Lucía
Hace unos cuantos minutos estuve a punto de ceder a esa inevitable debilidad que tengo por Cris. Para empeorar la situación, casi perjudico a una mujer que ahora observa al mencionado con un sentimiento de súplica y miedo.
Susana, solo había leído su nombre en titulares de periódico y las cámaras no hacían justicia para la belleza de esta mujer. Una que claramente pertenecía a este círculo de individuos con poder, una pareja que podría ofrecerle a Cris contactos, dinero y proyectos, algo de lo que yo evidentemente carecía.
Había sido una mala idea venir a la oficina. Sabía que pisar este terreno nuevamente traería consecuencias y me siento como hace unos meses, cuando me marché al ser rechazada y enterarme de su compromiso.
Todo seguía igual.
—Cristofer —lo llamo ajustando el bolso en mi hombro. Siento la mirada de su abuelo sobre mí y la incomodidad incrementa. Lo atendí múltiples veces cuando venía de visita y seguramente ya se hizo una idea de mí al ver este embrollo —. Me marcho —anuncio intentando mostrar una sonrisa como si todo aquello no me afectara.
—¡No, Lucía! —me detiene extendiendo la tortura —. Mateo es mi hijo y tu…
—Lo mejor será que se marchen —interrumpe el señor Vincent con molestia—. Ahora entiendo por qué querías romper el compromiso. No hay problema Cristofer, no me agrada la idea, pero si esta mujer está dispuesta a darte la custodia y tu sigues con el compromiso puedo aceptarlo.
—¡No le daré la custodia de mi hijo a nadie! —respondo.
—¿Aceptarías que mi prometido me haya sido infiel? —musita Susana incrédula.
—Todos cometemos errores hija. Y tú chica —me señala—. Créeme que llevas la de perder aquí, esto te beneficiara mucho.
—¡No voy a quitarle a su hijo! —dice Susana, pero su padre parece ignorarla.
—No me voy a casar con su hija señor Vincent —aclara Cris y ruego internamente porque no sean palabras vacías.
—¡¿Cómo te atreves?! —cuestiona molesto —. ¿Sabes lo que sucederá si rompes el compromiso?
—¡Nunca hubo ningún compromiso! —explota Cris frustrado por la situación. De reojo veo al señor Arslan observar todo como un ente superior, fantasmal y silencioso. Sus ojos no se apartan de mí, mejor dicho, de lo que cargo en brazos —. Todo fue una farsa. ¡Susana dile a tu padre la verdad!
Escucho sorprendida todo aquello. Las incógnitas surgen y mi cabeza empieza a reunir la escasa información que tenía sobre su relación.
¿Una farsa?
¿Por qué motivo? ¿Cuáles son los verdaderos límites de la ambición de Cristofer?
—Cristofer —ruega con voz débil.
—Ya no puedo seguir con esto, no me puedo arriesgar de esa forma —declara y Susana voltea a verme. Cuando sus ojos reparan en Mateo ella parece recapacitar.
—Papá —murmura —. Cristofer y yo nunca tuvimos una relación real.
—Pues todavía están a tiempo —contesta reacio el hombre.
—Nuestro mayor contacto fue un beso en la mejilla, jamás hicimos nada, papá, y sabes perfectamente por qué —explica Susana.
El hecho de que Cristofer se haya dejado besar por ella genera cierta molestia dentro de mí. No dolor, pero sí disgusto, casi como en el sentido de propiedad.
¿Sería mío? ¿Yo todavía quería a Cris para mí?
—Te vas a casar con un hombre —farfulla Vincent.
—¡No! —exclama su hija—. ¡Te lo dije antes y lo reafirmo ahora! ¡No pienso unirme a ningún hombre!
—¡No me arruinarás un negocio por tus estupideces!
—Señor, escuche a su Susana —habla Cris—. Usted y yo sabemos que nuestra ruptura mediática no afectara en nada el proyecto, aun si usted desea tomar acciones en mi contra, es consciente de que tengo el derecho y mayor probabilidad de ganar.
—¡Papá! —lo llama. Siento empatía por ella y me resulta imposible sentir desagrado alguno por ella, aun cuando pensaba que era la pareja de Cris—. Por favor, ya no atormentemos a estas personas. Discutamos esto tú y yo.
—No entiendo como es posible que mi única hija… —suspira el hombre decepcionado.
—Así soy padre.
—Los hijos suelen decepcionar Vincent —habla finalmente el señor Arslan—. Tu hija no ha cometido homicidio y por lo menos intenta explicarse.
—Abuelo es complicado… —interviene Cris.
—Tú tendrás tu tiempo para explicarte —le responde severo—. Ahora Vincent, tú y tu hija deben retirarse. Discutan esto en casa y si quieres llevar una vida amena, acepta lo que es y no tendrás futuros problemas en tu empresa y negocios. De lo contrario tendrás que tomar un vuelo de 8 horas para ver con tus propios ojos como tomó decisiones estúpidas a tus espaldas. Tú estabas enterado, pero en negación, a diferencia de mí.
—Disculpe, señor Arslan había olvidado que estaba… —contesta el padre de Susana apenado —. Nos vamos.
Ambos se retiran, sin embargo, es palpable la tensión entre ambos. Imagino debe ser una complicada conversación, principalmente cuando tu padre no lo acepta. Nos encontramos finalmente a solas y a simple vista parece que el problema sencillo era el falso noviazgo de Cris, porque un viejo tiburón de los negocios nos evalúa dispuesto a atacar.