Atados a nuestra propia realidad

Capitulo 6

Los recuerdos son efímeros.

No importa cuánto te esfuerces por volver a memorizar el mismo momento con muchas ganas, nada sera igual como antes, porque solo serán imágenes que pasan por tu memoria sin distinción alguna. La euforia no será la misma con la que disfrutabas antes, y los sentimientos que sentías aquel día no son más que recuerdos vagos, sin sentido ni apariencia. No obstante, cuando vuelves a recordar esos minutos, segundos o horas de los recuerdos más guardados en nuestras memorias, caemos en la realidad de que solo son borrosos o lo más seguro es que ni lo recordemos correctamente. Las risas alegres pasan a segundo plano y solo son risas ajenas al sonido. Y en una ocasión cualquiera, aparecen recuerdos que no son nada más que algo incierto para nosotros, ya que ni sabemos a quién le pertenecen, aun así, siguen en nuestra memoria. Divagando en lo profundo de las mentes, sin saber lo que hacer o como hacerlo. Y en ese preciso instante, nos damos cuenta que nada es como lo recordamos.

Es muy frustrante.

Lo pensé mientras me levantaba luego de aquel sueño que ahora era borroso. Lo seguí pensando al caminar hacia la escuela y lo seguía pensando mientras escribía lo que dictaba el profesor y mientras comía en el almuerzo con Jeff.

Otra vez.

Ya era el tercer día que faltaba Amelia. Así que me puse manos a la obra en poner más atención a las clases para luego explicarle lo que no entendiera. Sin embargo, me costaba hacerlo, aún sentía una sensación incomoda en el pecho desde que desperté, era incómodo y no lograba concentrarme en nada, ni siquiera cuando hablaba Jeff.

Y cuando Jeff hablaba, no hay quien lo pare.

—Y luego le dije Vete a la mierda y todos se me quedaron mirando, pero seguí tu consejo de aquella vez — Sonrió orgulloso— Me dijiste que no hay que mostrá miedo a nada y me fui con la frente en alto sin importarme, por primera vez, lo que dijeran las demás personas de mi alrededor. — Termino de decir, con una sonrisa inmensa.

De toda la historia que había contado, solo un fragmento llegue a escuchar y aunque no lo dijera, estaba orgullosa de él como persona. Y como siempre estaba atento a mis gestos, se dio cuenta que algo estaba mal. Cómo siempre en estos días.

— Adhara, ¿Te sientes bien? — Preguntó Jeff preocupado, comiendo papas fritas.

Aún no tengo claro porque lo dije, pero necesitaba sacarme esta sensación que me incomodaba.

— ¿Te has preguntado algunas veces que todo lo que sentimos, ya no lo volvemos a sentir nunca más? — Pregunté de repente.

Jeff dejo de comer, pensando.

— ¿A que te refieres? — Pregunto confundido.

— A lo efímero— Conteste.

— Entonces, siéndote sincero solo una vez en mi vida me lo pregunte.

— ¿Cuando?— Indague.

Jeff torció un poco el labio, disgusto con la conversación, pero no podía prestarle atención a nada más que su respuesta.

— Puedo ser chistoso y hablador algunas veces, pero...

Desvió mi mirada y mi paciencia tenia un limite.

— Solo dilo — Insistí, casi gritando.

Cerro sus ojos un poco enojado y luego me miro.

— En el momento en que mis abuelos fallecieron — Espetó, después de un rato.

Mierda.

Su mirada era calmada, por lo tanto, detrás de esos ojos sabía que guardaba sus recuerdos más profundos. Y yo los había abierto sin consideración.

— Lo siento, no quería insistir con eso, es que suelo ser impulsiva con lo que me molesta y solo quiero conseguir una respuesta—Intente justificarme, pero vaya que era inútil hacerlo.

Sonrió a medias, pero no dijo nada.

Trague grueso.

Sabía que esto era un tema delicado y decidí que era mejor esperar a que hablará.

— Solo termina de comer Adhara.

Y eso fue lo ultimo que dijo antes de seguir comiendo.

Al ver sus ojos, me di cuenta que jamás podrá olvidarse de ellos, siendo fuerte a cada instante de su vida hasta llegar ahora.

"Recuerda ser fuerte mi niña, ¿sí?"...

Mi estomago se encogió y mi respiración se detuvo al recordar esa voz, esa cara, su sonrisa. Sabia perfectamente a quien le pertenecía y me dolía tanto recordarla.

Cierre los ojos con fuerza, intentando calmarme.

Nunca fui de contar mi historia ¿A quién le importa lo que diga? Fui al psicólogo dos años consecutivos en mi infancia y no logré dar ningún avance según el doctor William. Papá no podía pagar otros psicólogos y desde ese día jamás se volvió hablar de ese tema ni con mi familia, ni con mi padre.

Apreté las manos en mi regazo, fuertemente.

— No necesitas humillarte, Adhara, solo respira y cálmate. — Susurre, para mí misma.

Respire profundo uno y otra vez.

De todos modos, ¿Para qué necesito un Psicólogo?

— ¿Adhara? — La vos de Jeff hizo que volviera. — ¿Todo está bien?, te noto ausente.

Disimule mi respiración un poco agitada.

— S-si — Murmure, nerviosa. — Solo... olvide que tenia cosas que hacer.

Me levante de la silla rápido y camine hacia el basurero para tirar la comida e irme al baño. Corrí lo más rápido posible al baño rezando de que no se encontrara alguien, desde lejos lo pude ver y suspire de alivio al observa de que no había nadie. Abrí el grifo y me enjuague la cara con abundante agua fría.

Necesitaba calmarme.

—Necesitas despertar...

Esa vos.

Aquella vos en mi cabeza.

Ignore esa voz que murmuro, mirándome al espejo. Una lagrima se derrama por mi mejilla, retirándola de inmediato.

— Solo cálmate, Adhara, tu eres ... — Exhale el aire — Más fuerte.

Que pesadilla.

Después de ese casi ataqué de pánico, fui a mi curso correspondiente.

Con el tema de Marcus, no ha dado señales de vida en las últimas semanas y como siempre mi cabeza no para de pensar «¿Será que le pasó algo? ¿Está enfermo? ¿Y si ya se enteró que también voy a la misma escuela? ¿Será que no me quiere ver por eso?». Muchas preguntas y de ninguna sabia la respuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.