A lo lejos podían ver la hermosa y extensa tierra, hace ya varios minutos que se habían marchado los barcos del príncipe Bemus para civilizar el norte, la despedida de los “reyes” fue fría ante los ojos de los espectadores pero cargada de sentimientos para ellos, pues nadie conocía el trato que habían sellado días antes, este consistía en que Bemus el menor de los tres hermanos vaya a civilizar el amplio territorio del norte, mientras que el mayor se quedaba en el sur, el peculiar plan que los dos hermanos habían ideado era una estrategia poco común pero muy efectiva. Era simple, hasta que Bemus supiera reinar con excelencia, el reino estaba bajo la estricta mano Xenos su hermano mayor, así que con lágrimas reprimidas y palabras escondidas en una mirada sus destinos tomaron rumbos opuestos. En una de las embarcaciones que se dirijían al sur, se podía divisar a una pequeña niña, la mayor de las hijas del rey, Damalis estaba caminando de un lugar a otro tirando todo lo que encontraba a su paso, lo que hizo despertar por quinta vez a su hermana menor Marilee quien con solo dos meses de nacida ya lloraba tan fuerte que se podía escuchar en los barcos que estaban cerca, mientras que Acacia que apenas se podía parar, atrapó a Damalis de los cabellos tirando de ellos con enojo por haberle tirado la leche, la inexperta madre de las niñas corría de un lugar a otro no sabiendo que hacer, el rey apareció cogiendo a Damalis en los brazos mientras la reina hacía dormir a Marilee. Y Acacia… bueno ella estaba rodando en el piso revolcándose en lo que ahora era lodo de leche, cuando al fin lograron dormir a las pequeñas y quitarles todo rastro de suciedad llegaron a tierra firme, ellos sabían que tenían un gran trabajo por delante, un pueblo surgido del mar, fortalecidos por las tormentas y llevados por el viento por fin habían logrado llegar a la tierra que tanto anhelaban, rodeados por el inmenso bosque y cargados de semillas y animales, miraron a su alrededor y observaron las cimientes del próximo gran reino.
15 años y 8 meses después.
Tres jóvenes corrían por el boque mientras que su cansada madre las miraba desde la rama de un viejo árbol, los vestidos que habían tardado casi dos horas en lavar ahora estaban cubiertos de lodo y hojas de diferentes tonos de café y naranja.
Las hermanas solo rodaron los ojos y prosiguieron su camino, siempre cuidadosas de obedecer las reglas de su madre. Un días ella les dijo “Hijas mías por favor siempre recuerden tres cosas, no se separen del camino, no entren a la cueva y lo más importante no invoquen a los dioses, por amor a su madre, no lo hagan” y mientras seguían el largo sendero no pudieron evitar recordar la historia de su madre y su padre, los que fueron testigos dicen que “en Grecia no había mujer igual a la reina, era como un torbellino”, desde que llegó dio de que hablar comenzando con su particular cabello liso y naranja, corriendo por las calles, subiendo a los árboles más altos, la hija del jefe de una tribu desconocida para los griegos causaba sorpresa a dónde quiera que fuera y sobre todo era criticada por nunca ser vista en un templo. El motivo de su estadía era para asociar a los dos pueblos mediante el matrimonio de sus primogénitos, pero Caroline flechó de amor al futuro rey, bueno la verdad es que ella estaba practicando arquería, pero su puntería era la de un hombre vendado con las manos atadas, así que la flecha termino cerca de Xenos, los sirvientes la acusaron de atentar contra la vida de su futuro soberano mandándola a la cárcel, al enterarse del accidente Xenos fue a disculparse por el malentendido, pero la encontró tirada en el suelo gritando por “tan grande injusticia” desde allí se hicieron muy grandes amigos, enamorándose uno del otro pero sin el valor de confesarlo, unos días antes de la boda previamente pactada, Xenos le confesó su amor, ella emocionada y aterrada fue donde sus padres a contarles, ellos lo permitieron al ver el desinterés de la hermana mayor que desde que llegó a Grecia solo se dedicaba a pintar, notoriamente los más difíciles de convencer fueron a los reyes griegos quienes se sentían inconformes por razones obvias, pero cedieron ante la presión y la decisión de tratarla con indiferencia duró muy poco, ya que ella ganó sus corazones. Varios años después el semblante de la reina Caroline había decaído, extrañaba mucho a su familia y el camino hasta Grecia era muy largo, al notarlo el rey renunció al trono y junto con Bemus salieron a explorar las tierras inhóspitas, estas se encontraban en un punto medio entre las dos tierras, algunos de sus súbditos decidieron partir con su rey, pues se negaban a abandonarlo, casi cinco mil personas partieron con los dos hermanos. Los reyes eran muy amados por sus súbditos y sus hijas se preguntaban si alguna vez podrían llegar a ser la mitad de buenos que ellos.