Atrápanos si puedes

CAPÍTULO V

Omnisciente

Der Alte Hof, restaurante…

—Gracias por entenderme —repitió Jade en una nueva ocasión.

Debido a la llamada de Dominic días atrás y lo afectada que resultó con solo escuchar su voz, sus promesas nunca cumplidas y mentiras, decidió cancelar su cita con Dewar, y él aceptó posponerla.

—También por ayudarme con Zaira; estaba muy congestionada y cuando eso sucede, se vuelve un tanto irritable —se disculpó, pues la pequeña había contestado su teléfono de mala manera y Dewar se convirtió en una víctima más.

—No te preocupes, esa noche aproveché para cenar con mi familia —le restó importancia y mintió—. Y debemos agradecerle a Axl por recibirlas: es un gruñón y constantemente está ocupado.

—Sí, me disculpé mil veces con él; Zaira se comportó terrible, pero concilió el sueño esa noche y está mejor —informó sobre el estado de la diminuta rubia.

—No quiero imaginarme el enfrentamiento entre ambos —supuso Dewar entre risas—. Aun así, me alegro que esté evolucionando, debe ser difícil tenerla enferma.

—Terrible, no puedo ocuparme de nada en situaciones similares a esas —reveló.

—Con lo que dices, le deberé mil favores a Axl —exageró, aunque al recordar su advertencia, tendría que pagarle más debido a lo que planeaba con Jade.

—Yo me encargo, solo envíame el número de su oficina o secretaria y, junto a Zaira, le enviaremos un detalle a modo de agradecimiento, ya que, adicional a su comportamiento, por poco le rompo la nariz con la puerta —recordó entre risas ese momento.

—Claro, mañana te la envío, pero te aviso que es complejo, nunca está satisfecho con nada —aseguró y, en esa oportunidad, no exageraba la realidad.

Sin embargo, a Dewar solo le interesaba la situación de Jade con Dominic. Necesitaba saber si existía alguna oportunidad tanto en el amor como empresarial, así que desvió abruptamente la conversación; Axl no era su prioridad.

—Escuché algunos rumores de que Dominic se está expandiendo, ¿es cierto? —averiguó sin más: una cadena hotelera unida a un emporio de restaurantes era una jugada maestra que no dejaría en manos de otros.

Jade suspiró, debido a que pensó que él solo pretendía encontrar en ella información de los movimientos y negocios de Dominic.

—Desde hace algunos meses, nuestro contacto es nulo, por lo que si estás buscando nuevos horizontes para tus empresas, no tendría idea de lo que hace en este momento y, en lugar de preguntarme respecto a un tema del que soy ignorante, deberías comunicarte directamente con él. Encontrarías mejor respuesta con Dominic que perdiendo el tiempo aquí, conmigo —fue directa, contestó sin miramientos.

Aunque le alegraba que no intentara coquetear con ella, le causaba gran incomodidad que Dominic se estableciera como su tema de conversación.

—¿Las cosas están mal entre ustedes? —indagó pretendiendo no estar enterado de la situación.

—No soy tonta y que me creas así, de verdad resulta ofensivo. Sus socios y allegados saben la situación que estamos atravesando, estoy segura de que tú no eres la excepción —enseñó su molestia—. Así que te lo repito, si me extendiste esta invitación para sacarme información al respecto, utilizas mal tu tiempo y desperdicias el mío.

—Eh... Jade... —comenzó a titubear, no tenía respuesta ante el carácter y lo intolerable que era ella con la intromisión de los demás en su vida personal.

—Te agradezco lo que hiciste por mi hija al enviarnos con tu amigo, pero no tengo ánimos para esto.

Se retiró la servilleta de su regazo y la depositó sobre la mesa, lo hizo con tanta furia que las personas a su alrededor posaron sus ojos en ella, provocando que el disgusto se alejara y la vergüenza la invadiera.

—Lo siento, tranquilízate, por favor —suplicó Dewar—. No pretendía causarte ninguna incomodidad, lo juro. Lo que sucede es que me gustas y, antes de siquiera arriesgarme, debía cerciorarme de que no mantenían una relación más allá de su hija —confesó, creyendo que hablar con la verdad haría que ella bajara la guardia.

—Estoy pasando por uno de los momentos más dolorosos y complicados de mi vida. Estar aquí, junto a ti, pretendiendo que todo está bien y conociendo tus intenciones, solo empeora todo —expresó, visiblemente afectada, pues sus manos sudaban y con cada palabra que soltaba, un ligero temblor se apoderaba de su cuerpo—. Lo lamento, pero no me encuentro en condiciones para esto.

Jade, sin pensarlo y en medio de la mirada de los presentes en el restaurante, tomó sus cosas y, sin mediar más palabras con el hombre frente a ella, se marchó. Abandonó el lugar en medio de la lluvia torrencial que amenazaba con acabar la paz nocturna de la ciudad.

Avanzó sin rumbo fijo y a pies descalzos en medio del agua, aprovechando la humedad proporcionada para ocultar sus lágrimas. Intentaba no pensar en Dominic, en buscar una forma de superar lo sucedido y en encontrar la manera correcta de conversar con Zaira y que entendiera la situación; no deseaba ver a su hija llorar, menos sufrir por culpa de los comportamientos del hombre que durante siete años la había acogido como si se tratara de su propia sangre.

Jade se detuvo por un momento y elevó su rostro al cielo. A pesar de la lluvia, pudo ver la luna y, aunque estaba algo desesperada y no sabía qué más hacer para continuar, suspiró y por un momento se arrepintió de haber huido de casa. Creyó que habría sido mejor casarse con aquel extraño que marcharse, darse cuenta meses después de su embarazo y estar junto a Dominic, que sin importar todo lo que brindó en ese tiempo a ella y a Zaira, finalmente acabó provocándole mayor dolor del que algún día imaginó experimentar.




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