Capítulo Final:
Dos corazones, un nuevo comienzo.
Año nuevo, finales de enero
Seoul, Corea del Sur.
—Buenas noches, bienvenido a Golden Flavor. Mi nombre es Han Seo-hyun y hoy, tendré el inmenso placer de atenderlo. Sígame, por favor.
El rostro de Ji-hyun era todo un poema al verlo. Seo-hyun se había esmerado en cada detalle. Desde la escasa luz, hasta las velas, la música suave de fondo y el toque aromático de las flores nocturnas que tanto había buscado entre cada floristería de la ciudad y gracias a todo lo existente, encontrado.
Hoy, Golder Flavor había cerrado sus puertas un poco más temprano de lo habitual, iniciando así la preparación para lo que esperaba fuera la noche perfecta. Se había dedicado a decorar el lugar con sus propias manos, sacando nuevos manteles y copas, comprando velas con aromas suaves y flores hermosas y olorosas.
Seo-hyun debía reconocer sus debilidades y el continuo navegar entre un cúmulo de olas cargadas de disímiles pensamientos. Esta noche era una mezcla de expectativa, nerviosismo y cálido sentir.
Una cena, una cita para dar comienzo a un nuevo capítulo en la vida de ambos. Uno que esperaba y quería escribir poco a poco. Seo-hyun quería amar y ser amado para bien, y la idea de que Ji-hyun no merecía más que amor puro y genuino era todo lo que inundaba su mente.
—Es hermoso —susurró Ji-hyun entrando al lugar—. Y tú luces muy bien, señor Han.
Seo-hyun volcó toda su voluntad en no demostrar el sonrojo que luchaba por cubrir sus mejillas. En respuesta a tan descarado halago, Han le brindó un guiño e inclinó como un artista que agradece a su público.
—Todo por ti.
—No tenías que esforzarte tanto, pero lo aprecio mucho —susurró Ji-hyun al tomar asiento—. Gracias.
Seo-hyun asintió como si no hubiera dedicado horas enteras a preparar cada pequeño detalle.
—Ha sido todo un placer —susurró en cambio. La mirada de su invitado dejaba en claro que estaba sumamente complacido por el detalle.
Ji-hyun parecía esconder un toque de timidez tras sus palabras, mirando a todos lados como si no supiera hacia dónde mirar. Casi parecía ser parte de un nuevo mundo. Uno del cual Seo-hyun estaba feliz de formar parte.
Seo-hyun no perdió el tiempo, él se alejó bajo la atenta mirada de un intranquilo Ji-hyun de manos juguetonas al borde del mantel y sonrisa brillante. Lucía hermoso esta noche, su cabello oscuro iba peinado hacia atrás, con un abrigo de cuello alto en tono turquesa y una chaqueta oscura que hacía juego con su pantalón y bonitos botines cortos de tacón cuadrado. Sofisticado y hermoso. Justo como él.
—Barquitas de berenjena —presentó el primer platillo. Unas barquitas de berenjena con requesón, tomates y albahaca.
Seo-hyun pudo haber pedido a alguno de sus trabajadores que les sirviera, pero siendo honesto, quería mantener la privacidad del momento y disfrutar de las expresiones fáciles de Ji-hyun al degustar los diferentes matices como el más deseoso servidor. Solos ellos, disfrutando. Podría haberlo hecho en casa, pero apenas hace tres días se había mudado y era un infierno de desastre que necesitaba un poco de tiempo para arreglar.
—¿Te gustan?
—Están deliciosas —aseguró—. Nunca había probado este platillo.
—Me alegra que te guste —sonrió Seo-hyun—. Espero que todo sea de tu agrado. Intenté probar con cosas que fueran de tu gusto.
Ji-hyun alzó una ceja, curioso ante la elección de palabras. Seo-hyun apretó los labios, sonriendo suavemente.
—Puede que haya tenido un poco de ayuda.
Ji-hyun negó con suavidad.
—¿Con "un poco de ayuda" te refieres a toda la pandilla? —instó, riendo al ver la vergüenza en las mejillas de su cita—. Eres adorable. Un partidazo adorable.
Seo-hyun se aclaró la garganta. Rodando los ojos y trabajando en su expresión logró mantener su postura lo más digna posible.
—Estoy intentando mantener la compostura, Ji-hyun —alzó el mentón—. No arruines mi buen trabajo.
Ji-hyun levantó las manos como si de una rendición bélica se tratara.
—Está bien, está bien.
Después del plato entrante, pasaron al principal. Seo-hyun había averiguado sobre las carnes preferidas de Ji-hyun, de entre las cuales eligió cocinar pato. Un Magret de pato, acompañado de calabaza y salsa de frutos rojos. Todo esto en compañía de un vino Marqués de Casa Concha Pinot Noir.
Seo-hyun estaba más que consciente de sus dotes culinarias, pero oír a Ji-hyun perder la compostura y cerrar los ojos ante la explosión de sabores en su garganta fue hermoso. Una melodía deliciosa a sus oídos, donde el vino no hizo más que ampliar la experiencia, dándole un toque suave y fresco.
Una vez terminaron y tomaron un momento para hablar de la cotidianidad de sus vidas, Seo-hyun sirvió el postre. Este no era nada y nada menos que unos deliciosos pasteles de lava de chocolate fundido.
—¿Cómo califica su experiencia, señor Lee? —preguntó. Un par de horas después—. ¿Volverá a nuestro establecimiento o no hemos pasado la prueba?
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Editado: 08.02.2025