Ausencia de pastel

Capítulo 3

「23 de diciembre del 2015」

Una fragancia tranquilizadora comenzó a expandirse por toda la habitación, un dulce y reconfortante recuerdo se presentó ante mis ojos y me llenó de calidez por el ambiente familiar.

Como si su cabello estuviese compuesto de un material fino y único, lo tomaba entre mis dedos y le daba caricias para dejarlo liso, facilitando así el proceso de envolver un mechón con otro hasta entrelazarlos firmemente en repetidas ocasiones como un acto poético para darle afecto a Yui, mi hermana menor que disfrutaba de pedir que le hiciera un peinado precioso con su largo cabello, motivo por el que siempre llevaba conmigo algo para atarlo.

Había quedado listo, ella realmente lucía como la niña más hermosa del universo. Sin embargo, esa bella apariencia se transformó en otra persona, precisamente en un chico acosador cuyo rostro estaba por todos lados; no importaba si se trataba de avanzar unos metros o decenas de kilómetros, siempre lo hallaba.

La situación iba de mal en peor. La imagen que tenía de Kishō era cada vez más nítida y significaba una sola cosa: desde hace un rato no hacía más que estar bajo los efectos de Morfeo y no había notado que de forma inconsciente terminé peinándolo y hasta agregando un toque refinado con el listón que llevaba usualmente.

Para dejar en evidencia mi pésima suerte, la profesora avanzó en dirección a mi asiento con una mirada bastante seria, como si fuese a dar el discurso de su vida por haberme quedado dormido entre clases, y por usar el aula como si se tratara de un salón de belleza.

—Profesora, espere un minuto, por favor. —dijo Kishō mientras se ponía de pie y soltaba una ligera sonrisa— Me gusta lo que hizo Inoue, ¿podría dejarlo así? 

—Amerita un castigo, Takayama.

—Me gustaría ser castigado con él, yo no le pedí que se detuviera. 

¿Qué estaba diciendo? Nunca debió mencionar aquello, ¿y por qué se veía tan relajado si estaba retando a un docente de forma tan imprudente?

La respuesta llegó, ahí entendí que la palabra "sentido" no aplica para mi acosador y su entorno.

—Tienes razón, emanas una ternura incomparable, ¿podría fotografiarte?

La profesora usó un tono empalagoso al cuestionarlo, ¿de verdad había dicho eso? ¿Ella era la docente gruñona de siempre o seguía soñando? ¡¿Qué clase de pesadilla era esa?!

¡¿Por qué todos adoran a Kishō?!

—Como guste, le agradezco que cambiara de opinión.

Kishō volvió a sentarse y se giró un poco para mirar mi expresión desorbitada, a la vez que clavaba sus pupilas y me hacía retomar la seriedad. Sentí algo extraño. Intentaba ignorar los motivos que me llevaron a sonreír de la nada, pero... ¿por qué pensé que solo debía mirarlo a él en ese momento?

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Estaba por volver a casa cuando el malestar regresó, sentí agitación de repente e intentaba respirar profundamente para neutralizar las irregularidades.

Kishō llegó por detrás y sujetó mi maletín sin previo aviso; lo cargó en mi lugar antes de comentar lo que más me temía.

—Me quedaré en tu casa esta noche, pedí permiso a mis padres y llevo conmigo mi pijama. 

—¿Y me preguntaste a mí?

—No, ya sabía que ibas a negármelo, te conozco. Además, estaba preocupado por ti.

—Está bien —respondí—, pero no estés acosándome siempre, a veces mi casa es el único lugar en el que se me permite escapar de ti.

—No te preocupes, puedes escapar siempre que quieras, Tsutomu. Aunque antes debes regalarme un beso como ayer.

Por todo lo que existe, ¡¿qué tenía en mi contra?! De saber que ese beso iba a traer consecuencias tan graves nunca lo hubiera dado a pesar de que delatara el malestar que arrastraba desde hace tres días y empeoraba cada vez más.

Acelerando el paso lo más que me fue posible, terminé llegando a la puerta de mi casa junto a Kishō. La extenuante caminata acabó con la poca energía que me restaba y terminé en un estado ligeramente peor del que tenía al salir de la escuela.

Ambos entramos a casa y dejamos los zapatos en el genkan. No me adentré en la casa, antes de ello logré percatarme de la presencia de alguien más, y no podía pensar en otra persona además de Yui, quien seguramente llegó a casa antes.

En buen momento, tenía que aprovecharlo.

—Yui, tengo que salir, ¿podrías quedarte con Kishō?

—¿Tienes que ir con Momoka-san?

—Sí, tengo que llegar temprano hoy.

—Ve, hermano. ¡Ten cuidado!

Bastó con su aprobación para dirigirme a mi habitación y encerrarme un par de minutos en lo que me cambiaba de ropa y alistaba en una mochila la vestimenta que necesitaba para el esperado encuentro. Ocupaba soportar el malestar un poco más.

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La cena solía ser igual cada día con dos hermanos sentados uno frente al otro. Esa noche se convirtió en la excepción, ya que Kishō fue como un sustituto momentáneo, con una presencia enternecedora.




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