Lento.
Así describiría este día.
El tic tac del reloj se escuchaba por todos lados y solo quería irme cuanto antes. Cada segundo me parecía una eternidad y una parte de mi quería salir de aquí e ir directo en donde estaba Marcus, decirle todo, poder sacar este nudo en mi garganta. Aclarar lo que no pudo ser conversado hace más de dos días. No obstante, la otra parte no tan social de mí, dice que deje esto para otra ocasión y lo deje asimilar un poco más de tiempo.
No puedo, ayer no resistí el impulso y fui a su casa, pero lo extraño es que no había nadie. Hoy fui temprano a su entrenamiento y tampoco estaba. Como siempre no lo iba admitir en vos alta, pero me preocupaba y a la vez me irritaba de sobre manera estar así, cuando en realidad quería arreglar las cosas.
— ¿Arreglarás las cosas con él? — Murmuro Amelia.
Y como si no fuese obvio, fue la primera y la única persona que le conté sobre ... lo que sea que haya pasado con Marcus.
Estábamos al final de la fila, junto a la ventana y se podría decir que este era nuestro lugar; era silencioso y refrescante, dos combinaciones relajantes.
— No lo sé, creo que tengo que dejarle el espacio, supongo que confesarse a alguien no es fácil. ¿O eso supongo que hizo? — Aún no lo tenía muy en claro sobre "los sentimientos".
— ¿Supones? ¿Acaso te falta algo? — Contesto incrédula — Es muy obvio que le gustas. — Indico, segura de su decisión.
— No estoy segura, pero lo que si es que lo dejare hasta que tenga el tiempo de ¿asimilarlo? — Suspire, más estresada — Ni yo sé que hacer.
— ¿Qué es lo que vas asimilar? ¡¿Cómo es que no lo sabes?¡ — Reprocho más fuerte de los normal y eso si me sorprendió al punto de abrir los ojos por lo fuerte que sonó en el aula.
El profesor se dio vuelta, regañadas de forma silenciosa con su mirada.
Ahora si estábamos en problemas.
— Es la última vez que lo repito, niñas. — Fue lo último que dijo, volviendo a la pizarra.
Suspire aliviada.
— Perdón, perdón — Contesto Amelia, como si nada. A veces pienso que soy mala influencia hacia ella. Los últimos días ha tomado bastante confianza.
— ¿Puedes calmarte? — La regañe en silencio — Nos echaran si no te callas.
Amelia, solo mantuvo esa expresión que se ha vuelto muy cotidiana entre nosotras, pero lo que me molestaba era que ella siempre ganaba.
Ese maldito puchero.
Siempre que lo hace, como en estas ocasiones, no puedo enojarme con ella; Se ve muy tierna como si fuera mi hermana y ya sé que suena tonto en todos los sentidos ya que he sentido que la quiero más.
Muevo la cabeza para los costados con una sonrisa.
No puedo enojarme.
Al fin y al cabo, soy la culpable de que sea un poco gritona. Solo uno poco. Le acaricie el pelo molestándola, hasta que la directora entro sin tocar la puerta.
— Que desgraciada — Murmuro, Amelia.
Le pegue en la cabeza.
— Ahhh, esta vez sí dolió, Adhara — Se quejó, sobándose.
— Es para que te calles, un día nos meterás en muchos problemas, mujer. — Susurré cerca de su oído.
La directora se aclaró la garganta.
— Les quiero informar a todos ustedes, de como ya está llegando el mes de abril, sus profesores y yo hemos decidido hacer un campamento. — Todos empezaron a murmurar.
Amelia me miro emociona, pero no de alegría, sino porque sé que estaba planeando algo de por medio.
— Es una señal para que ustedes dos se hablen — Chilló emocionada.
Bufé.
— No exageres, solo pasaron dos días de ese asunto — Dije como si nada, sin embargo, en el fondo sabía que no era así.
— ¡Silencio ¡— La directora camino por cada fila, en un silencio Agobiante e incómodo, analizándonos a cada uno con su mirada penetrante.
Escuche como Amelia trago saliva por los nervios a flor de pie.
— Lo único que será diferente en esta excursión que se realizará este viernes apenas lleguen a la escuela, es que los profesores elegirán los grupos.
— ¡¿Cómo?¡ — Escuche quejarse a un grupo de compañeros.
— ¿Algún problema? — La directora hablo, dirigiéndose a ellos.
El chico al parecer se arrepiente de haber hablado, porque solo miro para otro lado.
La directora toma un suspiro, volviendo a hablar.
— Lo que quiero que aprendan en esta excursión es a trabajar en equipo y a dejar esos malos hábitos, o como nosotros lo llamamos la "Envidia y la irresponsabilidad" de todos ustedes. Lo único que queremos en esto es que tengan un "incidente", por ahí.
Todos rieron como si fuera gracioso.
Amelia se notó confundida y me susurro.
— ¿Qué quiere decir eso? Se refiere a un accidente o ¿algo así? — Murmuró.
Arqueé una ceja, mirándola seria. ¿Se está burlando o no sabe de verdad? Al notar mi inspección en ella, me observa.
— ¿Qué?, solo estoy preguntando. Te juro que no sé — Levanta las manos.
Suspiré pesadamente, volviendo a escuchar a la directora.
— Mañana se les entregara a sus padres las autorizaciones para que sus padres firmen. — Y esas son sus ultimas palabras cuando suena la campana — Hora del almuerzo.
Se fue sin decir nada más, caminando con esa aura de superioridad y con el don de intimidar. Decir que me agradaba estaba de más, pero ella se ganaba mis respetos.
Mientras guardábamos las cosas y nos dirigíamos al comedor, note el intento de Amelia que quería hacer en no preguntar, hasta que no lo pudo contener.
— Ya, no te estoy haciendo una broma o algo, pero ahora dime ¿Qué quiso decir la directora con lo de que no quiere un "Incidente"? — Enfatizó la última palabra, agarrando nuestras bandejas situándonos en la fila.
— ¿Tanto es tu curiosidad? — Conteste, avanzando.
— Vamos, Adhara cuenta, cuenta, cuenta — Dijo, saltando como una niña chiquita.
— Deja de hacer berrinches o haré como si no fuéramos amigas y te ignorare. — Establecí, con la idea de que se iba a callar, pero olvidé como era y solo sonrió.