Aprendiendo a amar

Capítulo 15: Atado

Cris
—El proyecto marcha de maravilla Arslan —festeja el gobernador mientras observamos desde un costado la maquinaria y los hombres que trabajan diario en las vías que transportaran en un futuro a miles de personas a sus respectivos destinos —. Los medios aseguran que promoverá el desarrollo de la ciudad y atraerá más turistas.

—No lo dude un segundo —me limito a responder. Últimamente estaba perdiendo la voluntad de fingir agrado, incluso por compromiso.

—¿Ya tienes una fecha aproximada de cuando podremos inaugurarla? —inquiere con tono ambicioso, seguramente imaginándose frente a las cámaras.

—En cuatro meses estimo —contesto contando el tiempo que ha transcurrido desde entonces.

—Sabes, siempre he sido un hombre que ha disfrutado de las sorpresas agradables, sin embargo, mi corazón prefiere prevenirlas y gozar con los demás del entusiasmo del momento —comenta—. Es por ello que asumo Susana y tú serán cuidadosos al momento de escoger una fecha.

¿Una fecha?

¿Qué le habrá dicho esa mujer a su padre?

—No se preocupe señor, no se llevará ese disgusto —digo como una promesa de esa mítica fecha que jamás llegara a ser resaltada en el calendario.

Terminamos de supervisar los avances del proyecto, me la paso en reuniones con los arquitectos e ingenieros hasta altas horas con el fin de avanzar lo más rápido y eficiente posible.

Terminada la jornada me permito descansar en la soledad de mi auto, Marc va enfocado en la carretera que nos lleva de regreso a la ciudad. Un mensaje alumbra el dispositivo en mi bolsillo, es un correo del nuevo ingeniero que está sustituyendo a Hugo.

El malnacido desapareció, no lo encuentro por ningún lado. Incluso averigüé con la competencia y tampoco tienen noticias de él. Sus padres poco o nada saben de su paradero y tampoco mostraron preocupación, ante sus ojos siempre fue el hijo problemático por el cual perdieron porcentaje en la herencia del abuelo.

—Llegamos señor —anuncia Marc estacionando el auto frente a la empresa —. Su auto se encuentra estacionado donde indico —dice pasándome las llaves.

—Bien, ya puedes retirarte —anuncio antes de bajar del auto.

—Señor… —su voz me detiene antes de bajar—. Hace unas semanas vino un hombre a buscarlo.

—¿Un cliente?

—No, por su apariencia parecía un mecánico, él quería entrar a la empresa…

El sonido de mi teléfono interrumpe a Marc, el nombre de Susana aparece en la pantalla y cuelgo la llamada.

—¿Qué quería ese hombre? —inquiero.

—Bueno él quería hablar con usted, parece que conoce a la señori…

El teléfono vuelve a sonar con insistencia y considerando los cientos de mensajes asumo que debe ser importante.

—¿Seguridad se encargó de él? —pregunto rápidamente

—Si, se llevó unos cuantos golpes.

—Bien, entonces todo está bajo control. Puedes irte —refuto bajando del auto para adentrándome en mi edificio.

Llamo nuevamente a Susana, sin embargo, cuando las puertas del elevador se abren descubro su silueta junto a la de Andrea. Por costumbre llego a pensar un segundo que están peleando, pero resulta todo lo contrario, ya que mi secretaria se encuentra sonrojada y Susana la detalla con una sonrisa seductora.

—¿Interrumpo algo? —pregunto y Andrea se gira sorprendida a verme.

—Señor, le comentaba a la señorita que no se encontraba… —titubea.

—Retírate Andrea —indico—. Tu jornada terminó.

Ella asiente y recoge sus pertenencias con una torpeza que me lleva a cierto recuerdo, en mi mente aparece la imagen de Lucia al recibir mi mensaje para reunirnos en el apartamento y sus nervios las primeras veces.

—Buenas noches, señor —dice pasando por mi lado —. Señora —voltea sin mirar a Susana.

—No soy señora de nadie cariño —le dice con una sonrisa que acelera la salida de Andrea.

—¿Qué es tan urgente como para que vengas aquí a esta hora? —pregunto adentrándome en mi oficina.

—Necesitamos coordinarnos para ejecutar nuestra siguiente movida —se sincera.

—¿Nuestra siguiente movida? —cuestiono —. Tu padre me está fastidiando con una fecha de compromiso, no hay siguiente movida, tú limítate a seguir como ahora hasta que termine el proyecto.

—¿Te casarías conmigo? —suelta con vulgar naturaleza.

—Busca a otro loco para eso, tenemos un trato así que limítate a hacer lo tuyo —de alguna forma siento un deja vu.

—Cris, es la única forma en que mi padre dejara de fastidiarme, te prometo que seré una buena esposa, no te daré problemas —añade buscando mi mano en un juego seductor y aparto su mano de inmediato.

—Si alguien más hubiera visto lo que hacías con mi asistente, los rumores ya estarían circulando fuera de este edificio —asevero.

—Bien, me descubriste —se queja frustrada—. Los imbéciles con los que he salido solo fueron una tapadera que ya no puedo sostener más.




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