Aprendiendo a amar

Capítulo 13: Golpe de realidad.

Cris

Semanas antes

La pelirroja junto a mi suelta mi brazo al momento que se cierran las puertas para apreciar con mayor detalle la joya en la caja de terciopelo. Saca el resto del collar que me costo una maldita fortuna, pero que me aseguro este concurso. Su padre se ha quedado atrás regodeándose de haber escogido al mejor candidato con el grupo de socios y políticos que asienten a toda su palabrería.

—Fue demasiado espectáculo ¿no crees? —inquiere ella segura de que nadie nos observa o escucha.

—El suficiente para conseguir lo que quiero y para que tu padre piense que tienes un talento para los negocios —respondo indiferente.

—Cualquiera habría pensado que me estabas proponiendo matrimonio —ríe y ruedo los ojos mientras se da la vuelta para asegurar el collar —. Tendré que asumir esa responsabilidad un día con algún insulso pretendiente que mi padre apruebe, hasta entonces puedo vivir mi vida como quiera.

—Que bien por ti —refuto aburrido de tanta conversación.

Ese había sido el plan. Resulta que Susana no era tan tonta como pensaba. Ella tenia un talento y era fingir, de forma excepcional. Le hizo creer a su padre que había un vinculo entre nosotros dos y le di información suficiente para convencerlo de que empezaba a desarrollar habilidades intelectuales en el rubro y de esta forma aflojar los grilletes que le había impuesto al volverla su asistente.

—Sabes, después de todo esto, pienso que podríamos ser un buen equipo —dice insinuando algo que ni en sus más alocados sueños sucederá.

—No estoy disponible para ningún compromiso o relación —sentencio y estas palabras desvían mis pensamientos nuevamente a la mujer con la que estuve anoche.

—Es una lástima, habríamos sido una pareja popular —se voltea batiendo esas pestañas, maniobra que seguramente ha utilizado innumerables veces para cumplir todos sus caprichos.

—Las multitudes son inútiles cuando son escasas las personas que realmente importan —indico dándole a entender que esto es un negocio para mí.

—Bien, ya me queda claro —contesta con molestia—. En fin, tengo otra cita, distrae a mi padre lo suficiente con tu proyecto para que no me fastidie ¿Quedamos?

—¿Sigues aquí?

—Eres un imbécil —murmulla para sí misma, pero llego a escucharlo.

Susana se va por su cuenta y yo me quedo para terminar de reforzar vínculos que facilitaran mi objetivo. No veo a Aaron por ningún lado y lo mas probable es que haya decidido ahorrarse el viaje y la humillación. Si fuera un hombre de ideas propias lo respetaría, pero su historial lo delataba.

—Cris, tus ideas me han convencido de que no solo fuiste una buena decisión para el proyecto, sino también para mi hija —dice cuando estamos a punto de despedirnos.

—¿Cuándo se autorizarán los permisos para los procesos de construcción? —cambio de tema por lo que realmente me interesa.

—La próxima semana —contesta seguro—. En siete meses el país presenciara el espectáculo y la calidad que tu empresa y mi autoridad han prometido.

Siete meses en los que tendré que lidiar con el y su hija. Una vez construido todo, no hay nada que me detenga de dejar este teatro y seguir con mi vida cotidiana. Nos despedimos y Marc me espera con la puerta abierta.

Durante el camino pienso en estrategias de avance y las reuniones que debo consolidar con los ingenieros. Saco mi teléfono y por costumbre estoy a punto de escribirle a Lucia, sin embargo, recuerdo que ella ha sido removida de ese cargo y me dirijo al correo general destinado para mi asistente.

Mi consciencia es traicionera y surgen preguntas que he estado evitando estas últimas 24 horas. Nuestro trato había terminado y le había pagado como debía e incluso más. Lucia quería forzar una fuerza que yo había decidido sellar hace muchos años atrás. “Para conseguir lo que quieres, se requieren sacrificios mayores”, recuerdo las palabras del abuelo y como se lo expresaba a gritos al hombre que se había convertido en mi padre.

Decidí cambiarla de ubicación para resistir la tentación y establecer nuevos límites.

Después de lo que había sucedido, el convenio con Susana y el proyecto, lo último que me apetecía era ofrecer otro trato a otra mujer, por ello solicite a recursos humanos que mi nueva asistente tuviera una orientación distinta, si era posible.

Llego a mi edificio y como siempre, todos se apresuran a regresar a sus sitios de trabajo y acelerar su paso cuando me ven. Han pasado algunas horas desde la transmisión, tiempo suficiente para que cotillearan a gusto, ahora, había llegado la hora de trabajar y poner todo en orden.

Cuando llego a mi piso mis ojos se desvían instintivamente hacia el nuevo escritorio que seria destinado para ella y me extraña no encontrarla en su sitio. Ella o esas diminutas pertenencias femeninas que convirtieron el anterior espacio en su sitio.

Me pregunto si no habrá llegado después de lo que sucedió ayer, sin embargo, lo que, si llego, y sin esperarlo, fue un increíblemente doloroso y punzante dolor en mi rostro que casi me lanza al suelo. Volteo a ver al responsable con ojos llenos de furia y decepción. La chica nueva se asusta e intenta acercarse, pero con un gesto le doy a entender que no interfiera.




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