Aprendiendo Amar

*Capítulo 38*

-Sí definitivamente no me voy a reproducir- afirma severamente pasándole una botella de agua –mm no, definitivamente no ya me traumaste con tanto vomito Lana, si estuve tentada a llamar al padrecito Joan para que te hiciera un exorcismo, porque ese vómito a lo Linda Blair, nada normal, nada-

-Gracias- respondo devolviendo la botella medio vacía -no deberías decir eso, ya te veré con el equipo de futbol o la guardería encima Maggie, ya te veré-

-Shh cállate ave de mal agüero, Dios me escucha y saber que la reproducción no va-

-Sí tú lo dices- suspiro todavía con el leve mareo post vomito -¿has visto al vejestorio?-

-Sí esta con Cata, pero tu tranquila sujeto A al sujeto B, eso es todo-

-Gracias Maggie, bueno a todos, solo necesito hablar con él y…-

-Encerrarlo, eso deberías de hacer- el golpe de la puerta al cerrarse nos sobresalta.

-Abuela a ver, te falto así de poquito para arrancar la puerta con todo y bisagras-

-¡Aish!- hace un ademán con la mano observando alrededor y tomando asiento enojada

-Ya esto me tiene cansada, mira- me toma la mano con fuerza –te voy a decir esto porque amo a mi hijo con todo el amor, pero si no arreglan las cosas hoy mismo, le quitare el bate a Maggie y yo misma le reinicio el sistema ¡aish! Es demasiado testarudo-

-Bueno Doña Clarissa- digo tratando de zafarme la mano.

-Deja de decirme así, no me gusta me hace sentir más vieja de lo que estoy además bastante que te has comido a mi hijo como para…-

-Okey creo que esa es mi señal de salida, además tengo que terminar unos negocios- Maggie se va mirando su teléfono.

-Bueno, Señora Mamá del Vejestorio- rueda los ojos apretando más mi mano -Señora con fuerza más fuerte de lo que imagine, mmm, será que me devuelve la mano, creo que ya no me circula bien la sangre a los dedos-

-Ahh si disculpa-

-Gracias- abro y cierro la mano tratando de torne el color normal de los dedos -mmm, referente a lo que dijo antes, mmm, no sé porque me lo está diciendo, se supone debería decírselo a su hijo no a mí-

-Porque ya se lo dije y te lo repito a ti, para tener testigos-

-Y también te dije, que esa decisión no depende de ti- trago fuerte y siento que el corazón se quiere salir del pecho, mis manos comienzan a temblar y por alguna razón cualquier rastro de náuseas o mareo desaparecen al escuchar su voz.

-Lana- dice tajante mirándome y es como si sus ojos tuvieran llenos de tantos sentimientos que no se describir o tal vez son las hormonas que no me dejan percibir bien.

-Aaa, Vej… Adrian, ujm- “ahora tartamudeo hermoso” pienso mientras aclaro mi voz.

-Bueno ya estás aquí- Doña Clarissa se levantan y le señala al Vejestorio el sitio donde estaba sentada -ahora hablen, adiós-

Veo como se despide de su madre y se queda un momento de pie con su porte de dueño y señor de todo lo que miro, haciéndome recordar la primera vez que lo vi.

-Te ves exactamente igual- murmuro para mí misma tomando un sorbo de agua, pero sé que lo dije más alto de los que deseaba al verlo entrecerrar la mirada.

-Amm quiero decir que así, como estas, amm el porte, amm es como te conocí-

-¿Cuándo le dijiste que era gay a tu madre?- comienzo a toser al ahogarme un poco con el agua, ya que no recordaba esa parte.

-¿Estás bien?- pregunta acercándose, pero como pienso que me palmeara la espalda, retrocede como si tuviese peste.

-Sí, si cof cof, estoy bien solo que no recordaba ese detalle y no te preocupes el vestido no se arruga ni nada por el estilo si te acercas, aunque el color no me favorezca que puedo decir fue decisión de las novias, así que…-

Un silencio incomodo se cierne sobre nosotros y sé que no quiere estar aquí, siento como si todo estuviese perdido… al verlo me doy cuenta que la metida de pata nivel nuclear no se arreglara tan fácilmente. Tomo el valor después de respirar profundamente y pronuncio las primeras palabras.

-Adrian yo…- pero me interrumpe una tipa patas largas que mira al Vejestorio como si fuera la última coca cola del desierto.

-Adrianis aquí estas, apresúrate ya todo está listo y debemos acomodarnos- la muy suripanta lo toma del brazo apachurrándolo como si fuera un bebé koala y revoloteando sus pestañas como si tuviese conjuntivitis.

-Oh claro que sí, gracias por avisarme Sonia- el muy cínico le responde con sonrisa digna de publicidad de Colgate.

-Sí apresúrate A dri a nis- pronuncio casa sílaba como si me quemara -no sea que Miss Patas Larga se le queme la última neurona con el destello de tu sonrisa- ruedo los ojos levantándome y saliendo de su vista, escucho que dice mi nombre y cuando pienso que insistirá, la suripanta le dice que es tarde y se alejan en sentido contrario.

Se aleja llevándose cualquier rastro de esperanza… comienzo a murmuras mientras camino a encontrarme con los demás tratando de canalizar las lágrimas que amenazan con salir.

-¡Lana! Al fin ¿dónde estabas?- Camila me mira detenidamente tomándome por los hombros.

-Lana puedes dejar de balbucear, solo entiendo suripantas, perros y no sé cuántos animales más… espera- me señala con el dedo -¿estás llorando?-

-Mmm no estoy balbuceando, solo pensando en voz alta y yo, yo, yo- hago un puchero sin aguantar y abrazo a Cami como nunca en la vida.

-Ahhh Jesucristo me estas abrazando, no me digas que se murió algo, ahh no por Dios Lana no llores- trata de consolarme, pero es evidente su nerviosismo.

-No me digas te esteraste de que es el fin del mundo y…-

-Algo así- hablo hipeando –el perro tiene una suripanta de patas largas y… y ya no…-

-Espera, espera- Camila me separa abruptamente examinando mi rostro -pensé jamás decir esto, pero ¿estas llorando por un hombre?- afirmo con la cabeza y me vuelve abrazar.

-Sí definitivamente es el fin del mundo… vamos hacer una cosa te vas a lavar la cara, te vas a poner regia, te sentaras de primera, ninguna cucaracha, suripanta te va hacer sentir mal, que Adrian vea que nadie puede con Svetlana Kuznetsova, que tú eres mucha lavadora para ese trapote, porque estamos claras que trapito no es y…-




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