Aura

Entre cartas y favores

Aura

El sol está calentando, como todos los días, afortunadamente dentro del supermercado hace frío, hay una buena ventilación. Miro la lista de compras (algo larga) pero con todo lo necesario.

Siento mi móvil vibrar, miro la pantalla iluminada indicándome que Ligia está llamando.

—Hola Ligia, ¿pasa algo? 

—Señora Aura, para informarle que la leche de soya se acabó.

—¿Se acabó? Pero si acabo de ver tres cajas de un litro cada una, eso es imposible.

—Sí señora, hay tres cajas, pero lo único que había alli eran sorbos, están más que vacías.

—No puede ser, ese hombre me va a matar. Bueno, no te preocupes Ligia las comprare, ¿algo más?

—No señora eso era todo.

—Bueno, adiós Ligia nos vemos en casa.

Julián sabe sacar todos mis demonios.

—Aura solo respira -hablo para mi misma- solo son tres cajas llenas de restos que tu esposo no tuvo la decencia de desocupar y botar, solo deja basura en la cocina. Tranquila, solo respira.

Pensando que ya había terminado, camino a la sección de lácteos y busco la dichosa leche, se que es más nutritiva y más sana, pero es él quien realmente me hace enojar.

—Hola Aurita, ¿cómo estás? Hace ya algún tiempo que no te veo.

No puede ser, mi querida vecina -sarcasmo obviamente- hoy no es mi día.

—Señora Perelman, es un placer verla. Gracias por preguntar estoy muy bien, ¿cómo están en casa?

—Muy bien linda, aunque te veo más delgada, algo demacrada. Debes cuidarte. Espero poder verte mas a menudo; me voy, Georgie me está esperando. Adiós querida.

—Adiós señora Perelman.

Loca vieja parlanchina, estas mas demacrada, como si ella no se viera en un espejo. Espero no pisar un pie en su casa, estúpida vieja criticona. 

Son aproximadamente las tres de la tarde, las calles en San Francisco están en completo movimiento, afortunadamente logro transitar con tranquilidad a mi regreso a casa.

—¿Cómo te fue en las compras? -pregunta mi ama de llaves.

—Bien Ligia, pero me encontré con la Señora Perelman.

—Ya sabes que esa señora habla más de la cuenta -comenta Ligia mientras ordena las compras.

—Dímelo a mí.

No entiendo porque Julián se empeño en que tenia que conocerla, al principio la vi como una oportunidad de hacer una amistad, que ella fuera mi amiga, pero su vida de señora de alcurnia y dama de sociedad no podían faltar, lo peor es su manera de hablar de aquello, para ella lo mas importante es el dinero y las falsas apariencias. 

—Llamó el Señor Julián.

—¿Qué dijo?

—Que no lo esperes a cenar, su turno en el hospital se extendió, parece que tiene un paciente y le es importante atenderlo.

Otra vez, no es la primera vez que pasa, pareciera que ese hospital es su casa. Se que no debo reprochar, pero yo también necesito de su tiempo.

—Estas cansada de eso ¿cierto?

—Así es Ligia, no puedo evitar sentir envidia de su trabajo, todo el día se encuentra fuera de casa, mientras estuve en casa de Miriam, no esperaba la hora de llegar a casa y verlo, ahora resulta que llego hoy en todo el día no lo veré. 

—Mi niña no te preocupes, recuerda que cuando él se encuentre cansado de su trabajo y llegue a casa encontrará a una mujer que lo ama.

—Creo que tienes razón.

Y eso es lo que me repito en la cabeza para calmar mi ansiedad e ideas locas. Si tener nada mas que hacer decido subir a mi cuarto.

—Antes que se me olvide, llegaron estos recibos y cartas.

Ligia me entrega algunos sobres, algunos de ellos recibos por pagar y dos cartas, cuyo destinatario soy yo. Aquellas cartas son las que recibo mes a mes, una de ellas ha estado llegando a mis manos hace ocho años, para ser más específicos un año después de mi matrimonio, la segunda hace dos.

—Ligia si me necesitas estoy en mi recamara.

Subo presurosa las escaleras que llevan a mi habitación, dejo sobre el tocador los documentos que no son de gran importancia, y ya cómoda en mi cama me dispongo a leer aquellos escritos.

Amada Aura:

Espero que te encuentres bien, no sabes cuanto te extraño, te extrañamos. Ya hace algunos meses que no te vemos, creo que hace tres. Tengo una noticia muy importante que darte, aunque me hubiese gustado dártela personalmente, he intentado llamarte, pero nadie contesta el teléfono; lo ultimo que supe de ti fue que te habías ido de vacaciones y ya no quise molestar. En fin, la noticia es que voy a ser papá de nuevo, no sabes la emoción que tengo, he pensado que puede ser un niño, pero si es una niña igual de hermosa que tu y tu hermana la amare como ya las amo.

Elizabeth quiere verte, ya sabes que no tiene muchas amigas, solo tú. No se si has hablado con tu madre, a veces llama a mi casa a molestar a Beth y no me agrada, tal vez tu logres hablar con ella.




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