Afortunadamente, algo distrajo la atención de la incómoda situación en la que me habían acorralado.
El bulto que el gigante cuidaba casi con mimo se revolvió, un gemido confundido inundó el coche mientras la manta se resbalaba con el movimiento revelando un rostro dormido.
Un rostro que reconocí.
Era ella, la chica que se había escapado mientras me encargaba de los hechiceros.
Aunque luché contra ello, el nombre resurgió de las profundidades de mi mente como un grito ahogado. Zoe.
—Sólo está dormida.
Miré hacia Alec, descubriendo que tenía toda su atención en mí, sólo podía imaginar lo que veía en mis ojos. Rápidamente me recompuse, encerrando cualquier emoción bajo mi escudo inquebrantable.
—Es la chica que estuve rastreando.
No sé por qué lo dije, estaba más que claro que, apenas había fallado, el concejo encargó al equipo de Alec para que enmendara mi error.
La vergüenza no era algo con lo que estaba familiarizada, había rechazado fuertemente sentirla desde hace tiempo. Vergüenza por mis orígenes inciertos, vergüenza por mi nombre. Y ahora, vergüenza porque no era suficientemente buena en lo que hacía.
—La encontramos gracias a que la localizaste —ofreció el gigante de voz amable, todos lo miramos sorprendidos mientras se encogió de hombros como si simplemente fuese un hecho real y absoluto —¿Qué? Es la verdad, ella hizo todo el trabajo.
Su compañera soltó un resoplido en desacuerdo, pero la ignoré mientras me obligaba a contemplar el rostro ahora sereno de Zoe.
Le había fallado, y ahora la estaban llevando a la Academia sin importar su opinión. Algo me decía que el hecho de que tuviera que ser dormida revelaba que no estaba de acuerdo con la situación en la que se encontraba. Sabía que estaría más segura en la Academia; ningún hechicero intentaría hacerle daño allí, aprendería a defenderse, controlaría su magia; entonces no entendía por qué me molestaba tanto que tuvieran que haberle dejado inconsciente, incluso si sabía que era lo mejor para ella.
Aparté mi mirada del rostro dormido, terminando con cualquier conversación al respecto mientras enfocaba mi atención hacia las puertas del estacionamiento.
—¿Cuál es el plan ahora?
El silencio que siguió a mi pregunta sólo demostraba que les sorprendía que no exigiera más explicaciones al respecto; pero, ¿qué esperaban que hiciera? ¿reclamarles qué exactamente? ¿el que ayudaran a la chica cuando yo no pude? sabía escoger mis batallas, y aquí no había ninguna.
Solo el amargo sabor de la derrota.
Viajar con Alec había sido agradable ya que nos habíamos limitado a recuperar fuerzas turnándonos para poder dormir. No era ese el caso al viajar con su equipo.
Lanka no estaba conforme con la resolución del Concejo, y no dejaba de dejárnoslo en claro; mientras que Will se limitaba a lanzar suspiros de cansancio y cuidar que Zoe permaneciera en una posición cómoda.
Zoe seguía sin despertar.
Le había preguntado a Will al respecto, para gran ofensa de Lanka quien no admitía ser ignorada, pero me había asegurado que no tardaría en hacerlo, prometiendo que no la habían drogado demasiado, sólo lo necesario para sacarla sin tener que recurrir a la fuerza.
No importaba si fuera lógico que intentaran no hacerle daño en el proceso de la lucha, no me tranquilizaría hasta que abriera sus ojos y me asegurara que estaba bien.
O todo lo bien que puede estar en su situación, claro.
Alec nos había informado que debíamos seguir hacia nuestro destino original, Norwich, sin más pistas de lo que realmente buscábamos allí. Al menos me contentaba saber que el resto del equipo sabía lo mismo o menos que yo, al parecer así se hacían las cosas en el escuadrón; toda la información recaía en el cabecilla, para evitar que los posibles enemigos dieran con el plan si las cosas se iban al carajo.
Desafortunadamente, tenía mucho sentido para mí.
Cuando le pregunté qué haríamos con la chica, teniendo en cuenta que no estaba en condiciones de acompañarnos a ninguna misión, por secreta que fuera; él sólo me dijo que ya se había encargado de eso y la Academia había enviado a que alguien la recogiera en un punto de nuestro viaje. Casi envidiaba lo bien que Alec Nuvis hacía su trabajo, siempre estando un paso por delante que todos.
Como si supiera que mi mente había ido a parar en él, apartó los ojos del camino para encontrarse con los míos; tardé demasiado en apartar la mirada y en consecuencia pude presenciar la esquina de su boca alzándose, agradecí el velo mientras sentía el calor invadiendo mi rostro.
Al parecer, no fui la única consciente de nuestro intercambio.
—¿Es siquiera apta para esto? —espetó furiosamente Lanka desde el asiento trasero, Will suspiró ya sin intentar controlar el temperamento de su pequeña compañera —No puedo creer que la Academia nos ponga como jodidas niñeras.
El calor creció con fuerza, esta vez con otro sentimiento, porque de hecho la Academia sí parecía pensar que necesitaba niñeras que me encaminaran en nuestra misión de vida.