Capítulo 41: Fiebre en verano
Después de que Aideen y yo fuéramos arrastrados y se parados de Fred, Hana y Tsubasa una familia que vivía en un pequeño puerto nos encontró, todos vestían de color azul verdoso con rasgos del reino agua; todos fueron muy amables con nosotros, nos ofrecieron comida, ropa y un mapa de los alrededores. Aideen utilizaba un vestido verdoso y yo unos pantalones café con camisa blanca, me pidieron ponerme el chaleco verdoso pero me negué (no parecía muy favorecedor). Ayudamos en algunas cosas para devolverles el favor y después de eso nos marchamos hacia el norte en busca de los demás, desconocíamos si ellos seguían ahí, pero era la única pista que teníamos. Caminamos hasta que anocheció, le tocaba la guardia a Aideen pero se miraba cansada, cuando le pregunte si quería descansar se negó a cambiarme de lugar y con su terquedad no pude contradecirla.
La mañana siguiente el cielo estaba nuboso y Aideen me dirigía, ella sabía mucho mejor como ubicarse en un mapa. Todo el camino fue incomodo, no tenía idea de que hablar con ella y ella no me dirigía palabra alguna, intente hablarle y sacar algún tema de conversación pero ella siguió callada, parecía estarme ignorando así que me acerque a ella y la tome del brazo para que volteara a verme, sus mejillas estaban rojas y su piel se sentía más cálida de lo normal, parecía un poco aturdida.
- ya casi llegamos a la sima.- dijo, yo pensé que me golpearía o se enojaría pero me contesto con una voz suave.
Seguimos hasta llegar, pero para nuestra mala suerte era un camino cerrado debido al deslave provocado y no había rastro de los demás, y para el colmo comenzó a llover. Nos refugiamos debajo de un gran árbol y nos cubrimos con las capuchas que los habitantes nos habían dado. Había escuchado de la lluvia pero nunca la había visto caer naturalmente desde el cielo, Aideen no parecía impresionada y solo miraba a la nada con cara de preocupación mientras se cubría. La vista sí que era esplendida todo tenía un tono gris, los árboles, plantas y demás se miraban mucho más vivas y el sonido de la lluvia era relajante para mí. Cuando me voltee para decirle a Aideen que podíamos seguir en la lluvia sin preocupación me sorprendió verla con lo que parecían ser lágrimas en su rostro.
- ¿Aideen estas bien? – le pregunte a lo que ella actuó rudamente y me golpeo en el brazo - ¡¿Qué es lo que te sucede?! Solo quería saber si estabas bien
- ¡No necesito de tu compasión, gracias!
- ¿De que estas hablando?
- ¡Todo esto es tú culpa! – me señalo con el dedo bruscamnete.
- Mi culpa, ¿desde cuándo tengo yo la culpa?
- ¡Desde el principio! si tú no te hubieran involucrado con nosotros nada de esto hubiera pasado, no estaríamos en este ridículo viaje buscando a tu hermano, Fred no se hubiera lastimado, mi madre y los padres de Fred no estarían tan preocupados, Hana tal vez seguiría estado con sus amigas y Brigith estuviera viva.
Tenía tanto odio acumulado, pero no lo estaba proyectando como de costumbre, algo no estaba bien; lo sabía, pero sus palabras fueron irritantes y no podía quedarme callado.
- No puedes culparme de todo lo que ha estado pasando, por si no lo recuerdas yo intentaba mantenerme alejado pero eran ustedes quienes se entrometían.
- Yo nunca acepte que estuvieras cerca de Fred. Desde el principio sabía que serias un problema. Cuando tropezaste con Hana en la entrada, lo del aula y todos los otros problemas que has causado. ¡casi pierdo a Fred por tu culpa! -
- Creí que eso ya lo habíamos superado -
- ¡¿Superado?! ¿Cómo esperas que supere que una de las personas más importantes de mi vida estuviera a punto de quedar congelado para siempre?
- ¡al menos así podrías comprender cómo me siento!; pero no, no eres más que una niña malcriada. Desde el momento en que te conocí pude notarlo, tu manera tan altanera de hablar, la forma tan brusca en la que interactúas con los demás, no tienes ni la más mínima delicadeza más que para ocultar las apariencias como tu madre te lo pide.
- Para que lo sepas yo y mí malcriada forma de ser te hemos salvado el trasero en más de una ocasión, no eres más que un hipócrita.
“¡Cállate de una vez!” Le grite mientras la tomaba del cuello y ella fuertemente me tomo de la muñeca, se sentía caliente al tacto, su rostro estaba más rojizo y me miraba como un animal herido, la lluvia comenzó a ser más fuerte y la solté abruptamente, me di la vuelta y tome camino.
- ¿Y así es como acabara? ¿te iras dejándome sola? -Me pare un instante pero aun si voltear le conteste
- creo que ya has dejado suficientemente claro que no quieres tenerme a tu alrededor, que nos quedemos discutiendo en la lluvia no nos ayudara, no encontraremos a los demás, tu no podrás saber qué fue lo que le paso a tu prima y yo no poder saber qué es lo que sucedió con mi hermano. No eres la única pasando por momentos difíciles, no puedes simplemente culpar a los demás de todo lo que está pasando alrededor y huir. En ocasiones aunque sea difícil debemos enfrentar cualquier tipo de adversidades, aunque ellas sean inclusive nosotros mismos.
Durante mucho tiempo, mi rencor, mis celos y mi frustración me habían estado frenando, jamás hubiese podido recurrir a alguien más y cuando por fin me abrí a los demás y decidí que conocieran mi historia las cosas cambiaron. Me relaje un poco y aun dándole la espalda decidí hablarle.