Con que esas nos tenemos, me quemas y yo te quemo

Charles

Camino a casa papá y yo conversamos mucho. Demasiado. Hablar con el después de semanas sin hacerlo me hace sentir renovado, que puedo contar y ser contado; la comodidad al hacerlo es notoria, aquí junto a el no existe esa tension sombría donde debo calcular cada palabra, gesto o lo que sea. Con el puedo hablar de lo que quiera y sentirme agusto conmigo mismo. Es por eso que cuando el se despide de mi toda la vibra positiva se desperdicia al oir carcajadas desde la oficina de mi madre.

No quiero ni asomar el dedo por ahí así que cruzo de largo y subo las escaleras lo más rápido que puedo hasta que un escalofrío terrible me hace temblar al oir un golpe en seco provinente del pasillo de esta planta. Mi primer instinto es buscar a Map quien para mí desdicha acaba de empujar una librería llena de objetos y libros decorativos. No me quito ni la mochila cuando oigo los pasos de mi mama resonar desde abajo viniendo con furia.

— No no no —mascullo entre dientes tratando de arreglar lo que mi mascota hizo, Map está escondido en la esquina de la puerta de mi habitación.

No sé cómo paso esto, ni como el salió de mi cuarto pero no puedo dejar que mamá lo deje afuera como la última vez, casi pierdo a Map porque mordisqueo uno de los tacones de ella; esa fue de las pocas veces que el hizo una travesura que enfurecio a madre y lo tuvo toda la noche durmiendo fuera, el enfermo por el sereno y tuve que llevarlo a escondidas al veterinario para que lo atendieran, utilize el dinero ahorrado que tenía en ese momento para financiar el tratamiento que al final le ayudo.

Los pasos se intensifican y escucho su fría e inquebrantable voz exigiendo la presencia del culpable.

— ¡¿Quien hizo esto, Charles?! —exclama mamá con furia en los ojos y coraje saliendo como un nudo en mi estómago.

Aunque trate de abogar por Map ella lo va a dejar fuera y está vez por más tiempo, solo hay una cosa que puedo hacer aunque me va a perjudicar, todo sea por salvar a mi único amigo.

— Fui yo madre, fue un accidente, discúlpame por favor. — bajo la cabeza al no querer ver la decepción y la deshonra en su mirar.

— ¿Así que fuiste tu? ¿Cuantos problemas más me seguirás dando? ¿Crees que sigues siendo un niño pequeño que puede hacer lo que le plazca? —su veneno cala ondo entre mis entrañas retorciendolas y tintineando como luces a punto de reventar.

— Ya dije que fue un accidente madre, no me fijé y choque con el. —mi voz tiembla al igual que mi cuerpo, me repito una y otra vez que no debo voltear a ver a Map o me irá peor.

— Un accidente, si claro, ¿Sabes que no es un accidente? Que mi vida era más fácil cuando no tenía que preocuparme por ti. —eso termina de quebrar algo dentro de corazón, se que ella es mala persona, que es así por el estrés pero oírle decir eso es peor que demostrarlo. Ella lo hace con esas palabras que hieren y con su negativa hacia mi.—Vas a limpiar este desastre y luego bajarás a comer, te quiero estudiando y si te cansas entonces duérmete, hazme ese simple favor.

No puedo decir ni una sola palabra así que asiento con la cabeza conteniendo mi tristeza y enojo por todo esto. Maldita sea duele mucho, ¿que tengo que hacer para poder ser feliz? Mientras ella siga viviendo yo no voy a poder ser feliz, papá y Map tampoco. Ella lejos de amar parece más odiar, una ira que solo incrementa conforme gana más poder sobre otros. Y la suya por mi se fortalece cada vez que me. Entro a mi habitación cerrando la puerta con llave dándole un puñetazo a mis almohadas que no gritan, ni lloran, o sienten pero que si sienten como lloro, ahogo gritos y me desconecto cada noche.

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¿Que es peor que trabajar con tu bully? Estar en su casa, su territorio, su terreno de juego donde se cree la reina del tablero. La casa de Aileen es pequeña, más que la mía y no tiene todo lo que una estándar podría tener, pero aún asi este lugar se siente diferente. No hay grandes distancias para ir de una habitación a otra, en una casa así yo no víviria por que si quisiera evitar a alguien como mi madre prefiero una casa gigantesca, aún más grande que la mia para no verla el mayor tiempo posible.

Y estar así de frente a Aileen es una pesadilla en carne y hueso, ni bien me abrió la puerta ya me estaba fastidiando la existencia. ¡Es un horror!

— Ush. Quita esa cara de amargado, quien te viera diría que no te gusta estar aquí. —dice ella haciendo un gesto dramático con la mano.

— Pero si no me gusta. —replico cruzandome de brazos y fulminandola con la mirada.

— ¿Por qué no? Es acogedora, cálida, en una zona amigable con gente amigable.

— Tu no eres amigable, eres una niña loca —espeto con indignación, Aileen solo se encoge de hombros y actúa como si no le dijera la verdad.

— Hablando de lo que importa que es el proyecto y no de mi aunque se que dejo muchas cosas buenas de que hablar— dice fastidiandome más la consciencia porque no tengo ni una sola memoria dónde ella haya hecho el bien— ¿que vamos a hacer? Crear una historia desde cero lleva tiempo y muchas ideas para realizar, también temas como la coherencia, cohesión textual y buen margen de tiempo.

¿De dónde sabe esas reglas? Esto si me sorprende que me quedo boquiabierta al oírla acertar con la estructura de una historia. Saber las partes es una cosa pero saber llevarlas a cabo y explicarlas tan claramente como lo hace ella es como si...supiera a la perfección lo que dice.

— ¿Y tú desde cuándo sabes todo eso? — Aileen se sobresalta tratando de disimular sus nervios al oir mi pregunta capciosa la cual parece no querer responder con sinceridad.

— Me gusta leer —se limita a decir pero inconforme con esa respuesta busco indagar un poco más, ¿porque lo hago si se supone que no debería importarme?

— Aja. ¿Te gusta leer que? — pensé que contestaria romance o fantasía pero me alarma un poco lo que responde: