Atrapados Entre Filo y Fuego

Capitulo 12

━ «❤︎» ━

Después del desayuno, Elyria sintió la necesidad de encontrar nuevamente aquel jardín que había descubierto el día anterior. Sin embargo, tras recorrer varios pasillos y patios, se dio cuenta de que el palacio era más laberíntico de lo que recordaba.

—¿Dónde estaba…? —murmuró para sí, frunciendo el ceño.

Había tantas puertas y corredores similares que sentía que daba vueltas sin rumbo. Finalmente, se apoyó contra una columna, cerró los ojos y trató de recordar el camino que tomó la última vez.

—A ver… había pasado por un patio con una fuente… luego giré a la derecha… ¿o fue a la izquierda?

Siguió caminando lentamente hasta que un detalle llamó su atención: unas enredaderas trepaban los muros de piedra, idénticas a las que vio la noche anterior. Con una sonrisa de satisfacción, apuró el paso y, finalmente, llegó al jardín.

Al poner un pie dentro, sintió una oleada de alivio. El lugar era aún más hermoso a la luz del día. Flores de diversos colores adornaban los parterres, y en el centro se erigía una fuente de mármol blanco. Un laberinto de setos se extendía hacia un lado, dándole al jardín un aire encantado.

Elyria se acercó a una de las rosas y deslizó suavemente sus dedos sobre los pétalos.

—Es hermoso… —susurró con una sonrisa nostálgica.

Sin darse cuenta, comenzó a tararear una melodía, una canción que su padre solía cantarle cuando era niña. Le ayudaba a sentirse segura, a recordar su hogar y la calidez de su gente.

Sin embargo, su mente pronto divagó hacia otra persona… Kieran.

—¿Y si…? —murmuró, interrumpiendo la canción.

¿Y si alguna vez llegaba a sentir algo por él? No es que creyera que pudiera pasar, pero… un "tal vez" flotaba en su mente.

Sacudió la cabeza.

—No, no, no. Es imposible.

Para despejar su mente, decidió distraerse. Se quitó los zapatos y comenzó a saltar sobre el césped, riendo.

—¡Soy la reina de este jardín! —dijo en tono dramático, extendiendo los brazos—. ¡Y todos los pájaros y mariposas están a mis órdenes!

De repente, tomó su falda con ambas manos e hizo una torpe reverencia.

—Majestad Elyria, su reino la aclama —se respondió a sí misma con una voz más grave.

Siguió divirtiéndose, olvidando por un momento su situación en el palacio. Lo que no sabía era que Kieran la observaba desde una ventana en la torre.

El emperador no había planeado quedarse, pero verla tan despreocupada y riendo sola… le pareció gracioso. Soltó una risa ligera, sin darse cuenta.

Entonces, al notar lo que acababa de hacer, su expresión se endureció.

—¿Qué demonios…?

Se quedó inmóvil por un momento, como si intentara analizar qué le estaba pasando.

—No puede ser… ¿me embrujó?

Cruzó los brazos con molestia y desvió la mirada, alejándose de la ventana con el ceño fruncido.

—Si esto es amor… entonces el amor es ridículo.

(En la noche…)

Elyria entró al salón con la elegancia propia de una emperatriz, su vestido dejando a su paso un aire de asombro y murmullos entre los nobles y doncellas. La tela, de un negro profundo con bordados dorados, abrazaba su figura con una gracia que hipnotizaba. La falda se expandía con un vuelo ligero y fluido, y la fina capa traslúcida que caía desde sus hombros brillaba bajo la luz de los candelabros. Era una imagen imposible de ignorar.

Los susurros comenzaron casi de inmediato.

—Nunca había visto un vestido así… parece de otro mundo.

—Demasiado atrevido para una emperatriz.

—No, es majestuoso. Como si realmente reinara sobre todos nosotros.

Desde su trono, Kieran la observaba con una expresión imperturbable, pero por dentro algo se agitaba en él. No era la primera vez que veía a Elyria vestida con lujo, pero esta vez era diferente. Era la combinación de la confianza con la que caminaba, la mirada que lanzaba a los nobles, como si supiera que la estaban juzgando y no le importara.

Se obligó a apartar la vista cuando ella se acercó a él, inclinando ligeramente la cabeza con cortesía antes de tomar asiento en el trono de la emperatriz, justo a su lado.

—Veo que has causado una gran impresión —comentó Kieran con tono neutral.

Elyria sonrió apenas.
—Ese era el objetivo, ¿no?

Kieran no respondió. Se limitó a observar cómo los nobles disfrutaban del banquete. A su lado, Kieran inclinó la cabeza hacia ella y le susurró:

—Necesito tu ayuda.

Elyria levantó una ceja con curiosidad.

—¿Ayuda en qué?

—El invierno se acerca, y si no conseguimos suficiente petróleo, la gente sufrirá. Rashid tiene el 33% de las reservas de Esgal, y necesitamos que acceda a vendernos una parte.

Elyria lo miró de reojo.

—¿Y por qué no lo convences tú mismo?




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