Lo puedo escuchar. Las historias son ciertas.
Me encuentro en mi habitación, tratando de dormir, torturado por las horribles pesadillas y los sueños que parecen rasgarme el cerebro cuando intento conciliar el sueño.
Me lo advirtieron, que rodeara esta ruta para no estar cerca de ese extraño lugar, de ese desdichado espacio que todo viajero teme.
Yo no le tengo miedo, sé que no puede pasarme nada mientras no esté tan cerca; pero las imágenes que muestra, son lo peor.
Puedo verlo, desde la ventana, aquel sitio desolado, ese mundo en constantes llamas, repleto de muerte y fantasmas torturados por la certera soledad que les agobia una y otra vez.
Nadie sabe qué sucedió exactamente ahí. Simplemente, un día, todo estalló. Se prendió en fuego, emergiendo un enorme animal, una bestia, un monstruo, cuyas fauces eran capaces de alcanzar las nubes, con un cuerpo masivo que desprende una cantidad feroz de radiación capaz de derretir a cualquiera que esté cerca.
Fue por eso que lo nombraron así: Audelion.
Según el teniente, Audelion significa «lugar que sólo puede ser habitado por un único ente, animal o persona». Eso es Audelion, un mundo que sólo está poblado por aquel gigante ser, mismo que, de alguna manera u otra, te puede hablar por medio del pensamiento, a pesar de estar a años luz de ti.
Me habla mientras duermo, me susurra cosas, me muestra imágenes horribles de un sitio desértico, lleno de sufrimiento, desolación y olvido.
Puedo sentir una rabia horrible, una desesperación fatal y, por más extraño que suene, un miedo nauseabundo.
«Sé que estás ahí», dice la voz.
«He sentido cómo pasan. He escuchado las voces que van y vienen por aquí. Sé le han cambiado el nombre a mi mundo, y sé que me temen mucho»
«Y deberían hacerlo»
«No se acerquen, no los quiero cerca. Éste es mi mundo, mi planeta. No sé cuánto tiempo llevo aquí. No recuerdo qué sucedió con los demás, si es que alguna vez hubo. No tengo idea de cómo era antes que yo»
«Tal vez lo supe. Tal vez lo viví. Tal vez los conocí; pero ahora no es así»
«Ahora soy sólo yo»
«Y no quiero estar con nadie más»