A veces me pregunto si Farai planeó exactamente esto.
No matarme. No convertirme.
Sino romperme justo lo suficiente para que sobreviviera, pero nunca volviera a arder.
Si ese fue su plan, funcionó perfectamente.
Soy un reverendo sin reverencia. Un predicador sin mensaje. Un cristiano sin Cristo.
Tibio.
Y en Apocalipsis, Cristo dijo que vomitaría a los tibios de su boca.
Supongo que estoy esperando que lo haga.
Pero sospecho que Él ya lo hizo.
Hace diez años.
Cuando bebí de la calabaza.
Y escupí el fuego.