Asesino Fantasma I I

Soy Justicia

— No, es muy joven para tener esposa. Te quedarás conmigo en mi cuarto — que dolor de cabeza, pensó Peyton, tendré que estar muy pendiente de ellos, sino tendré que abrir una sala cuna también.

En el pueblo a ese lugar le decían la granja de los fenómenos, pero a ella no le importaba, estaba feliz con sus niños, quería que esos jóvenes no siguieran el camino del odio que llevó a su amado a la muerte.

Durante este tiempo el "Asesino Fantasma" llegó al planeta Namek, empezó a matar sigilosamente, al principio eran hechos aislados, luego ya fue a mayor escala, llegó un momento que todos culpaban a los demás, nadie estaba tranquilo, se formó una sicosis ya que cada muerte era peor que la anterior, nadie quería arriesgarse a salir de su casa, así que los cadáveres se pudrían en las calles.

En sus correrías se llevó una gran sorpresa, todavía quedaban unos pocos namek con vida, trabajaban como esclavos para los que vivían en el palacio, a los guerreros los hacían luchar contra animales que le amputaban los brazos o las piernas, sólo por el placer de verlos regenerarse, a los jovencitos del Clan Dragon más agraciados físicamente los obligaban a vestir como mujer, y los tenían en un harén para la diversión de los invasores, todo esto enfureció sin límites a Piccolo, y le hizo perder los últimos atisbos de cordura que tenía, ahora no le perdonaría la vida a ninguno de los extranjeros.

Una noche en el castillo.

— Hola — dijo entre las sombras el namek que llegó de la Tierra a uno de los suyos que estaba cerca.

— No tienes collar — se extrañó Nail, todos ellos usaban ese símbolo de esclavitud.

— Yo no pertenezco a nadie.

— ¿Cómo te llamas? — no lo reconoció.

— Piccolo, me mandaron en una nave lejos cuando nos atacaron estos malditos.

— ¿Por qué volviste?

— Soy justicia — se fue antes que alguien más lo viera.

Nail le contó su encuentro al Gran Patriarca, que era el rehén principal de los conquistadores para que los demás los obedecieran.

— El pequeño Piccolo — su padre cerró los ojos para recordarlo — su corazón está lleno de odio y maldad — suspiró — era un niño tan tierno cuando nació — abrazó angustiado a su hijo más pequeño, Dende.

Luego de unos meses, sólo quedaba la familia real y la guardia encerrados en el Palacio, aterrorizados con la muerte de todos los demás.

— Señor, debemos irnos, este planeta está maldito, todos los fantasmas de quienes matamos se están vengando.

El Rey miró con desconfianza a todos en el cuarto.

— Debe ser alguno de ustedes que quiere quedarse con el trono.

— ¿Pero por qué matar a todos? — le rebatió el mismo guardia — ya no hay sobre quienes gobernar, excepto esos insectos verdes que vivían cuando llegamos.

— Espera ¿Y si alguno de ellos escapó y es el asesino? — meditó el monarca.

— O llegó de otro planeta a hacer justicia — dijo Piccolo con voz fría.

— Cuidado — gritaron los soldados, poniéndose frente al soberano.

Mientras el "Espectro Asesino" despedazaba miembro por miembro a la guardia, el Rey huyó por los corredores, seguido de los gritos de desesperación y dolor de sus hombres, en el momento que todo quedó silencioso, llegó al fondo de un pasillo sin salida, cuando quiso devolverse, vio acercarse al namek bañado en sangre.

— Déjame vivir, prometo irme y no volver a molestarlos jamás.

— Eres un cobarde, no me has preguntado por tu mujer y tus hijos.

— Si quieres quédate con ellos, pero no me hagas daño — volvió a suplicar el humano.

— Ven a verlos.

Lo llevó tomado de la cintura a la parte más alta del Castillo, así el hombre pudo ver la matanza que había por el lugar, allí lo clavó de la espalda en la punta de una torre, mientras el monarca convulsionaba, empezó a sangrar levemente por los labios.

— Ya que veo que no te importan, acabaré rápidamente con ellos — los tenía encerrados en una habitación del castillo, lanzó una ráfaga de ki al lugar, se escucharon unos gritos que casi enseguida se acallaron cuando el lugar desapareció.

Mientras los esclavos salieron a ver qué ocurría, muchos lloraron al ver los muertos, y de qué forma fueron asesinados, sobre todo porque no perdonó ni a los más pequeños.

Piccolo se volvió al Rey con aire victorioso.

— Ahora es tu turno.

Le dirigió el láser de sus ojos a la cara deshaciendo la carne, durante todo este doloroso proceso el rey aulló de dolor, hasta que por fin le llegó la muerte, pero su verdugo no contento con eso siguió hasta que deshizo toda la cabeza.

— Por fin son libres — les dijo a los de su raza, pero nadie celebró — ¿Qué pasa? Ahora no tenemos tiranos sobre nuestros.

— Te agradecemos habernos liberado, pero está no era la manera — dijo triste el Gran Patriarca.

— Mataron a casi todos nuestros hermanos, a ustedes los tenían como animales, a los jóvenes los violaban ¡¡¡Y me dicen que esto que hice no es justo!!! — terminó gritando desesperado.

— No puedes hacer el mal a todos por lo que hicieron algunos — el padre de todos tenía de la mano a Dende, a quien vio con ternura — ¿Todos eran malvados?

— ELLOS SON LOS RESPONSABLES DE LO QUE SOY AHORA — se fue a su nave que estaba escondida en una cueva en un cañón a tranquilizarse, no quería descargar su ira contra su propia gente.

— La oscuridad ha llenado su corazón ¿Hay algo que podamos hacer para ayudarlo? — preguntó a su padre Nail preocupado.

— Nada, debe encontrar al menos un ser de luz que desee de corazón sacrificarse por él para que pueda volver a ser lo que fue alguna vez.

Piccolo trato de encajar entre los suyos, pero no se sentía a gusto, de nuevo las ansias de matar lo atormentaban, se acostumbró a acechar, necesita sentir sangre en sus manos, así que luego de casi dos años allí decidió volver a la Tierra.

Mientras, en el tercer planeta del sistema solar, en la casa de la ex detective rondaba un desconocido.



#6643 en Fanfic

En el texto hay: esperanza, dolor, rabia

Editado: 19.04.2020

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