estacionado afuera. Subo en el vehículo y de alguna forma esta vez se siente diferente el trayecto. Hace unas semanas me habría sentido ansiosa por lo que representaba y prometía la noche, pero esta vez sentía el palpitar de mi corazón alcanzar mi garganta.

Miles de interrogantes surgen en mi cabeza y temo por las palabras que saldrán de la boca de ese hombre que me ha robado la estabilidad desde el primer día.

Llegamos al edificio e incluso llego a sentir algo de nostalgia en aquel sitio que remarcaba lo que yo representaba en la vida de Cris. Mi cabeza traicionera empieza a preguntarse si la habrá traído a ella, si estará enterada y que es lo que realmente sucede entre ellos dos.

Debo averiguarlo a como de lugar esta noche, aun si eso representa molestarlo y probablemente marcharme del sitio. Me adentro en el elevador y los segundos me parecen eternos, el ambiente es denso cuando abandono la caja metálica y me detengo un momento frente a la puerta para respirar.

Ingreso la llave que Cris me entrego para asegurarse de que no tenga que esperarlo afuera mientras él llega. El apartamento se encuentra en completa oscuridad, suspiro aliviada de que este no haya llegado y dejo caer mi bolso. Busco el interruptor la luz, sin embargo, se me adelantan y una de las lámparas de la sala ilumina de forma tenue el lugar.

—Cris… —jadeo —. Pensé que llegarías después, como siempre.

Trago duro al recorrer su varonil cuerpo relajado sobre uno de los sillones, el abrigo y la corbata se han marchado, lleva las mangas dobladas y su semblante solo incrementa la culpa en la que me estoy ahogando.

Yo no tenía intención de besar a Hugo, tampoco lo culpo, sin embargo, Cris es otro asunto.

—¿Qué tal te fue… con el gobernador? —inicio insegura con mi plan para sacarle información.

Cris se levanta y llego a pensar que se desquitara conmigo, sin embargo, el aroma de su perfume y la suavidad de sus pasos me indican lo contrario. Esta vez lo percibo diferente, como si se estuviera conteniendo.

—Sabes que detesto hablar de trabajo cuando estamos aquí —me recuerda.

Extraño los momentos que compartimos juntos y verlo completamente liberado dentro de las paredes de este apartamento. No obstante, la incógnita me está matando y todavía no estoy lista para cruzar esa puerta con los restos de mi corazón roto.

—¿Por qué me has llamado? —inquiero finalmente confrontando su intensa mirada.




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