Capitulo 15

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La luz del amanecer se filtraba por la ventana, tiñendo la habitación con tonos dorados. Elyria se removió en la cama antes de abrir los ojos lentamente.

El frío de la mañana le erizó la piel, pero eso no fue lo que la hizo fruncir el ceño.

Kieran no estaba allí.

No era que esperara encontrarlo acostado a su lado con una sonrisa somnolienta—eso sería demasiado fuera de personaje—, pero después de la noche anterior, cuando él realmente había bajado la guardia y aceptado su ayuda, esperaba al menos verlo cerca.

Con curiosidad, se levantó, se puso un vestido ligero y caminó con paso seguro hasta su destino.

La oficina de Kieran.

Cuando abrió la puerta sin previo aviso, lo encontró inclinado sobre su escritorio, revisando pergaminos con la intensidad de alguien planeando la próxima guerra.

Kieran alzó la vista y arqueó una ceja.

—Deberías aprender a tocar la puerta.

Elyria le sonrió con dulzura.

—Y tú deberías aprender a dormir más de tres horas.

Kieran suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—No tengo tiempo para esto, Elyria.

—No tienes tiempo para nada, Kieran. Pero eso no me impide estar aquí.

Él la miró con esa mezcla de resignación y curiosidad que le provocaba una pequeña satisfacción. Se cruzó de brazos y se apoyó en el borde del escritorio.

—¿Pasa algo?

Elyria sonrió con inocencia.

—Solo vine a recordarte que Rashid sigue aquí, disfrutando de su estancia como si este castillo fuera un resort de lujo.

Kieran gruñó.

—Lo sé. Créeme que lo sé.

Elyria ladeó la cabeza.

—No pareces muy feliz con su presencia.

Kieran le sostuvo la mirada.

—Porque no lo estoy.

Antes de que ella pudiera responder, la puerta de la oficina se abrió de nuevo.

Y allí estaba él.

Príncipe Rashid.

Su cabello rubio dorado reflejaba la luz del pasillo, y sus ojos dorados, finos y delicados, parecían brillar con cierta picardía. Llevaba una túnica de tonos oscuros, con detalles dorados que resaltaban su elegancia natural.

—Mis disculpas por interrumpir—dijo con esa voz melódica que parecía un veneno disfrazado de miel—, pero pasaba por aquí y no pude evitar notar que estaban hablando de mí.

Elyria rodó los ojos.

—No nos espiabas, ¿verdad?

Rashid sonrió.

—Oh, Elyria, me ofendes. Yo prefiero llamarlo… estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.

Kieran entrecerró los ojos.

—No recuerdo haberte invitado aquí.

Rashid dejó escapar una pequeña risa.

—¿Y desde cuándo necesito invitación? Soy un huésped de honor, ¿no es así? Después de todo, estamos negociando términos muy importantes.

Kieran se tensó.

Elyria suspiró.

Sí, definitivamente esto iba a ser complicado.

Se adelantó antes de que su príncipe gruñón y su invitado encantador decidieran prender fuego a la habitación con sus miradas.

—Rashid, ¿qué quieres?

El príncipe ladeó la cabeza, su expresión relajada pero sus ojos afilados como navajas.

—Oh, nada en particular… salvo que me preguntaba si habías pensado más en mi pregunta de anoche.

Elyria sintió cómo Kieran se tensaba más a su lado.

—¿Qué gano yo? —repitió Rashid, con una sonrisa felina.

Elyria entrecerró los ojos.

—Ya te lo dije, Rashid. Poder o lo que quieras. Solo necesitamos el 33% del petróleo para que nuestra gente sobreviva.

Rashid la observó por un momento que se sintió más largo de lo necesario.

Luego sonrió.

—No te preocupes, querida. No he olvidado nuestra pequeña conversación. Pero aún estoy decidiendo qué es lo que quiero a cambio.

Kieran resopló.

—Sabes perfectamente qué es lo que quieres. Solo estás jugando.

Rashid lo miró con diversión.

—¿Y qué tiene de malo jugar un poco? Después de todo, no todos nos tomamos la vida tan seriamente como tú, Kieran.

El ambiente se cargó de tensión en un instante.

Elyria sintió la electricidad entre ellos y, por primera vez, se preguntó si Rashid realmente estaba aquí solo por negocios… o si disfrutaba demasiado provocando a Kieran.

Así que decidió hacer lo único que podía hacer en este tipo de situaciones: