Arcania : El Principe Exiliado Y La Heredera De Fuego

CAPÍTULO 35: La maldición del fuego

CAPÍTULO 35: la maldición del fuego

Aideen salió corriendo y dando traspiés, la figura que se encontraba en medio del lugar con una terrible herida en el costado izquierdo, golpes sobre su rostro y brazos, llevaba sus usuales trenzas pero una de ellas estaba desecha, su vestido rojo tenía grandes moños dorados.

-          ¡Brigit!-  grito desesperadamente

Hana intentaba contener las lágrimas, Alek miraba a su alrededor (no sabría si en busca del culpable o de su hermano). Aideen sostenía a brigith entre sus brazos y rogaba que despertara.

.- Aideen… ¿qué haces aquí?  -  logro recuperar el conocimiento.

- Eso podría preguntártelo yo, pero por ahora guarda silencio no quiero que gastes energías -Alek y yo intercambiamos miradas – no te preocupes Brigith vas a estar bien te prometo que te repondrás, ¡Rápido! ¡Los medicamentos!-

Hana tenía la bolsa cogida y estaba a punto de dársela, pero Alek la detuvo.

- ¡¿Qué es lo que están esperando?!

- Aideen ha perdido mucha sangre, aun si la tratamos… no servirá de nada -

- ¡¿De qué están hablando?! ¡Ella se repondrá! ¡Ella va a estar bien¡

- Aideen… dile a Nolan que lo siento y a mama y  papa que los amo…

- De que estas hablando, tú vas a decírselos te llevaremos de inmediato con ellos y… - Aideen no podía seguir hablando, su voz se entre cortaba y sonaba ahogada

- Me alegro de verte, estoy feliz de estar con… -

No pudo terminar la frase, el grito de Aideen se escuchó por todo el lugar mientras se aferraba fuertemente al cuerpo de Brighit. Conocía a Aideen desde hace bastante tiempo y nunca la había visto llorar de ese modo; fue desgarrador.

- Yo… te juro Birgith que encontrare a quien te hizo esto…-  Aideen comenzó a despedir calor y su cabello a incendiarse, rápidamente les dije a los demás que se alejaran. – ¡y  le hare pagar! - 

No estábamos lo suficientemente lejos para no ser dáñanos y Aideen había olvidado nuestra presencia, rápidamente y al mismo tiempo Alek y yo creamos una doble cúpula como escudo, la magnitud de la ira de Aideen había alcanzado el grado que no solo el iceberg se había derretido, todo el alrededor se volvió oscuro, casi por completo cenizas.

- Tenemos que irnos para llevar… ir al reino del fuego – dijo Alek, Aideen seguía en el suelo frente a nosotros.

- Estamos muy lejos y no sabemos por dónde ir –  

Cuando Hana dijo eso un ave roja paso sobre de nosotros y se posó en uno de los árboles que a pesar de estar oscuros aun podía sostenerse en pie, Hana reconoció el ave que le había guiado, ella y Alek la siguieron mientras yo me quede con Aideen que aún seguía en el suelo. No paso mucho tiempo cuando ellos regresaron.

- Hay un bote – dijo Hana jadeando

- Más adelante esta la costa y hay un bote, si no mal recuerdo el reino del fuego se encuentra cruzando el estrecho, ¿cuantas gemas de agua nos quedan? Podemos utilizarlas para llegar más pronto – dijo Alek

- nos quedan 4 – le conteste

Lentamente me acerque a Aideen y le coloque la mano en el hombro.

- Aideen vamos, hay que llevarla al bote, yo puedo cargarla-

- ¡no! Yo puedo sola – con todas sus fuerzas cargo a Brigith hasta la costa

Cuando Aideen miro el bote se sorprendió, era un bote del reino de fuego; era extraño, el hecho de que el bote estuviese ahí y Brigith también no era  una coincidencia.

- El bote es muy pequeño, no podremos subir todos – dijo Hana

- Fred tu deberías de ir con Aideen, Hana y yo podemos quedarnos y esperar a que manden un barco – sugirió Alek

- Pero que pasara si son atacados ¿podrán arreglárselas? – pregunte

- Hana ira conmigo. Fred dame las gemas de agua, ustedes dos se quedan, avisare a alguien para que venga a recogerlos los más pronto posible he inspeccionen el lugar –  dijo Aideen seriamente, había indiferencia en su voz.

Miramos a Hana y Aideen partir en el bote, iban a toda velocidad gracias a las gemas y cuando apenas fueron un pequeño punto en el horizonte regresamos al claro  en busca de alguna pista pero no encontramos nada; si es que había algo Aideen lo hizo desaparecer.

Cuando regresamos de nuevo a la costa un brillo dorado en el suelo llamo mi atención,  este era un relicario del tamaño de mi mano, cubierto de sangre, con finos detalles tallado a los bordes y un agujero en el centro como si algo hiciera falta; dentro, había una pintura muy bien detallada de tres figuras conocidas, un hombre grande y fornido con cabello largo y barba pelirroja, una elegante mujer y la que estaba seguro era Aideen. Nunca había visto ese objeto y las dudas invadieron mi mente ¿dónde lo llevaría ella? Ni siquiera recuerdo si lo traía al empezar el viaje ¿Qué hacía en ese lugar? Y si ella no lo traía… entonces ¿porque razón Brighit lo llevaba consigo en un lugar como ese? Guarde el relicario en mi bolsillo sin que Alek pudiera verlo.

Una vez que la ayuda llego y arribamos al borde del reino de fuego, unos pescadores estaban esperándonos con caballos, nos avisaron que Aideen ya había partido rumbo al castillo y que debíamos apresurarnos si queríamos alcanzarla. Cabalgamos en silencio durante todo el trayecto y al llegar a la ciudad cerca el castillo podíamos notar como la noticia ya se había esparcido, los rostros preocupados, de tristeza y confusión.



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En el texto hay: dioses, habilidades especiales, aventura y amor

Editado: 29.04.2020

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