Asesino Fantasma I I

Reiniciando la vida

Había pasado un mes y medio desde que terminaron los crímenes del Asesino Fantasma, Peyton no se sentía con fuerzas para seguir luchando contra el crimen como antes. Cuando salió por fin del hospital iba seguido a la cascada, y pasaba a ver al matrimonio Son, de quienes se hizo amiga, era tan parecida a su hijo que les alegraba que fuera a verlos, al darse cuenta del apego que tenía la joven por el lugar, le vendieron parte de sus tierras, donde había una cabaña, cerca de la caída de agua. Luego de dos semanas el lugar ya estaba arreglado, como ella deseaba irse a vivir allí, empezó a tramitar su retiro, una de las veces que fue a la ciudad a ver lo de los papeles, se encontró con su amiga Laura, trabajadora de Servicios Infantiles.

— Hola ¿Cómo te has sentido? — preguntó la mujer mayor.

— Mejor, pero quiero retirarme a vivir al campo.

— Te entiendo, necesitas otros aires.

— Exacto ¿Vamos a comer algo?

— Hay un nuevo lugar en el mall, seguro te gustará.

Llegaron justo para ver cómo los vigilantes se llevaban a un jovencito de unos 11 años, que abrazaba un gatito azul.

— Disculpa un momento Peyton — se acercó a los hombres y les mostró sus documentos para ver qué pasaba exactamente.

— Robó comida en un supermercado — explicó el guardia que tenía al niño del brazo — irá a la cárcel, es lo que hay que hacer con estos ladronzuelos.

La ex detective vio rabia y dolor en los ojos del niño, le hizo acordar a Piccolo.

— Peyton, cariño, voy a conversar con estos caballeros para hacerme cargo del procedimiento.

— Por mientras trataré de hablar con el pequeño — lo tomó suavemente del hombro y se alejaron a un rincón del lugar.

— Bueno — la mayor de las dos volteó hacia los vigilantes — miren....

— Hola — la de ojos verdes solo obtuvo silencio — que lindo gatito ¿Puedo hacerle cariño?

— Es arisco con los extraños.

El niño quedó asombrado al ver como el animalito se dejaba acariciar por la mujer.

— Que bonito eres, quieres que te tome en brazos — el felino se acurrucó en el regazo de Peyton — que cariñoso es.

— Es un traidor que se va con cualquiera — dio vuelta la cara enojado.

— Dime ¿Y tu familia?

— Qué te importa — su mirada se volvió melancólica.

— ¿Cómo se llama? ¿Conociste a tu amigo en la calle?

—Se llama Puar, antes de morir mis padres me lo reg... — se dio cuenta que le estaba diciendo demasiado de sí, guardo silencio, por más que lo intentó la joven no logró hacerlo hablar de nuevo.

Su amiga por fin consiguió que le dieran al pequeño, iba a llevarlo al juzgado, donde lo mandarían a algún reformatorio. Pero el niño no quería dejar al animal.

— Debo cuidarlo, no lo dejaré botado.

— Lo siento, no puedes llevarlo, pero veré que cuiden de él, en un refugio de animales le conseguirán una familia.

— No... Puar... te encontraré, nadie nos separará, te lo prometo — dijo mascando las palabra con rabia.

— Yo me quedaré con él — no dejaría que el pequeño a parte de todo se desesperará por la suerte que tendría el gatito.

— Lamento que no pudiéramos almorzar — se disculpó Laura.

— Tranquila, nos podemos ver otro día — le acarició la cabeza al pequeño, y le dijo — prometo cuidarlo bien, nada le faltará.

— Sólo yo — el niño lloraba de rabia e impotencia.

Pasó una semana y Peyton no había podido quitarse de la mente la mirada del pequeño, tenía mucho odio, si nadie hacía nada, terminaría mal, como su amado Piccolo, el niño necesitaba que alguien lo ayudará.

Unos días después en la oficina de servicios infantiles.

— Qué sorpresa — Laura saludó de beso a su amiga  —¿Cómo te ha ido con el gatito?

— Bien, pero echa de menos a su amigo ¿Cómo se llama el niño?

— Yamcha, era hijo único, sus padres murieron en un accidente, desde entonces en cada lugar que lo ponen, se escapa, siempre anda con ese gato.

— Es el único ser al que se apegó — así como él lo hizo con Gohan pensó.

— Exacto... ¿Qué te pasa? No vienes sólo a almorzar conmigo o no — estaba segura de eso desde que la vio entrar.

— ¿Puedes lograr que me den su custodia?

— Amiga, es un caso perdido — la miró tratando de convencerla que desistiera — te aseguro que de adulto vivirá entrando y saliendo de la cárcel.

— Me recuerda a... un amigo que perdí hace tiempo, quiero ayudarlo, mi casa en el campo tiene dos dormitorios, él puede quedarse en uno — vio la mirada de duda de su amiga — yo me hago responsable de él.

— Esta bien, vamos a pedir que seas su tutora legal, por tus antecedentes no creo que demore más de una semana que te autoricen.

En el tiempo que dijo su amiga, Peyton pudo llevarse a Yamcha a su casa, pero éste se mostraba desconfiado.

— Nos vemos amiga — se despidió Laura — y mucha suerte. La vas a necesitar.

Al llegar a la cabaña la morena puso su mejor cara seria para hablar con el jovencito.

— Mañana veremos cuáles serán tus labores, aparte de ir a la escuela, por supuesto — le dijo la mujer al niño — ahora come y anda a acostarte.

— No tengo hambre — respondió hosco.

— Entonces ve a dormir.

— Vamos Puar — apremió el pequeño, pero el gato no quiso dejar a la mujer — a dormir — se lo llevó.

A medianoche Yamcha salió sigilosamente del cuarto, la ex detective estaba en un sillón, a oscuras.

— Si vas al baño, es por allá — le indicó ella tranquilamente.

— Heee... — se sobresaltó el jovencito — ¿Por allá dijo? — al volver se acostó y cerró con llave la puerta.

Temprano en la mañana el niño aprovechando que no sintió a nadie en la casa, tomó al gato, abrió la ventana y corrió, luego de una hora llegó por fin a la ciudad, donde lo esperaban.

— Te demoraste mucho — Peyton miró su reloj — yo llegué en 40 minutos, pensé que te habías perdido. Vamos a inscribirte al colegio.



#6644 en Fanfic

En el texto hay: esperanza, dolor, rabia

Editado: 19.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.