Aileen
— Adiós mundo cruel. —vocifero rendida lanzandome sobre la cama.
Estoy cansada jefe, ya no puedo más, el obstigamiento y fatiga del trabajo me van a matar y Charles solo me amontona más trabajo del que puedo contar. Veo la hora y abriendo mi laptop empiezo a publicar capitulos seguidos de la novela que escribí, espero y con eso mis locas favoritas dejen de amenazarme —en modo de broma— así ya no tengo más pesadillas de ellas buscándome para linchar me por no continuar.
Cuando tienes una vida secreta todo se vuelve más difícil, entre ser Rose y ser Aileen yo soy un desastre, soy una de día y otra de noche. Solo mirenme, estoy hecha un desastre con ojeras y sobre dosis de cafeína. Una vez acabo de publicar los capítulos cierro mi laptop y me retuerzo sobre mi cama la cual está destendida y hay almohadas en el suelo.
Escucho como abren la puerta y me preparo para darle la hartada de su vida a Lukas, me sobresalto al ver de quien se trata, Gabriela recorre mi habitación de orilla a orilla y después me examina con la mirada, suspira, se ata el cabello y sube sus lentes.
— No te preocupes Aileen, yo te voy a rescatar amiga mía. —dice triste acercandose a mi.
— ¿Cómo así? ¿Qué haces aquí? —inquiero sorprendida.
— Vine para invitarte a salir con nosotras Pero viendo tu estádo debo auxiliarte de emergencia, levantate y toma el mejor bolso que tengas, vamos a ir a la boutique por un vestido elegante y después iremos al restaurante. —explica a lo que yo me quedo confundida.
— ¿Pero por qué? —cuestiono consternada.
— ¿No leiste el grupo de las más perronas? —frunce el ceño y me ve con confusión.
— Honestamente no y ni pensaba hacerlo —confieso a lo que Gaby me toma de la mano y después de buscar en mi closet toma el bolso carmesi que tengo y me saca jalada.
— ¡Yo te rescatare hermana mia! —exclama Gaby sacándome de ahí.
— ¡Espera! —pido cais caendo de jeta al suelo.
— Me traes algo. —vocifera Lukas al fondo.
Una vez estamos fuera bajamos al estacionamiento y nos acercamos al auto de ella puedo observar otras dos figuras que están dentro y no puede ser....
— ¡Aileen! — gritan alegres Sandra y Eliza.
— ¡Chicas! —exclamo más que feliz.
— Te ves como mierda —expresa Eliza.
— Debemos llevarla de urgencia a la boutique. —dice Sandra alterada.
¿Tan mal me veo para que se expresen así? Esto es culpa del lobo ese que me tiene obstigada con trabajo y pedidos que ni tengo que hacer yo.
— ¿Verdad? —canturrea Gaby— eso mismo le dije, primero iremos allí y después vamos a cenar, ¿Les parece?
— A mi —afirma Eliza.
— A mi también — secunda Sandra.
— ¿Tan mal me veo? —pregunto con lastima.
Las tres díablas se ven mutuamente y después a mi, como si fuera por telepatía asienten al mismo tiempo para después verme y darme su veredicto.
— Si —dicen al unisono.
Quieor desaparecer de la faz de la tierra, que sinceridad esa que me hace querer esconderme de cualquier hombre guapo que pueda encontrar en el camino. Hay no, yo solo en eso paso, ando enamorada como dice la vecina de enfrente. Tal vez lo solterona ya me está afectando feo.
— No pues gracias por la sinceridad. —bufo y blanqueo los ojos.
— Ya mejor súbete y deja de quejarte, que no vas a pagar nada. —se me iluminan los ojos al escuchar eso, nada, nada, que felicidad esa palabra.
— Haberlo dicho antes. —entro de un solo al auto al lado de Eliza.
— Coda que eres. —recrimina Sandra la cual está aplicandose rimel.
Fijo la vista en el paisaje camino a la tienda de Gaby, ya está oscureciendo y puedo ver la luna emerger, el ambiente es cálido y bullicioso pero me gusta estar rodeada de personas que si bien pueden ser criticónas y víboras tóxicas, también son seres humanos como yo que necesitan conectar con otros por veces y no hacer todo solas.
El mejor sentimiento que puedo tener ahora es el querer permanecer en este lugar seguro aquí y ahora.
....................
— Date la vuelta. —ordena Eliza ajustando más la faja del vestido.
— Eso me está.... —se me sale el aire— apretando.
— La belleza cuesta niña, solo mírate, estámos en la cúspide de la vida y belleza. —revela.
— Pero ....
— Sin peros. —sentencia.
Mi reflejo externo tiene todo que ver con el interno dentro de este vestido. Es un vestido largo de tono burdeos profundo, corte tipo sirena abraza el cuerpo hasta las rodillas y luego se abre ligeramente, el escote es off-the-shoulder, dejando los hombros al descubierto y enmarcando el cuello con una caída suave complementado por un collar cristalino.
Me siento vanidosa al verme, este vestido se me ciñe al cuerpo y también se ciñe a mi amor propio. Me siento poderosa y hermosa, no debo dudar de eso por qué yo lo soy. Soy poder, belleza y amor y nunca debo olvidarlo.
— Te ves hermosa Aileen —Eliza se lleva a las manos a la boca— solo Eliza Leal puede tomar esto y esto y convertirlo....
— En una princesa — secundan Gaby y Sandra ayudando la voz de la emoción.
— Voy a admitir, que este es mi vestido. —doy vueltas en un pie.
— ¡Sandra maquillaje! —ordena Gaby.
Me sientan en una silla frente a un espejo y empiezan a manosearme la cara con brochas, sombras, labiales y polvos que me hacen estornudar pero que agracian más mi rostro. No soy mucho para está clase de cosas pero si me siento cómoda haciendolo de vez en cuando por qué me recuerdan lo que soy, belleza, poder y amor.
Una vez acaban con todo me levanto y voy hacia el espejo de cuerpo completo, yo soy Aileen Torrez, soy yo la que está frente a ese espejo y la que está viviendo este momento, soy yo la que tiene el control de mis pensamientos y soy yo la que esta disfrutando.
El trayecto al restaurante es muy corto —o así lo siento— cuando entramos puedo ver las decoraciones y ambiente lujoso y elegante, ya ví para que era tanto arreglo, las cinco nos acercamos a la mesa que Gaby reservo y dónde 5 figuras nos están esperando quienes resultan ser Diego, David, Fabián, Chris y me quedo estoica al ver al último, sin pensarlo dos veces me lanzó sobre el y como si no pensara nada el me alza.