El claro estaba en completo silencio, roto únicamente por el sonido del martillo de Bjorn al golpear el suelo. Su figura imponente dominaba la escena, proyectando una sombra que parecía extenderse por todo el bosque.
Bjorn medía casi dos metros y medio, su cuerpo era musculoso y marcado como una estatua tallada en roca. Su armadura de placas relucía con un brillo metálico y estaba adornada con grabados rúnicos que brillaban tenuemente con un azul eléctrico. Llevaba una capa de piel de oso sobre los hombros, un recuerdo de su vida como guerrero antes de ser elegido por Thor. En su mano derecha sostenía un martillo gigantesco, decorado con los mismos símbolos rúnicos, y del cual emanaban pequeños destellos de electricidad que chisporroteaban en el aire.
Sus ojos, de un intenso azul gélido, miraban a Alex con una mezcla de interés y desdén.
—Espero que estés listo, chico. No suelo contenerme en estas pruebas. —Bjorn sonrió, y su voz resonó como un trueno en el cielo.
Alex sintió que su corazón latía con fuerza. Comparado con Bjorn, parecía un simple insecto enfrentándose a una tormenta.
—¿Seguro que esto no es una broma? —murmuró.
—No lo es —intervino Quetzalcóatl, con un tono serio.
—Él no te dará oportunidad de retroceder. Debes enfrentarlo o caer aquí.
Bjorn levantó su martillo con facilidad, como si no pesara nada.
—Primera lección: la fuerza bruta no lo es todo, pero a veces es suficiente.
De un solo movimiento, Bjorn golpeó el suelo con su martillo. El impacto creó una onda expansiva de electricidad y viento que derribó árboles a su alrededor. Alex apenas alcanzó a saltar hacia un lado, pero la explosión lo alcanzó, lanzándolo contra un tronco cercano.
—¡Argh! —Alex cayó al suelo, su cuerpo adolorido.
—¿Ya estás cansado? Apenas he empezado —dijo Bjorn, avanzando hacia él.
Cada movimiento de Bjorn era preciso y devastador. Sus ataques no solo eran increíblemente fuertes, sino que también liberaban descargas eléctricas que hacían que el aire a su alrededor oliera a ozono. Con cada golpe, el martillo de Bjorn creaba cráteres en el suelo, y las ráfagas de energía descontrolada iluminaban el claro como si fueran rayos en medio de una tormenta.
Alex intentó usar el viento para esquivar, lanzando ráfagas para impulsarse hacia los lados. Logró evitar algunos golpes, pero la presión constante lo dejaba sin espacio para reaccionar.
—¡Concéntrate! —gritó Quetzalcóatl.
—El viento no solo es para escapar, úsalo para atacar.
Alex apretó los dientes, extendiendo sus manos. Una ráfaga de viento salió disparada hacia Bjorn, pero este apenas se inmutó.
—¿Eso es todo? —Bjorn levantó su martillo, absorbiendo la ráfaga en un remolino de electricidad.
—Tendrás que hacerlo mejor, chico.
Alex respiraba con dificultad, intentando pensar en un plan. Cada segundo que pasaba, Bjorn se hacía más fuerte, como si el combate lo alimentara.
—Sus movimientos son lentos, pero devastadores —dijo Quetzalcóatl.
—Debes aprovechar su tamaño. Usa tu velocidad y el viento para desestabilizarlo.
Alex cerró los ojos por un momento, recordando la sensación del viento a su alrededor. Cuando los abrió, su símbolo brillaba más intensamente.
—Bien. Vamos a intentarlo.
Bjorn se lanzó hacia Alex con un ataque descendente, su martillo brillando como un rayo. Alex esquivó a un lado, creando un torbellino que envolvió las piernas de Bjorn. Por un momento, el gigante perdió el equilibrio, tambaleándose.
—¡Ahora! —gritó Quetzalcóatl.
Alex concentró todo el viento que podía reunir en un solo punto y lo lanzó hacia Bjorn. El golpe fue suficiente para empujarlo hacia atrás, haciendo que soltara un gruñido de frustración.
—Eso estuvo mejor —admitió Bjorn, limpiándose el polvo de la armadura.
—Pero sigues siendo débil.
Esta vez, Bjorn levantó su martillo hacia el cielo, y un rayo cayó directamente sobre él, imbuyéndolo con un aura eléctrica. Con un rugido, lanzó el martillo hacia Alex.
El martillo atravesó el aire como un misil, rodeado de rayos. Alex logró esquivarlo por un pelo, pero la energía liberada al impactar contra el suelo lo lanzó por los aires. Cuando cayó, estaba cubierto de tierra y con varios cortes en su cuerpo.
Bjorn extendió su mano, y el martillo regresó a ella como si fuera atraído por un imán.
—Aguantas más de lo que esperaba. Eso es bueno.
Alex se levantó, tambaleándose. Sus piernas temblaban, pero había algo dentro de él que no lo dejaba rendirse.
—Si crees que voy a caer tan fácil, estás equivocado.
Con un último esfuerzo, Alex concentró todo el viento a su alrededor, creando una corriente que lo envolvía como un remolino. El aire giraba con tanta fuerza que las hojas y ramas comenzaron a volar, formando una barrera natural.
Bjorn levantó una ceja, interesado.
—Así que todavía tienes algo más que mostrar.
El viento de Alex se intensificó, formando una serpiente translúcida que parecía girar a su alrededor.
—Vamos a ver si puedes con esto.
Bjorn sonrió, levantando su martillo una vez más.
—Eso es lo que quería ver.
Ambos se lanzaron el uno contra el otro, el choque de sus poderes iluminando el bosque con una intensidad que podría haber sido vista desde kilómetros de distancia.
Fin del Capítulo 4