Atados a nuestra propia realidad

Capitulo 4

Inicios de clases.

Tres palabras y 15 letras, que aterran a más de medio mundo de adolescentes en el país. Clases, exámenes, abortos... En términos sencillos, todos es una basura.

¿Qué tiene de interesante esto?

Nada.

Solo es una escuela grande lleno de humanos poco profesionales que no saben aprovechar el más mínimos esfuerzo para sus clases. No hacen nada todo el año o dejan la escuela sin razón alguna. Por alguna razón tengo las esperanzas a media de que esta escuela sea algo apropiada.

— ¡Papá, se nos hará tardé! — Exclamé, estaba segura de que si no le avisaba aún seguiría ensayando.

Ayer estuvo hablando con algunas compañías sobre trabajo. Hoy tendría una entrevista y quería dar la mejor impresión posible. Al escuchar los pasos bajar, me levanté de la mesa poniéndome las zapatillas. Observe como lucia, tenía su traje bien hecho a la medida y su portafolio en la mano, con su pelo peinado hacia atrás, se nota que quería obtener el trabajo.

Digno de un empresario, pensé...

Estaba más que claro que no lo diría en vos alta. En un futuro, tal vez, pero no ahora.

— Perdón, hija — Contestó, mirando para todos lados, como si estuviera buscando algo.

No puede ser...

Hasta me da miedo preguntar...

— No me digas... — No quería decirlo — Olvidaste en dónde dejaste las llaves ¿Verdad?

Esbozó una sonrisa. Sin embargo, no era de esas sonrisas graciosas o burlonas que él siempre mostraba, si no de esas sonrisas de que la cago en grande. Rodeé los ojos pasando por su lado, buscando debajo del sillón. Y es ahí en dónde los vi, no estaba muy lejos, así que no se me hizo tan difícil en alcanzarlo.

¿Como llego las llaves hasta allí?

No tengo la menor idea.

— Espero y sepas la próxima vez en dónde los dejas — Reproché, entregándole las llaves.

Cuando nos subimos al auto, debería estar pensando "llegaré tarde, maldita sea". Muy poco me importaba ahora. Solo quería llegar a la escuela y ya.

Papá dio en marcha el auto, conduciendo por las calles de New York. No era tan lejos como pensaba, al llegar se estaciono en frente de la escuela.

— Llegamos hija, ¿Quieres que te acompañe hasta tu clase? — Preguntó, quitándose el cinturón.

— No será necesario.— Conteste tosco— Conozco el camino y si me pierdo, le preguntaré a alguien, no es tan difícil. —Dije, agarrando mi mochila.

— Está bien, ten un buen día.

—Mmm— Asentí— Y tu, espero que .... —Me quede pensando un rato, pero luego saque esa idea de mi cabeza y antes de volver hablar aclaré mi garganta— Espero que consigas ese empleo — Dije, antes de bajar.

Apenas se fue, me quedé un rato viendo el título de la escuela.

Fiorella h. La guardia high school...

La escuela más prestigiosa de New York.

O eso había escuchado decir, pero no me convencía tanto, así que me tome el tiempo de investigar que muchas celebridades, que supongo que habían estudiado aquí, la mayoría se graduó con honores y otros no.

Las excusas más famosas que había leído y escuchado, fueron...

"Fue para perseguir mis sueños"...

¿Cómo logras cumplir tus sueños si nos has conseguido la base para lograrlo?...

Desde que era chica, papá siempre me dio a entender que puedes perseguir tus sueños las veces que quieras. Proponerte a hacer lo que quieras en tu vida, dibuja, averigua todo lo que no sabes o que tengas curiosidad, escribe tus pensamientos y dedícate cartas, pero primero estudia ese sueño y luego lo irás explorando a lo largo de tu vida. No lo sabrás todo en la escuela, pero si la base de ese sueño para poder crecer.

Dejando de lado mis pensamientos, entró a la escuela.

El espacio es gigante y fresco, algunas de las paredes están cubierta de espejos gigantes, en otras está de celeste y en parte más pequeñas contiene un cálido color beige. Sigo caminando llegando al segundo piso, analizando que hay casilleros en los pasillos y a lo lejos pude visualizar mi aula quue por la puerta cerrada, deduje que ya está comenzando la clase.

6-A

Esta bien, nada malo podrá ocurrir.

Con dos ligeros golpes, una mujer no tan joven me abrió la puerta con un libro en sus manos, tenía el ceño fruncido mirándome por la línea que dejaba caer sus lentes.

¿Piensa que eso me va a hacer temblar de miedo?

— Si ya dejó de observar, ¿me podría dejar pasar? mi mochila de verdad me pesa— Cuestione, aburrida de esta conversación que ni siquiera acababa de pensar.

— Sería un gusto para mí, pero tarde es tarde — Reprocho la desgraciada, cerrando la puerta en mi cara.

Al cerrar, el aire golpeo fuertemente con mi rostro, lo cual, no me gusto para nada. Quede en completo shock sin poder cree que allá hecho eso. ¿De verdad piensa que esto quedara así?.

Bufe, claro que no.

Abrí la puerta pasando por su lado sin importarme nada. Busque un lugar solitario y al ver que la primera mesa al lado de la venta no había nadie, me senté cómodamente ignorando la pose ridícula de la profesora. Sus manos estaban cruzadas sobre su pecho, con el pie inclinado hacia su izquierda.

Pose digna de una mujer que no tolera a los adolescentes.

— ¿Usted no entiende lo que acabo de decirle, jovencita? — Preguntó, haciendo notar su enojo.

— Entendí cada sílaba que salió de su boca — Establecí sin mirarla, sacando mis útiles y carpeta — Al parecer la única que no entiende es usted.

— ¿Disculpa.? — Preguntó, sin poder creer lo que acababa de decir.

Al terminar de ordenar mi mesa, la miré de pies a cabeza; Tacones rojos bajos, vestido floreado con anteojos rojos y una coleta larga.

—No.—Negué con mi cabeza, al notar su confucion seguí— No la disculpo y al parecer usted es la que no me entiende.

Si su cara ya estaba enojada, ahora estaba peor.

—! Escúchame jovenci...

— ¡No! Usted escuché lo que voy a decir y espero que sepa en lo que se está metiendo — Indiqué más enojada de lo ya estaba — ¿Sabía usted que tiene acceso a toda la información de que las primeras semanas de clases se puede aceptar hasta treinta minutos de llegada tarde?




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