Atados a nuestra propia realidad

Capitulo 3

— ¿Espiando a los vecinos? — Pregunto papá desde la encimera, acomodando las cosas que compro. Por mi parte me quede estática.

Así que, era él

— ¿No es muy temprano para estar conquistando chicos?...

Me deshice de mi pose defensiva.

Rodeé los ojos, ignorando su pregunta como siempre, me senté al frente de él, ayudándolo a sacar las compras. Luego de darnos una mirada a cada uno, como diciendo telepáticamente buenos días. Sin decir ninguna palabra más, nos concentramos en acomodar las cosas. Y mientras tanto, agarré un vaso de cristal de la repisa y me serví un poco de yogurt.

Ya empezaba a tener hambre.

Le di un buen trago al yogurt, lo que fue una mala idea. Mi rostro se transformó en una mueca por el sabor, sabia ligeramente raro, pero lo que fuera no sabía para nada a yogurt.

Dios mío, quiero vomitar.

— Cuándo compraste las cosas.... ¿te fijaste en la fecha de... ­ — tosí, queriendo vomitar todo el líquido que ya estaba en mi estómago — vencimiento?

Papá me miro confundido. Se levantó de la silla y me quito el vaso para probarlo, escupiendo enseguida el líquido en el lavamanos con una expresión en su rostro de cuando alguien acaba de ser estafado, eso le pasa por no fijarse bien en las etiquetas.

— Al menos la leche le falta tres meses para su vencimiento — Dije, revisando las demás cosas, soltando una leve risa por la situación — Para la próxima avísame y voy yo a comprar — Avisé, cambiando mi tono de vos al notar la mirada penetrante de papá.

Después del caos que se nos hizo para acomodar y desayunar al mismo tiempo aún seguíamos teniendo mucha hambre, así que me ofrecí a comprar algo más nutritivo para que comamos. Subí a mi cuarto cambiándome de ropa, agarrando lo primero que encontré en mi mochila; jeans rasgados de color celeste con una remera tirante blanca, me puse las zapatillas blancas y por ultimo me hice un rodete de mala gana.

Al bajar, agarré una bolsa de compras y me fui a una tienda que, según mi GPS, estaba un poco lejos, pero aun así era el más barato.

Cuando pensé que estaba perdida, doblo a la izquierda y justo veo el mercado...

Max-súper 24 hs...

Entre a la tienda recibiendo un "buenos días" de la cajera, le sonreí y seguí mi camino hacia la parte de las neveras, en donde se podía escuchar mejor la canción que estaba sonando en el mercado.

Era Ocean eyes, una canción que hablaba de esos ojos oceánico que amaba más que a nada en el mundo, y no se refiere a un chico específicamente con los ojos celestes, para mi era esos ojos que te dejan sin pensar y que por alguna razón lo asociaba a algo que le provocaba mucha intensidad y tristeza a la vez. Eso era lo que me transmitía, la cosa es que nunca me considere escuchar canciones románticas y lo que me provocaba esta canción, era otro nivel para mí.

I've been watchin' you for some time

Can't stop starin' at those ocean eyes

Burning cities and napalm skies

Fifteen flares inside those ocean eyes

Your ocean eyes

Quien diría que una música tan romántica, me levantaría el ánimo. Ignore lo que decía la canción y empecé a tararear, mientras buscaba leche y yogurt, agarré las que estaban más frías y por si acaso me fije en la fecha de vencimiento.

11/12/2019...

Solté un suspiro aliviada, falta un año para que se caduque, así que no perdí tiempo y lo puse en mi bolita de compras con tres más de esas y me fui a la sección de galletas.

Nunca eh tenido dificultad con respecto a las decisiones, siempre fui sencilla y simple, pero a la hora de comer, todo se me complicaba. Podía estar horas decidiendo que llevar de comer y por esa razón prefiero que mi papá cocine, a estar 30 minutos para elegir si combinar el arroz, con huevo o salchicha.

Y al estar frente de la estantería, era bastante obvio que me quedaría un buen rato aquí.

— Mierda — Reproché, viendo el estante lleno de galletas y desgraciadamente deliciosas — ¿Y ahora qué hago? Todas se ven tan apetecibles — Murmuré, como una loca sin que me vean.

¿Por qué es tan difícil elegir galletas?, nada tiene sentido, se supone que debería ser sencilla con cualquier cosa, en cambio, aquí estoy parada desde hace veinte minutos pensando si podría llevarme una de cada una.

— Te recomiendo las Levain Cookies — Una vos extrañamente conocida, se escuchó detrás de mí — Son muy populares aquí en New York.

Me voltee confundida, demasiado nerviosa para admitirlo. Y al ver ese rostro perfecto, esa cabellera tan suave con sus mechas blancas, mientras sonaba la canción de fondo.

No fair

You really know how to make me cry

When you gimme those ocean eyes

I'm scared

I've never fallen from quite this high

Fallin' into your ocean eyes

Those ocean eyes

No tu otra vez, pensé irritada.

Trague fuerte.

Ansiosa.

Nerviosa.

Un poco asustada por los latidos de mi corazón.

Y por lo que me provocaba tan solo su cercanía.

Sin saber cómo actuar, solo le mostré una media sonrisa y volví mi vista hacia las galletas, en donde estaban aquellas que me menciono en una bolcita de plástico envueltas. Sin decir nada, agarré dos paquetes rápidos y me dirigí a la cajera.

Por favor, no me sigas...

Por favor, no me sigas...

— Un dólar con dieciocho centavos — Con mi mirada atónita, saque el dinero y se lo entregue lo más rápido posible... — ¿Quiere una bolsita?

— No gracias — Contesté rápido, saliendo del mercado.

Mis pies no se detenían ni un segundo, no sé qué me ocurría, aun así, sabía que tenía que alejarme de él lo más pronto posible.

Al parecer hoy fue el mejor día para ir a comprar justo en el mercado en donde yo fui, no suena lógico para nada, hay otro más cerca de donde vive.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.