Aprendiendo a ser padres

10. Peleas de hermanos.

Fabiola se acercó a Omar, Teresa y Álvaro que se encontraban con sus hermanos pequeños. Teresa fue la que la agarró del brazo preguntando cómo en un interrogatorio donde se había metido. 

— Teresa. — La regañó Omar. 

— No puedo saber donde se ha metido. Está embarazada de ti. — Dijo Teresa, aún creyendo que el bebé que Fabiola esperaba era de su hermano mayor. — Di, ¿dónde estabas? 

— Estaba fuera tomando el aire, dentro se sentía muy pesado. — Contestó Fabiola, a ella no le importaba las preguntas sin fin y las quejas de Teresa, hasta le resultaba agradable, más cuando decía que su embarazo era de Omar. 

— ¿El bebé está bien? — Preguntó la pequeña Laura, que se agarró a Fabiola llegando a creer todo lo que Teresa decía. 

Fabiola se inclinó hacia Laura y le asintió. 

— Todo está bien. — Le sonrió y Laura también sonrió. — Me ha gustado como has cantando con tu clase. 

Laura se emocionó. 

— Me gusta la situación y cantar, cuando crezca seré una celebridad. — Contestó Laura presumida, pero con sus ideas claras. — Así mi hermano Omar no tendrá que trabajar ni preocuparse por el dinero. 

Omar se sintió avergonzado al escuchar de su hermana sobre su preocupación por el dinero, él nunca había reflejado su preocupación delante de ellos. 

— ¡Niños! — Los profesores llamaron a sus alumnos. 

Los niños tendrían un desayuno con sus profesores y sus compañeros.

Ángel veía en el teléfono la grabación que su hermano Álvaro había grabado, de su actuación y de Laura. 

— Ángel. — Lo llamó su profesora, sus compañeros de clase ya se estaban poniendo en fila para entrar al comedor del colegio. 

— Seguiremos viendo el video en casa. — Le dijo Álvaro a su hermano. — Ahora ve con tus amigos. — Ángel asintió y se marchó con sus compañeros. 

Álvaro miraba a su hermano y se guardó el teléfono en el bolsillo. 

— Mi teléfono. — Le exigió Omar, que lo agarró del cuello del abrigo. 

Álvaro rechinó los dientes, teniendo que entregarle el teléfono móvil. 

— Te lo iba dar. — Mintió Álvaro, teniendo la mirada seria y desconfiada de su hermano sobre él. — De verdad, te lo iba a devolver. 

— Mejor no te olvides de llevar todos los aparatos a mi dormitorio, entendido. — Le habló Omar, que lo había castigado quitándole el ordenador y el teléfono móvil. 

— Entendido, hermano. 

Fabiola sonrió mirando a Omar despidiéndose de las profesoras de sus hermanos. Era hermoso y debía que tener cuidado con Violenta, pues a ella también le gustaba Omar. 

— A nosotros no nos engañas, el bebé que estás esperando es de mi hermano. — Le dijo Teresa, recibiendo entonces un golpe de Álvaro en la cabeza. — ¡Oye! 

— Me parece mentira que hayamos nacido al mismo tiempo. — Bufó Álvaro. — No solo eres fea, también pareces estúpida. 

Teresa le devolvió el golpe que él le había dado e incluso más. 

Al verlos peleando, Fabiola se preocupó, pero Omar que se acercó los separó dedicándole una mirada disgustada a cada uno. 

— Ya basta. — Les regañó Omar, avergonzado por ser el centro de las miradas de los demás. — Tenéis dieciséis años, por dios, es que no podéis actuar amablemente ni en un momento como este. 

Pronto empezaron a escuchar de los padres y madres comentarios como… «¿Cómo un chico tan joven puede ocuparse de sus hermanos?» «Él debería de estar estudiando y no con una responsabilidad tan grande» «¿En que piensan sus parientes que le deja tal responsabilidad… ?» Y así, muchos más comentarios hirientes de un asunto que no era de la incumbencia de ellos. 

— Omar. — Lo llamó Fabiola agarrándolo del abrigo. 

No solamente ellos dos habían oído esos comentarios, también Álvaro y Teresa. 

— Marchaos a casa, hablaremos los tres cuando regrese. — Les dijo Omar a sus hermanos y ellos, aunque estaban enfadados el uno con el otro, asintieron a la vez y se marcharon juntos. 

— ¿A dónde vamos nosotros ahora? — Preguntó Fabiola. 

Omar le sonrió, haciendo que el corazón de Fabiola se derritiera. 

— Haremos unas compras. — Le contestó Omar, caminando hacia su coche con la mirada puesta en sus dos hermanos que se marchaban a casa, por sus actitudes, parecía que seguían discutiendo. 

— No tienes que preocuparte por ellos. — Le dijo Fabiola. — Son buenos niños, lo estás haciendo bien. 

Omar que la miró le sonrió agradecido por sus palabras. Aunque sabía que aún le quedaba un largo viaje hasta llegar a ser un buen padre para sus hermanos. 

En el supermercado compraron muchas cosas, entre ellas mantecados y turrones para llevar a la aldea donde los abuelos de Omar y sus hermanos vivían, lugar dónde su padre y tía crecieron. 

— ¿Por qué compras tanto? — Le preguntó Fabiola curiosa. 

— Mis abuelos viven en una aldea, me gusta llevarles cosas deliciosas cuando vamos de visita. — Le contó Omar. — Ellos se alegran como niños y eso me pone feliz. 

Omar sonrió pensando en sus abuelos, si él pudiera los traería a vivir con ellos a casa, pero sus abuelos se negaban a abandonar su casa y sus tierras. 

— Eso es lindo. — Fabiola se agarró a su brazo. — El bebé al escucharte estará pensando lo mismo, lo lindo que es la persona que no está cuidado sin pedir nada a cambio. 

Fabiola agarró la mano de Omar y la llevó debajo de su abrigo, haciéndolo tocar su panza. 

— Vaya. — Omar se sorprendió al palpar por primera vez la panza de Fabiola. 

— Estamos vivos gracias a tu bondad. — Le dijo Fabiola y Omar se avergonzó al escucharla. — Y espero que en un futuro su referencia de padre seas tú. 

— ¡PAREJA! — Un gritó los asustó a los dos y al mirar vieron como Vero le dio un tortazo a May, su novio, en el brazo. 

— ¿Es que piensas matar al bebé o qué? — Regañó Vero a May. 

May solo sonreía con sus ojos puestos en su amigo tocando la panza de Fabiola. Al darse cuenta, Omar rápidamente se apartó de Fabiola. 



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En el texto hay: drama, amor, #familia

Editado: 18.03.2024

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