-¿Vejestorio?, ahh no me hagas esto- dejo caer mi teléfono para poder tomarlo en mi regazo.
-No, no, no Vejestorio escúchame no te mueras- trato de moverlo, pero no logro nada –Adrian por favor despierta, yo no sabía que te daba una yeyera como las de Cata, de verdad… Ahh Dios Mío, nooooooo, Adrian despierta-
Miro alrededor, buscando no sé que, veo al Vejestorio ahí sin hacer nada y comienzo a llorar en medio de la desesperación.
-ABRAN LA PUERTAAAAA, AYUDA POR FAVOR-
-Vejestorio por favor, por favor reacciona… yo… yo necesito arreglar esto, yo…- trato de hablar como si eso lo pudiese despertar, pero el llanto no me lo permite.
-¡Aish! Estúpidas hormonas déjenme, Adrian despierta si tan solo hubieses contestado alguna de mis llamadas y no me hubieses bloqueado del servidor principal, no estaríamos pasando por esto, ni el intento fallido de secuestro ni verte asi, todo tirado como muerto, ahhhhhh tengo miedo, mucho miedo, no quiero criar al pequeño Igor sola, no entiendes, yo… yo te necesito, te amo vejestorio con problemas de claustrofobia, por favor, por favor, te amo-
Tengo un acumulo de emociones buscando la salida a través de las lágrimas, casi no puedo respirar, apoyo mi cabeza en su pecho y evidencio que respira… trato de levantarme, pero siento como algo me aprisiona.
-Yo también te amo- dice con una mega sonrisa –pero ningún hijo mío se llamara Igor como el burro, además será niña-
-¡Estas despierto!, ¡No te moriste!- menciono alejándome un poco –Te habías desmayado y…- comienza a reírse como foco epiléptica.
-¡ESTABAS FINGIENDO!- golpeo su pecho con mi puño mientras me levanto.
-¿SABES LO QUE SENTI?, NOOO OBVIO QUE NO, PORQUE LA QUE ESTA LIDIANDO CON LAS HORMONAS SOY YO… y pensé que te podía pasar algo un infarto o algo, te burlaste de mi- recrimino con el llanto desbordado que un niño de 2 años que perdió su juguete estaría envidioso de mi estado.
-No, no, no jamás lo haría- se levanta y camina pausadamente hasta donde estoy y me abraza –perdona Lanita, perdón por todos, por solo pensar en mí, por pensar que no querías nada que…-
-Fue la suripanta esa- lo golpeo nuevamente -la trajiste, esa suripanta que lo único que hacia era restregarse a ti como si fueras un rascador de gato, ¡aish! la voy a mandar a deportar a la Antártida, seguro te pego sus pulgas la muy…-
-No lo sabía, yo intente comunicarme, pero las llamadas se desviaban y pensé que eras tú, pero cuando Catalina me entrego la carta, fue… gracias-
-¿La leíste?- lo miro entrecerrando los ojos, tratando de recordar que carta sería, porque no tengo la menor idea.
-Por supuesto que sí y recuerdo cada palabra de ella… decías que me amabas, que te casarías conmigo apenas me vieras, que tendríamos un equipo de fútbol y una casa gigante con jardín y caballos en tu país…-
-Esto huele mal- murmuro y de repente reconozco esa idealización.
-Claro que no- me abraza más fuerte haciendo que mi cara termine enterrada en medio de su brazo -si eso es lo que quieres lo haremos Lana juntos, cuando te vi quería decírtelo, pero no me hablaste y pensé que era mentira y…-
-¡Aléjate!, ¡Me das nauseas!- lo empujo alejándome lo más que puedo y veo su desconcierto en su mirada y trata de seguirme, y lo logra ya que el espacio no es muy grande.
-Lana, pero ¿por qué me…-
-Me das nauseas hueles a suripanta número 5- tapo mi nariz con la mano y con la otra trato de ventilar el aire, pero las arcadas asechan al percibir el olor.
-Oh vamos tampoco es para tanto- rueda los ojos acercándose más y levantando el brazo oliendo la chaqueta de su traje -no es para…
No termina de hablar ya que el vómito sale digno acto de escena de la película El Exorcista.
-Sí que era para tanto- se saca la chaqueta y me ofrece un pañuelo para limpiarme y el olor de su perfume, me calma.
-Nunca desconfíes del poder de las náuseas, debes quemar esa cosa- señalo la chaqueta que la ha dejado en un rincón, me mira y se cohíbe de hablar.
-Mmm sí creo es lo mejor, ¿te sientes mejor?- muevo la cabeza, pero no quiero acercarme mucho.
-Ven acá… a riesgo que vomites mi camisa- me abraza nuevamente y pego mi nariz respirando -¿cuál es el veredicto?-
-Hueles… a ti, ya no esta ese olor asqueroso de suripanta de monte- restriego mi nariz invadiendo mi sistema con su olor y me es imposible tocar su pecho.
-Ehh Lana- el Vejestorio me saca de mi ensoñación –si sigues haciendo eso, no vamos hablar y necesitamos aclarar muchas… cosas- lo siento tragar y alejar sus manos.
Mientras yo continúo con mi nariz explorando su cuello, un leve mareo me invade y siento como mariposa en mi estómago, pero…
-¡Se movió!... Igor se movió- exclamo mirándolo y desviando mi mirando a mi vientre tocándolo con ambas manos.
El vejestorio mira mi vientre y lo señala como pidiendo permiso, le tomo la mano y la coloco justo donde sentí las mariposas.
-No, no crees es muy peque…- si las miradas mataran ya estaría San Pedro dándole la bienvenida.
-Si una mujer embarazada dice que huele mal, es porque huele mal, si dice que su hijo se movió, es porque se movió o… es hambre, pero de que es verdad, es ¡Verdad!-
El vejestorio sonríe, arrodillándose frente a mí apoyándose su cabeza donde antes estaban las manos.
-Hola princesa, es tu papá- ruedo los ojos –aunque seguro tu mamá tiene pensamiento no aptos para ti, porque ella dice que eres un burro, yo sé que eres una princesa hermosa y tengo el nombre más bonito del mundo para ti, mi Alma, mi princesa Alma- besa y sigue hablándole, pidiéndole perdón por no estar presente.
-Estúpidas hormonas me harán deshidratarme- me quejo limpiando mis mejillas.
-Y yo te daré todo el agua posible, estaré a tu lado siempre, bueno mientras me quieras a tu lado, no espera así no quieras me volveré un tóxico y te manipulare con Alma, así como en la novelas que ve mi madre-