Omnisciente
Residencia de los padres de Jade…
—¿Se conocen? —interrogó Jade, pues ambos decidieron reservarse las palabras respecto a su pregunta anterior.
—Tú eres quien está en las fotografías y los retratos —Axl recobró de inmediato la compostura e intentó distraerla y alejarla de la verdad que le ocultó la noche en que cruzaron sus caminos por última vez.
—Jade, cariño, te presento a Axl Schneider, sus padres han sido socios y amigos cercanos a la familia durante años —dijo Friedrich.
—¿De verdad? —cuestionó incrédula.
—Sí, desde hace siete, aproximadamente, ocho años —añadió Friedrich con la esperanza de que su hija no asociara aquel nombre, menos su apellido, con los sucesos previos a que ella se marchara.
—Mucho tiempo... —agregó Jade sintiendo su garganta cerrarse y sus ojos hormiguear.
Odiaba recordar el pasado. Detestaba que su mente viajara atrás y le trajera al presente el rencor que sintió hacia su padre y madre cuando se enteró de sus planes tan cínicos e inmorales.
—¿Y qué haces aquí? —cambió el rumbo de la conversación, al igual que el de sus pensamientos—. ¡No me digas que me seguiste! —Fingió sorprenderse, lo hizo abriendo en grande sus ojos, obligando a Axl a sonreír.
—No, negocios —respondió Axl sintiendo la mirada acusadora de Zaira sobre él.
—Pero ya te vas, ¿cierto? —intervino Zaira en medio de su afán por alejarlo de su mamá.
—Claro, Zaira —respondió. Necesitaba marcharse y tratar de procesar la noticia. Aparte, debía hablar con sus padres.
Cuando Jade huyó, meses después de no saber noticias de ella, él también se marchó.
—¡Santo cielo!, ¿qué haré contigo, Zaira? —preguntó, pero más para sí misma, y Axl comenzó a compadecerla, pues se identificaba con la pequeña al expresar justo lo que sentía y deseaba sin importar la reacción de las personas a su alrededor.
—Llevarme a ver a papá —Zaira trató de negociar.
—Ya conversamos sobre eso —respondió Jade, su rostro se deformó, no contaba con la capacidad de ocultar su amargura.
—Pero... —Zaira quiso replicar, pese a ello, fue interrumpida.
Para Jade hablar de Dominic y de la situación que atravesaban, era estresante, la irritaba.
—Ahora no, Zaira, compórtate —La voz de Jade se tornó tan firme que la pequeña no pudo ocultar su tristeza, tampoco sus lágrimas.
—No quiero estar aquí, quiero ir donde papá —chilló antes de correr y cruzar la puerta.
—¡Mi amor! —llamó, debía disculparse, pero era tarde.
Debía ir tras ella y disculparse, puesto que los problemas con quien pronto sería su exesposo no debían afectar a Zaira, pero aun así lo hacían, ya que solo era una niña y no lograba comprender por completo su separación.
—Yo hablo con ella —Friedrich se ofreció, se adelantó a su hija.
Friedrich se despidió de Axl y luego se marchó, dejándolos a solas en medio de un silencio que Axl no se atrevía a romper. Por lo que, una vez más, Jade tuvo la valentía de clavarle un picahielos al enorme iceberg que comenzaba a formarse y habló.
—Te recomiendo que no te cases y que pienses muy bien si quieres hijos. No es que no la ame, pero a duras penas tiene siete y ya se comporta como una adolescente —Se burló un poco de su situación.
—¿Inconvenientes con su padre? —interrogó.
—Es complicado —Dio una respuesta simple, ya que no pretendía contarle sus problemas a un extraño.
—Lo lamento, espero que pronto encuentres una solución.
Quiso ser empático. La presencia de Jade no le disgustaba, en su lugar, le causaba placer, alegría, dado que nunca se imaginó volver a verla: reencontrarse con la única mujer a la que había amado, aunque se tratara de un secreto, era una completa locura, posiblemente un sueño cumplido.
—No creo que pueda —respondió sumida en la tristeza—. Y... ¿Te quedarás a almorzar? —Volvió a evadir el tema.
—No, debo marcharme. Pasé nueve horas en el quirófano y lo que más anhelo en este momento es descansar —confesó, pero necesita pensar en ella y Zaira—. ¿Puedo preguntar algo?
—Ya lo haces —replicó ella al instante y él negó con una sonrisa en su rostro—. Adelante —animó.
—¿Por qué saldrás con Dewar? Estás casada, ¿no? —La curiosidad de Axl salió a flote en esa pregunta.
—Es tu amigo, ¿no? Deberías saber que es demasiado insistente —contestó—. Lo conocí hace años en un evento junto a mi posible futuro exesposo y nos habló sobre la empresa inmobiliaria que posee. Así que, como vine de imprevisto, necesitaba descansar un poco, lo contacté y no perdió la oportunidad de invitarme a cenar, por lo que para deshacerme de él, acepté, pero Zaira está un tanto congestionada debido a que antes de venir a Múnich, estuvimos en la nieve. El cambio de clima le hizo daño —explicó y Axl asintió al sentirse satisfecho con su respuesta.
—Sí, es como un cáncer en el trasero, no, en el cerebro y es muy difícil de erradicar —relacionó la capacidad para no rendirse de su amigo con una de las cirugías más complicadas que en el pasado tuvo que tratar.