Sollozo con fuerza cuando el dueño del restaurante en el que trabaje como mesera saca las cosas de mi casillero y las tira en mi cara.
—Quiero que te vayas ahora mismo de mi restaurante.
—Pero yo no hice nada… Es mentira que yo tome ese dinero —digo con fuerza intentando hablar bien porque mis sollozos no me lo permiten.
—¡No te creo nada y ahora mismo quiero que te largues! —dice haciendo que llore aún más fuerte.
Sin nada más que hacer, salgo del lugar que fue mi sustento desde que llegue a esta ciudad, soy de un pequeño pueblo de Orlando florida. Llega aquí junto con mi mejor amiga por oportunidades y un mejor futuro. Ahora no sé qué haré para poder pagar mi universidad.
Tome el bus que me llevaría a casa y cuando llegue mi mejor amiga estaba en el sofá de nuestro pequeño apartamento. No puedo soportarlo y me largo a llorar.
—Oh, nena, ¿qué pasó? —dice levantándose con rapidez de su lugar para acercarse a mí.
—Me despidieron, me quede sin empleo, Mariana.
—¿Pero por qué?, eres una gran empleada, y llevabas mucho tiempo trabajando para él, ¿qué paso?
—Su esposa, eso pasó, no sé cómo hizo, pero apareció en mi bolso mucho dinero, te juro que yo no fui —sonríe caminando conmigo hasta el sofá para que tomemos asiento.
—Yo lo sé nena, sé el tipo de mujer que eres.
—No sé qué vamos a hacer, con tu sueldo no podremos cubrir todos los gastos de la casa, necesitamos también el mío.
—Buscaremos una solución, no te preocupes —se queda en silencio y luego sonríe —. ¡Ya sé!, vi en el periódico que están buscando una niñera, el dueño de empresas Robinson tiene una hija.
—¿En serio?, ¿ese hombre tan amargado y serio tiene una hija? —ella asiente.
—Al parecer apareció hace un mes en la puerta de su casa, puedes ir, están entrevistando hoy todo el día, nada pierdes con intentarlo, además, amas los niños —asiento.
—Sí, tienes razón, voy a darme una ducha y me presentaré.
Me levanto de mi lugar y camino hasta mi habitación para darme una ducha, no sé qué vaya a salir de esto, pero nada pierdo con intentarlo, me urge un empleo, aunque sea con ese hombre misterioso y para nada agradable. Bueno, no sé ni porque hablo de el cómo si lo conociera, nunca ha querido dar una foto a ningún reportero, las veces que lo captaron llevaba lentes de contacto o alguna cosa que tapaba su rostro, parece una celebridad.
***
Observó el gran edificio que tengo frente a mí y silbo al imaginar el dineral que este hombre tiene, es uno de los más grandes de la ciudad. Con un suspiro camino hasta la entrada, cuando llego a recepción, una chica hermosa con una gran sonrisa me recibe.
—Buenos días, bienvenida a empresa Robinson, ¿en qué puedo ayudarte?
—Hola, quisiera postularme para la entrevista de niñera —la chica abre los ojos y yo arrugo mi entrecejo porque no entiendo su reacción.
—¿En serio quieres hacer eso? —rio porque la chica parece espantada.
—Sí, necesito el empleo.
—Pues te deseo suerte, todas las que pasaron ayer por aquí, salieron llorando, espero no pase lo mismo contigo.
Asiento y recibo la tarjeta que la chica me da, me causa mucha risa porque hablan del hombre como si fuera un Monstruo, no creo que sea para tanto. Subo en el ascensor y cuando entro en él hay un hombre con un traje caro y muy apuesto.
Sonrío haciéndome delante de él y oprimo en botón de mi piso, cuando estamos solos, la sensación de que alguien está mirándome no se va, así que observo al hombre detrás de mí por encima de mi hombro y lo encuentro mirando mi parte trasera.
Jadeo porque el condenado resulto ser un pervertido, bufando me acomodo con mi espalda pegada a la pared de el ascensor y el pervertido solo rueda los ojos. No presto más atención a él y saco mi móvil, dé mi bolso para pasar el tiempo, pero de nuevo la sensación regresa.
—Oiga, deje de estar mirándome, usted es un pervertido —digo con fuerza. Él me observa como si estuviera loca, Ja te pille descarado.
—¿Está loca?, no sé dé que me habla.
—¡Claro que sabe!, no ha dejado de mirarme la cola, ¿cree que no me di cuenta?
—¿Qué?, ¡Claro que no!, jamás haría una cosa como esa, además, no hay nada nuevo que ya no haya visto —jadee indignada por sus palabras y con rapidez tomo mi bolso para golpearlo.
—¡Lo voy a demandar, usted es un pervertido, como permiten que personas así trabajen aquí! —digo golpeándolo sin parar.
—¡Oiga loca, deje de hacer eso! —dice tomando con fuerza mi bolso para luego jalarlo.
—¡Devuélvame eso, pervertido!
—No, y hágase un lado, voy a salir de aquí o terminaré en la cárcel por homicidio —jadeo pegándome a la pared cuando las puertas se abren y él sale rápido del ascensor soltando mi bolso que cae al piso.
Suspiro por lo que acaba de pasar y empiezo a pensar que este lugar está lleno de gente loca. Al final el ascensor se abre en mi piso y bajo con las manos temblorosas, llego hasta la chica en el escritorio para anunciar mi llegada.