Aprendiendo a ser padres

13. Sanguijuelas.

May aparcó el coche de Omar frente a su casa y al salir del vehículo le entregó a Omar las llaves de su coche. 

— Gracias por dejarme tu coche. — Le agradeció Omar a May. 

Él se dejó caer en su coche y negó. 

— No ha sido nada. — Le contestó May. — ¿Cómo te ha ido con la familia? — Omar lo miraba no entendiéndole, él nunca había tenido problemas con su familia. — Ya sabes, me refiero al hecho de que haya llevado a una desconocida embarazada. 

— No ha pasado nada fuera de lo normal. — Respondió Omar, acercándose a él. — ¿No has averiguado nada de la familia de Fabiola? 

— No. — May se encogió de hombros. 

No tenía más remedio que mentir, no podía explicarle que la chica que tenía en su casa con sus hermanos era en realidad la heredera de una gran fortuna. 

— ¿Tu amigo policía no sabe nada? Debe de haber alguna información sobre ella. 

— Nada. Es… Es como si hubiera caído del cielo. — Contestó May y agarró luego de las manos de Omar las llaves de su coche. — Cuida a la chica caída del cielo. 

May abrió la puerta de su coche y subió en él para marcharse antes de contar todo lo que sabía de Fabiola, incluso que su verdadero nombre era Ofelia. 

— Pero…

— Lo siento, Vero me está esperando. — May quería salir corriendo de allí. — Mañana nos marchamos de viaje.

— Claro. — Suspiró Omar y se despidió de él. — Que tengáis buen viaje. 

Se quedó viendo irse a May en su coche, cuando Fabiola lo sorprendió abrazándolo por la espaldas. 

— ¿Te he sorprendido? — Fabiola sonrió asomándose para mirarlo a la cara. 

Omar se giró y la rodeó con uno de sus brazos, abrazándola también. 

— Entremos, aquí hace frío. 

Fabiola asintió y los dos caminaron hasta dentro de la casa. Gran parte de las calles de la ciudad se encontraban congeladas por la nieve. 

— ¿De qué estabas hablando con May? — Le preguntó Fabiola una vez dentro. 

— No era importante. — Le dijo Omar cerrando la puerta. — Le he preguntado si había averiguado algo sobre tu pasado. 

— ¿Y qué te ha dicho? 

— Nada, no sabe nada todavía. — Omar la tomó de las manos. — No te deprimas, en algún momento sabremos quien eres y quién es tu familia. 

Fabiola se vio obligada a sonreír para que Omar no supiera que ella ya sabía todo eso, que sus recuerdos estaban íntegros. 

A la mañana siguiente, Omar tuvo que ir a trabajar y según avanzó la mañana Teresa fue la siguiente en salir de casa, en su caso lo hizo para verse con sus amigos y con su novio. 

— ¿No quieres venir con nosotros? — Le preguntó Álvaro más tarde a Fabiola, ya que pensaba salir con sus hermanos pequeños. 

— Prefiero quedarme. — Respondió Fabiola, tocándose su pequeña barriga. 

Laura se acercó a Fabiola y le tocó también la barriga, la acarició como si estuviera acariciando al bebé que había dentro. 

— Ángel y yo pronto volveremos, bebé. — Se despidió Laura de él o ella. — Sé que estarás triste porque tu papá está trabajando, pero mi hermano está ganando dinero. 

A Fabiola le pareció una ricura y se agachó abrazando a Laura. La pequeña niña sonrió dejándose recibir cariño de la novia de su hermano y la mamá de su futuro sobrino. 

— Álvaro. — Oyeron a Ján, que abrió la puerta de la casa como si fuese su propia casa. — Nos vamos. 

Ángel tomó entonces la mano de su hermano Álvaro y le dijo adiós a Fabiola con la mano. 

— Sí, tío. — Contestó Álvaro, extendiendo su mano libre hacia Laura, quién rápidamente se le acercó agarrando su mano. — Si ocurre algo, llámame, vendremos enseguida. — Le dijo a Fabiola. 

— Está bien. — Le contestó ella y los acompañó a la puerta. 

Fabiola cerró la puerta nada más irse Álvaro con los niños y caminó hacia el salón, agarrando el mando de la televisión y encendiéndola. Pronto empezaría el programa de televisión en el que iban a trasmitir la presentación de la heredera de la familia Romero. 

Fabiola se preparó un chocolate y se sirvió unas galletas de hojaldre, el programa estaba a punto de empezar cuando tocaron al timbre de la casa. 

— ¿Y ahora quién será? — Se preguntó Fabiola, levantándose y caminando hacia el recibidor. — ¿Quién es? — Preguntó abriendo la puerta y encontrando a su secretaria Helen. 

— Espero no molestar. — Dijo Helen, levantando su mano con una bolsa de papel. — He esperado a que no hubiera nadie en casa para acercarme. 

Fabiola agarró la bolsa, abriendo del todo la puerta de la casa. 

— ¿Tienes la casa vigilada? 

Aunque lo preguntó, ella ya sabía la respuesta. 

— No eres una persona común. — Asintió Helen y entró con libertad en la casa. — Tenemos guardaespaldas vigilando siempre tu espalda. 

Fabiola cerró la puerta y Helen la siguió cuando caminó hacia la sala. La secretaria observó el hogar de Omar Brown, una casa sencilla donde su señorita Ofelia estaba viviendo una vida ordinaria.

— Puedes mandar a uno de ellos a vigilar a Teresa, es una niña muy malcriada y siempre hace lo que le da la nada. — Le pidió Fabiola. 

— Así será, señorita Ofelia. — Contestó Helen, viendo que la televisión estaba transmitiendo ya ese problema. — Que asco. — Expresó su descontento. 

— Que va, es divertido. — Habló Fabiola, que se sentó mirando la pantalla de televisión y golpeando a su lado en el sofá. — Mira, ya están apareciendo las sanguijuelas de la familia Romero. 

Ofelia agarró una galleta y se la ofreció a Helen, quién se sentó a su lado tomando la galleta. 

— Usted debería haber evitado todo ese espectáculo. — Bramó Helen, que comió de la galleta. 

— ¿Por qué? — Ofelia sonrió, viendo como en la televisión presentaron a su prima hermana como si fuese ella, usurpando su lugar. — Solo déjalos, cuando vuelva serán la vergüenza de todo el país. 

Ofelia observó que con su prima estaba el hombre que ella había considerado el amor de su vida. El hombre a quien se entregó en cuerpo y alma, quedando así embarazada y descubriendo poco después que él la estaba engañando con su prima. 



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En el texto hay: drama, amor, #familia

Editado: 18.03.2024

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