La mirada intensa y penetrante de Will me desconcentraba y también me producía miedo, sé que miles de ideas están pasando por su cabeza y eso me tiene muy nerviosa, sé que estaba hablando en serio cuando dijo que me despediría, pero no puedo permitir que él me corra, tiene que dejarme explicar que no es lo que él cree, aunque no sé por qué tengo que darle explicaciones.
—Estoy esperando una explicación, ¿Qué está pasando aquí? —pregunta con los dientes apretados.
—Tranquilo tío, no es lo que piensas.
—¿Ah, no?, ¿Entonces porque estás en mi cocina sin camisa con mi niñera? —observó a Aron y él me guiña su ojo izquierdo haciendo que Will gruña como un verdadero animal.
—Azul vomito mi camisa, así que la lleve a la lavandería, por eso me encontraste sin camisa.
No digo nada y tampoco lo miro, porque el Neanderthal está muy enojado y no quiero que terminemos agarrados como perros, porque eso es lo que pasará si me dice una mala palabra.
—¿Qué haces aquí, Aron? —Exclama Will con los brazos cruzados.
—Necesito hablar contigo, es urgente —asiente sin retirar la mirada de mí.
—Ponte una camisa y te espero en mi despacho, y tú —dice refiriéndose a mí —. Tenemos que hablar.
Asiento viendo cómo se aleja de la cocina, no sé a donde. Suspiro de alivio al comprender que todo se pudo resolver y no terminó mal, aunque no creo que todo sea tan fácil, con ese hombre nada es fácil.
—Ey, hermosa, tranquila, yo hablaré con él —indica Aron con una sonrisa en su rostro.
—Es que él es tan… Troglodita, que no sé qué esperar de él —Aarón ríe con fuerza y luego solo sale de la cocina dejándome sola con Azul que balbucea, no sé qué.
Termine de arreglar todo en la cocina, o bueno, intente hacerlo porque el desespero por saber qué estaba pasando entre Aron y Will me tenía mal, sabía que ese hombre no era fácil y solo esperaba que Aron pudiera sobrellevarlo.
Media hora después estoy saliendo de la cocina con un plato de chocolate. Justo en ese momento veo a Will salir de su despacho con una cara de haberse comido un limón que me causa gracia.
—¿Y Aron? —digo con Azul en mi brazo izquierdo y el plato de torta en el derecho.
—Se fue, ¿Cuál es tu interés en mi sobrino?, aún es muy joven y debe estar enfocado en su carrera, no en estar detrás de mujeres que no saben lo que quieren —jadeo y aprieto mis labios con fuerza, yo no quiero, juro que yo no quiero pelear con él, pero es que siempre busca que lo haga.
—No sé qué está pensando, pero si no quise tener nada con usted, mucho menos lo tendré con su sobrino. Solo quería darle el plato de torta que me pidió.
Se queda mirando el plato que tengo en mi mano y sin más me lo arrebata con nada de delicadeza.
—Pues que lastima, me lo comeré yo para que no pierda el trabajo —pasa por mi lado como si nada y yo quiero golpearlo, en serio que no entiendo como puede existir un hombre tan desesperante como él.
Intente pasar mi mal sabor de boca con un pedazo de torta, por lo que arregle todo y regrese a mi habitación con Azul, necesitaba sacar este taco que tenía en la garganta y nadie mejor que mi mejor amiga para escucharme.
Marco su número y luego de dos tonos escucho su dulce voz.
—¿Aún respiras?, pensé que ya estaría alguno de los dos muertos —bufo rodando los ojos, aunque sé que ella no me puede ver.
—Estoy a punto de llegar a ese extremo.
—¿Tan mal van las cosas? —suspiro tomando asiento en la orilla de la cama.
—Me pidió que fuera su amante luego de besarme un par de veces —la línea se queda en silencio y empiezo a creer que no debí decirlo de esa manera.
—¿Estás tomándome el pelo?
—No, claro que no, hablo muy en serio, esto es una locura, ese hombre me va a volver loca en algún momento, es ta insoportable, patán y Ushh… —-La risa de Mariana me hace gruñir aún más fuerte, para ella esto puede ser muy gracioso, pero para mí no lo es.
—Te gusta, el amargado de tu jefe te gusta, ¿no es así? —me quedo en silencio porque no sé ni lo que siento en este momento.
—No lo sé, el hombre está muy guapo, eso no lo pienso negar, pero no quita que su personalidad me enoje y mucho.
—Bueno, creo que esa es la chispa que los hace atraerse tanto, deberías dejarte llevar, no pierdes nada, al contrario, tendrás al hombre más guapo y millonario de todo el país.
Sus palabras retumban en mi cabeza con fuerza, sería muy sencillo hacer lo que ella me dice, pero así no soy, no puedo solo dejarme llevar por mis deseos, si las cosas no salen bien, no solo sufriré yo, también lo hará Azul y no puedo permitir eso.
Hable un rato más con Mariana, me hacía mucha falta, éramos como hermanas y jamás habíamos estado tanto tiempo separadas, pero todo valdría la pena al final. Me levanto de la cama para cambiar mi ropa por mi pijama en el momento en que unos quejidos llaman mi atención.
Con cuidado de no despertar a Azul, salgo de la habitación hacia la de Will, que es de donde vienen los sonidos, toco la puerta un par de veces, pero él no contesta y la preocupación se apodera de mí, así que abro encontrándome con una escena que me hace jadear.
—¡Dios mío!, ¿qué le sucedió? —digo acercándome a él para ayudarlo a regresar a la cama. Abro los ojos asustada cuando veo su rostro hinchado y rojo.
—Mi… Medicamento…. En la mesa —asiento abriendo los cajones de la mesa de noche y cuando encuentro su medicamento, lo abro para llevar a su boca una de las pastillas.
Las manos me tiemblas, verlo de esa manera me asusta, no sé qué le paso, ni como termino así, pero si no llego rápido estaría ahora muerto. Me quedo con él, por lo que para mí fue una hora, cuando su hinchazón empezó a bajar, me sentí más tranquila.
—¿Qué le paso? —pregunto.
—No se haga la loca, ¿quería matarme? —mi rostro se contrae en confusión por sus palabras, ¿de qué habla?