Atrapados Entre Filo y Fuego

Capitulo 13

━ «❤︎» ━

El baile llegó a su fin, y Rashid llevó la mano de Elyria a sus labios, besándola con suavidad.

—Fue un placer bailar contigo, emperatriz. Espero que podamos seguir nuestra conversación en otro momento.

Elyria le dedicó una sonrisa calculada.

—Claro, Lord Rashid. Estoy segura de que llegaremos a un acuerdo beneficioso para ambos.

Pero antes de que Rashid pudiera responder, una voz firme se impuso detrás de él.

—No lo creo.

Kieran había aparecido como una sombra silenciosa, su presencia envolvente e imponente. Sus ojos dorados se clavaron en Rashid con una intensidad glacial.

—Perdóneme por interrumpir su _entretenido baile_ , pero necesito a mi esposa. Debemos conversar a solas.

Rashid, lejos de amedrentarse, sonrió con cierta burla.

—Por supuesto, Su Majestad. No quisiera robarle más de su valioso tiempo.

Kieran no respondió. En su lugar, tomó la mano de Elyria con firmeza y la guió fuera del salón. Elyria lo miró con ligera confusión, pero no protestó.

Mientras caminaban, escuchó los murmullos a su alrededor.

—Vaya… eso fue intenso.

—¿El emperador está molesto? Nunca lo había visto reaccionar así.

—¿Será que en verdad la quiere?

—No seas tonta, esto es un casamiento forzado. El padre de la emperatriz la caso para evitar sufrimiento.

—Tienes razón. Si no hubiesen estado en guerra, jamás habrían terminado casados.

Esas palabras hicieron eco en la mente de Elyria. Casamiento que no quiso tener… Pero eso era el pasado. No tenía sentido aferrarse a lo que ya estaba hecho. Ahora era ahora, y tenía que concentrarse en el futuro.

Kieran la llevó hasta un balcón apartado. Solo cuando estuvieron completamente solos, la soltó con un movimiento brusco.

—¿Qué fue eso? —preguntó con voz tensa.

Elyria alzó una ceja.

—¿Te refieres al baile o al beso en la mano?

Kieran apretó la mandíbula.

—No juegues conmigo.

Elyria se cruzó de brazos, apoyándose contra la baranda.

—No estoy jugando, Kieran. Estoy haciendo mi trabajo. ¿O acaso olvidaste que estoy intentando conseguir el 33% del petróleo para que tu gente no muera congelada?

El emperador se pasó una mano por el cabello, exhalando con frustración.

—Y para eso, ¿necesitabas dejar que él te besara la mano?

—En su tierra es un gesto de respeto, nada más. No sé por qué te afecta tanto.

Kieran se quedó en silencio, mirándola con intensidad. Elyria inclinó la cabeza con curiosidad.

—Oh… ¿no me digas que estabas celoso?

Él soltó una risa seca.

—No seas ridícula.

Elyria dio un paso hacia él, acortando la distancia.

—¿Entonces no te importará si sigo negociando con Rashid… de la manera en que él prefiera?

Los ojos de Kieran brillaron peligrosamente. En un solo movimiento, la tomó de la muñeca y la empujó contra la baranda, su rostro a escasos centímetros del suyo.

—No juegues con fuego, Elyria.

Ella no apartó la mirada.

—¿Y si lo hago?

El silencio entre ellos fue sofocante. Kieran la observó durante un largo momento, su agarre aflojándose ligeramente. Luego, de repente, la soltó y dio un paso atrás, como si el contacto le quemara.

—Haz lo que quieras.

Se giró, mirando la ciudad iluminada.

—Solo recuerda quién eres y cuál es tu lugar.

Elyria lo miró con una sonrisa ladeada.

—Por supuesto, Su Majestad.

Luego, sin más, se dio media vuelta y salió del balcón, para Elyria esto se estaba volviendo estresante.

Kieran se quedó solo, apoyando ambas manos en la baranda. Su respiración aún estaba agitada, su pecho subía y bajaba con un ritmo irregular.

¿Por qué había reaccionado así?

Desde el principio, no quiso involucrarse más de lo necesario con Elyria. Ella era un medio para un fin, una pieza clave en su estrategia. Eso era todo.

Pero verla con Rashid… su cuerpo había reaccionado antes de que pudiera procesarlo.

Sus pensamientos se arremolinaron en su mente. La recordó en el jardín, sola, riendo con el viento. El día en que la encontró dormida sobre el césped, su cabello esparcido como un manto dorado. Todavía se preguntaba por qué había llorado ese día.

Y luego, esta noche…

Cuando entró con ese vestido espectacular, brillando como la joya más preciosa de su reino.

Cuando la vio bailando con tanta gracia.

Cuando sus labios se curvaron en una sonrisa para otro hombre.

Todo en él estaba tan confuso. No entendía sus sentimientos. No quería entenderlos.

Pero una cosa era clara: no le gustaba verla con otro.

Y eso era un problema.




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