4.6: La Intensificación

Pero el daño ya estaba hecho.
Las visiones no pararon.
Comenzaron a intensificarse. No solo en sueños sino durante el día. En medio de conversaciones. Mientras leía la Biblia. Especialmente mientras leía la Biblia.
Abría en Isaías y las palabras se derretían en la página, convirtiéndose en llamas que saltaban hacia mi cara. Abría en Apocalipsis y las bestias descritas emergían del texto tridimensionalmente, rugiendo con voces que hacían sangrar mis oídos.
—Lucía, algo está muy mal.
—Lo sé. Necesitas evacuación médica. Esto es... neurológico. O psiquiátrico. O...
—O espiritual. —Miré mis manos. Podía ver a través de ellas. Como si estuviera volviéndome transparente—. Me envenenó con algo más que drogas. Hay brujería en esto.
—Mateo, no empieces con—
—¡MÍRAME! —Grité—. ¿Parezco normal? ¿Me ves COMPLETO?
Lucía me miró, y en sus ojos vi horror genuino.
—Mateo... hay algo detrás de ti.
—¿Qué?
—Una sombra. Pero no es tu sombra. Es más grande. Con cuernos.
Me volteé. No vi nada. Pero sentí aliento caliente en mi nuca.