Aquella vez que el sol desapareció

Capitulo 1: Libertad cueste lo que cueste

Bzz-Bzzzst.. -Una luz fluorescente de emergencia titilaba sobre el techo de una pequeña habitación, iluminando sobre las cabezas de dos personas agachadas junto a un generador diésel.

—¿Oye Guille, lograste cambiar el cargador de batería? o seguís paspando moscas como de costumbre? —Exclamo un irritado chico de tez morena cubierto de hollín y grasa a su compañero.

Guillermo no respondía, había quedado hipnotizado mirando con detenimiento a uno de los focos fluorescentes de la habitación en silencio.

—Eh pelotudo, ¿Estas sordo o qué? ¡Contéstame cuando te hablo! —El chico alzo la voz con fuerza despertando a su compañero del trance mientras unía con cinta aisladora un puñado de cables de corriente.

—Yo... perdona, solo estaba recordando algo, o eso creo —Guillermo reacciono dejando de mirar aquella pequeña luz para girarse y darle la cara a su compañero. —El repuesto ya está puesto por lo que debería encenderse ahora. —Agarró cierta piola que sobre salía del generador y la arranco repetidas veces mientas presionaba el botón de arranque del aparato. esperando respuesta alguna.

—Mmmh..., por favor funciona una vez más dolo te pido eso... —Guillermo se levantó del suelo junto a su compañero, limpiando el sudor y la grasa de su cara con un viejo trapo sucio que tenían en sus guardapolvos esperando a que la "magia" suceda.

Brrmm, Brrmmm... —Aquel viejo generador de diésel tosió ahogado tras un largo sueño.

El generador inicio su funcionamiento como de costumbre, prendiendo poco a poco todos los focos principales de la sala y del exterior, iluminando las precarias instalaciones una vez más.

- ¡Bien mierda!, ¡al fin pudimos arreglar el puto generador! vamos a festejar Guille, ¡Yo invito los chupitos de fernet en la Matilda! —Exclamo riendo de alegría el agotado joven a su amigo mientras le daba unas palmadas en la espalda.

Ufff... —Aliviado, suspira de felicidad Guillermo contemplando una vez más el generador rugir con fuerza. —Esperemos que este mes no tenga que ser la cuarta vez que lo arreglemos. Sino no sabremos que hacer más con esta hojalata, vámonos de acá Luis.

Ambos suben agotados subiendo las escaleras a pasos lentos debido al calor y el tiempo que pasaron en el sótano reparando el generador. Llegando al fin, al principio de las escaleras donde ambos se apoyarían en la pared y taparían sus ojos con los brazos debido al repentino cambio de luz en el lugar.

Si bien la galería no era muy extensa, era bastante alta, debido a sus múltiples pisos los cuales subían en forma de espiral por un camino pasando por varios locales. Terminando el camino en las entradas de una escalera que dirigía a la azotea. El techo estaba cubierto por seguridad con tablas y cartones debido a que este era en gran medida una inmensa cúpula de vidrio que antaño bañaba con su luz todo el edificio en los días despejados.

—Vamos Guille a la Matilda que tengo una sed horrible luego de tanto estrés jajaja —Luis se rio abatido pensando en el dulce amargo trago del fernet.

—Je..., lo que vos digas amigo, estoy algo amargado por lo del generador sinceramente, ¿Cómo le diremos al supervisor que cada día cuesta más mantener esa bosta? —Guille suspiro profundamente, meditando sobre que excusa podrían darle al supervisor.

—¿Amigo algo que nos va a ocurrir, mientras tanto festejemos que al menos tenemos luz para vivir no crees? Él lo entenderá te lo aseguro. —Exclamo Luis mirando a Guille con despreocupación alzando las cejas—

—Ah..., esperemos que al menos este hoy de humor para escucharnos como suele hacer —Guille ríe con sorna y sarcasmo a su propio comentario.

Aun conversando de camino al bar situado al fondo del primer piso de la galería. Ambos se toparían de frente con el supervisor esperándolos de brazos cruzados mirando impaciente un viejo reloj Cassio del que desprendía una tenue luz verde marcando la hora.

—Hasta que al fin hicieron acto de presencia por Dios, ¿Tanto se van a tardar en arreglar un puto generador? —Rugió enfurecido el hombre mirándolos respectivamente a ambos. Su aspecto y voz intimidaba con solo su presencia. Su contextura era alta y corpulenta con hombros anchos.

—Lo sentimos señor Alejandro, pero... —Luis un tanto nervioso e intimidado trato de replicar, pero su voz temblaba por el miedo quedando rígido en el lugar.

—¡Cerra el orto vos!, no quiero excusas de ninguno de los dos ¿Me escucharon? —Dio un paso adelante inclinándose un poco más a ellos remarcando aún más su tono serio y agresivo. —¡Para la próxima más les vale apurarse o les dejo a ustedes y sus familias sin su ración de comida por tres días!

—¿Y cómo pensas que vamos a saber cuánto nos tardamos si solamente vos sabes qué hora es? Viejo pelotudo. ¿Somos adivinos o qué? —Reprocho Guillermo, su voz emanaba rabia y frustración.

—¿Cómo me llamaste pendejo? Me pareció oír algo —Alejandro miro fijamente a Guillermo con los ojos entrecerrados cerrando los puños con fuerza.

Una pequeña multitud de personas se formó alrededor de ellos al escuchar la acalorada discusión dejando sus trabajos para observar el espectáculo

—¿Disculpe señor Alejandro, pero creo que estamos perdiendo el tiempo aquí... si vuelve a romperse el generador esta vez le prometemos que lo arreglaremos rápido, verdad guille? —Luis dio un paso al frente aclarando su voz para sonar seguro. Moviendo su brazo derecho frente al pecho de Guillermo con la palma de la mano abierta sobre este.

—Tssk.., Si, lo sentimos señor... no volverá a pasar —Exclamo Guillermo sarcástico mirando directamente a los ojos de Alejandro.

—Mas les vale, y la próxima vez trátenme con el debido respeto y no me vuelvan a alzar la voz. —Alejandro enderezo su postura y observo al público que los observaba, saliendo del camino de los chicos y caminando lentamente con orgullo a su oficina. Sobre todo, vos, huérfano. —Mirando de reojo nuevamente a Guillermo de forma burlona mientras se marchaba.




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