¡auxilio! Necesito una niñera

Capitulo 7

Observo a la directora de la universidad con ojos de perrito regañado, Dios, si ella no acepta que traiga a Azul, ese loco me va a despedir. Suspiro asintiendo cuando comprendo que no va a dar el brazo a torcer y salgo de la universidad con un mal sabor de boca. Entro en el auto y miro por el espejo retrovisor a el grandote. 

—Llévame a mi casa, por favor —se queda mirándome unos segundos y bufo exasperada. —¡Bien!, llamaré a el loco para decirle. 

Tomo el móvil y marco el número de Will, dos tonos después contesta.

—¿Qué sucede?

—Necesito ir a mi casa, ¿será que puedo? —digo con sarcasmo. 

—¿Para qué?,  en su casa no se quedó nada. 

—¡Quiero ver a mi mejor amiga!, ¡Dios!, esto parece una cárcel —exclamo con desespero. 

—¿Está en sus días?, ¿o usted suele sufrir de ataques esquizofrénicos? —jadeo gritando como una loca y cortando la llamada, detestó todo esto. 

—Llévame a mi casa, su loco jefe ya lo sabes —le susurro al grandote que solo asiente. 

El auto se pone en movimiento y meso a mi niña en mi pecho, esto es tan estresante, no entiendo por qué las cosas no me salen como quisiera. 

Media hora después, estoy frente a la que fue mi casa por todos esos años. Bajo del auto y entro al edificio con el gorila conmigo detrás, busco las llaves y abro encontrando el lugar en completo silencio. Necesito a Mariana, solo ella me puede salvar de esto. Camino hasta su habitación y la encuentro leyendo uno de sus libros favoritos. 

—¡Nena, que bueno verte aquí! —dice dejando el libro en la cama y acercándose a mí para tomar a Azul de mis brazos. 

—Necesito que me hagas un favor urgente. 

—¿Qué sucede? 

—No puedo llevar Azul conmigo a la universidad, por favor cuídala tú mientras que tengo clase, ¿puedes? 

—No puedo nena, tengo trabajo —llevo las manos a mi cabeza desesperada porque no se que hacer. —¿Por qué no la cuida él? 

Río con fuerza porque ese troglodita no haría algo como eso, pero necesito que lo haga, no tengo otra salida. 

—Es alérgico a su hija y cuando lo hablo es en serio, no me ayudara y no puedo perder este trabajo, no puedo —indico mirando a Azul con tristeza. 

—Es un hombre de negocios, puedes negociar con él, dale algo que quiera para que te ayude. 

¿Algo que quiera?, ¿que puede querer ese hombre?, lo tiene todo y a la vez no quiere nada, ¿qué puedo darle yo? 

Salí de la casa directo a la empresa, buscaría la manera de que me ayudara, ella también era su hija, no podía solo decir que no por unas horas, además lo que Mariana me dijo aun seguía en mi cabeza dando vueltas. 

Abro la puerta de su oficina sin tocar y me arrepiento inmediato, el hombre está con una mujer sobre su escritorio en una posición para nada decente. 

—¡¿Qué rayos?! —exclama arreglándose su pantalón y bajando a la mujer de su mesa. —¡¿Por qué no toca? 

—Pues no me imagine que usted estaría en esa posición y mucho menos haciendo eso —-gruñe y yo quiero reír porque se ve muy chistoso de esa manera, ah alguien no le gusta verse infraganti. La mujer pasa por mi lado regalándome una mirada de muerte y cierra a mis espaldas con fuerza. 

—¿Qué hace aquí? 

—Tenemos que hablar y no podía dejar para más tarde el tema. 

—Espero que sea importante porque tengo cosas que hacer —sonrío asintiendo. 

—Oh, sí, de eso me di cuenta. 

—Hable de una buena vez.

—Necesito que cuide Azul dos horas a la semana en la mañana —su entrecejo se contrae y me observa con su mirada entrecerrada 

—¿Me está tomando el pelo? —niego. 

—Claro que no, usted sabe que estudio, no me permitieron tenerla en clases, necesito que la cuide mientras que yo estoy en la universidad. 

—No —indica con mucha seriedad. 

—¿Qué?, ¿por qué no?

—Porque ese es su trabajo y si no lo va a hacer lo mejor es que se vaya —abro la boca indignada porque él no puede hacerme eso. 

—¡Pero solo son dos horas! 

—No, me importa, es su trabajo, no el mío, además, sabe que enloquezco cuando la tengo cerca, no se que hacer y no deseo ese estrés de nuevo en mi vida, si no va a hacer su trabajo, dígamelo y busco otra. 

Gruño indignada porque esto no es gusto, solo necesito que me ayude por dos horas nada más, no puedo estar con Azul si en la universidad no me lo permiten. Suspiro y en ese momento lo que me dijo Mariana viene a mi cabeza. 

—¿Qué quiere? —Will me observa como si estuviera loca. 

—¿Disculpe?

—Me escucho muy bien, dígame que quiere para no despedirme y quedarse con Azul por esas dos horas. 

Él se queda observándome y no dice nada y yo empiezo a perder la paciencia, llegue tarde a la repartición y suelo frustrarme muy rápido.  

—¿Habla en serio? —asiento. 

—Sí, estoy dispuesta a negociar, solo así podre obtener lo que quiero, se que usted no es un hombre fácil y es la única opción que tengo —digo con una expresión de resignación. 




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