¡auxilio! Necesito una niñera

Capítulo 2

Cuando regrese a la oficina, ese hombre que cada vez me parecía más desagradable, no dejaba de ver a la pobre bebé como si fuera un bicho raro. Aún no podía entender como había dejado a ese bebé con un neardentahla como ese que ni un buen tetero sabía hacer. 

—¿Por qué la mira como si fuera un bicho raro? —digo acercándome a la mesa para abrir el pote de leche para colocarlo en el biberón y luego batirlo.

—Pues para mí es como si lo fuera —ruedo los ojos acercándome a la bebé para tomarla en brazos y darle su tetero, la pobre tenía tanta hambre que lo termino en poco tiempo.

—¿Ves?, solo tenía hambre, los bebés se comunican por medio del llanto, por eso se revisa si está sucio su pañal o si tiene hambre, muchas veces suelen sufrir de cólicos y eso ocasiona un llanto repetitivo. 

—¿Usted es doctora? —niego riendo.  

—No, pero me gustan los niños, tengo muchos sobrinos de los cuales cuide cuando estaba más pequeños —asiente sin decir una sola palabra. 

—¿Entonces viene por el empleo? 

—Así es, estoy estudiando, y necesito costear mi matrícula y demás.

—Pues la verdad, es que no me diste una buena impresión cuando te conocí —jadeo.

—¡Usted me estaba mirando el trasero!,  ¿cómo pretendía que actuara? 

—No estaba haciendo tal cosa, usted está viendo cosas donde no las hay, eso es lo qué pasa —niego. 

—No, yo sé lo que vi, no tiene que decirme que no es así. Mejor ayúdeme —digo colocando la niña en sus brazos. 

—¡No!, ¿qué hace?, déjela en su cuna. 

—No, es su hija y no tiene una enfermedad contagiosa para que se ponga de esa manera. 

—No me gusta tenerla cerca. 

—Pues me importa poco, voy a ir a traer unas cosas y ella necesita que le saquen sus gases —abre la boca sorprendido.

—¿Sus qué? —niego sobando mi frente. 

—Imaginó que tampoco hacía eso, ¿cierto? 

—No sé de lo que habla.  

—Cuando un bebé toma su biberón deben sacarle luego sus gases porque si no sufrirá de cólicos. 

—Eso no lo encontraré por internet. 

Dios dame paciencia, este, hombre está mal, muy mal, ¿cómo pudo sobrevivir esta pobre niña con él?, me impresiona que este limpia, porque sabiendo que no ha preparado ni su biberón como es, es un milagro que esté decente. 

—Colóquela contra su pecho y dele palmadittas suaves en su espalda, así sacará sus gases, vengo en seguida -digo saliendo con rapidez de la oficina. 

Necesito buscar algo para limpiar su oficina, el hombre está a punto de tener un ataque de ansiedad al ver su oficina de esa manera, lo pude notar por como se movía en su silla en todo momento. 

Llego hasta donde está su secretaria y le sonrío, la pobre chica parece asustada, puedo comprenderla cualquiera estaría de esa manera trabajando con ese hombre. 

—¿Podrías decirme donde consigo una escoba y un trapero? 

—¿Qué? —dice mirándome como si le hubiera dicho las cosas al revés.

—Que si me puedes decir donde consigo una escoba y un trapero.

—¿Va a arreglar su oficina? —asiento. 

—Sí, una bebé de casi dos meses no puede estar en un ambiente como en el que está, además, puedo ver que el hombre es muy ordenado —asiente. 

—Es un maniático del orden, la verdad no sé cómo no ha sufrido un ataque con esa oficina, cómo está —asiento riendo —. Al fondo a la derecha está el cuarto de aseo, pero si gustas puedo llamar a la señora del aseo —niego. 

—No es necesario, lo haré yo misma —asiente.

—Bien, buena suerte. 

Le guiño el ojo y me alejo de ella para ir al lugar que me indico, cuando llego saco lo necesario y regreso a. La habitación. Cuando abro la puerta sonrío al ver al hombre con la niña aun sobre su pecho. 

—Se durmió, pero se aferró a mi camisa y no mee quiere soltar — sonrío acercándome a él y acariciando la cabeza de la bebé, un segundo después suelta su camisa y la tomó para dejarla en su cuna. Dejo un beso en su frente y me volteo para verlo. 

—Bien, ahora voy a organizar este lugar.

—¿Qué?  —dice sorprendido. 

—Puedo ver de lejos a un hombre que es maniático del orden, viví con uno por toda mi vida, así que sé que si no se arregla este lugar usted sufrirá un colapso —arruga su entrecejo y sus facciones se endurecen. 

—Con una bebé como ella no es fácil tener en orden, todo me desespera —ruedo los ojos por sus palabras. 

—Es una bebé, es normal. 

No digo nada y empiezo a organizar todo con la atenta mirada del hombre en mí, de vez en cuando siento como pone su mirada en mi trasero y sonrío y dice que no. Media hora después, el lugar está en completo orden y escucho detrás de mí un suspiro de alivio. 

—Gracias a Dios, pensé que tendría un ataque —rio. 

—Bien, ya conoce lo buena que puedo ser, ¿tengo el trabajo? —digo con el palo de la escoba en la mano y la mirada puesta en él. 




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