El sol apenas comenzaba a iluminar el horizonte cuando Alex y Bjorn llegaron a la entrada del pueblo. El aire estaba fresco, y el sonido de los primeros pájaros rompía el silencio de la madrugada. Alex, aún algo adolorido y con su ropa desgastada por la batalla, miró al gigante de Bjorn, que lucía calmado pero con una energía imponente incluso en reposo.
Bjorn se detuvo y lanzó una sonrisa tranquila a Alex, colocando una mano pesada pero amistosa sobre su hombro.
—Ha sido una buena pelea, chico. Pocos en tu posición habrían aguantado tanto.
Alex asintió, todavía procesando todo lo que había ocurrido en las últimas horas.
—Gracias, Bjorn. Pero... ¿qué pasa ahora?
Bjorn rió suavemente, su voz resonando como un trueno lejano.
—Ahora, te toca decidir tu propio camino. Pero antes de que te pongas a filosofar, déjame darte un consejo. Como avatar, tendrás muchos rivales. Algunos serán poderosos, otros no tanto, pero todos estarán buscando algo.
Hizo una pausa, su mirada fija en el amanecer.
—La mayoría no querrá enfrentarse a alguien que aún no domina su poder, así que tienes un poco de tiempo para fortalecerte. Y déjame decirte algo, Alex: tienes el potencial para ser uno de los avatares más sorprendentes de esta era. Estoy seguro de que volveremos a cruzarnos, y cuando lo hagamos, espero que me sorprendas aún más.
Con un movimiento lento pero deliberado, Bjorn sacó un pequeño objeto de una bolsa en su cinturón y lo extendió hacia Alex. Era un colgante en forma de relámpago, tallado en un metal desconocido que emitía un leve resplandor azul.
—Esto es para ti. Para recordarte nuestra batalla y la importancia que tuvo para mí. No subestimes nunca lo que aprendiste hoy.
Alex tomó el colgante, sorprendido por el gesto.
—Gracias... ¿esto significa algo especial?
Bjorn sonrió, pero no respondió. En cambio, levantó su martillo hacia el cielo. Las nubes comenzaron a arremolinarse nuevamente, y un destello de electricidad recorrió el arma.
—Nos veremos, chico. Hasta entonces, diviértete, pero no te olvides de lo que realmente importa.
Con esas palabras, Bjorn fue envuelto en una descarga eléctrica y salió disparado hacia el cielo como un rayo, dejando atrás a Alex, quien lo observaba desaparecer entre las nubes.
El joven soltó un largo suspiro y luego una risa ligera.
—Esto será muy emocionante... —murmuró para sí mismo, mirando el colgante en su mano. Pero de repente, sus ojos se abrieron de par en par, y su rostro se llenó de pánico.
—¡Diablos! ¡Tengo que llegar a casa antes de que mamá despierte! ¡Y tengo clases hoy!
Sin perder tiempo, Alex salió corriendo hacia su casa, dejando atrás la entrada del pueblo mientras los primeros rayos del sol bañaban la tierra.
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En Otro Lugar
En un bosque oscuro y solitario, una figura femenina observaba el cuerpo de un hombre tendido en el suelo. Su rostro estaba cubierto por una máscara rota, y la marca de su dios, un círculo dorado, se desvanecía lentamente de su pecho.
La chica, alta y de cabello oscuro, cruzó los brazos mientras miraba al derrotado avatar. Sus ojos, fríos pero cargados de curiosidad, lo observaban con detenimiento antes de murmurar:
—Así que cuando un avatar pierde, el poder de su dios desaparece por completo... ¿Pero a dónde va?
Su voz estaba llena de incertidumbre, pero también de algo más: una pizca de duda sobre el propósito de esta guerra.
Levantó la vista hacia el cielo. Las nubes de tormenta que Bjorn había convocado comenzaban a dispersarse, y el amanecer iluminaba el bosque con tonos cálidos. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—Bjorn tardó más de lo que esperaba. Supongo que el novato es más interesante de lo que parece...
Con una última mirada al cuerpo del avatar derrotado, la chica se dio la vuelta y desapareció entre las sombras del bosque, llevándose consigo sus pensamientos y un leve atisbo de intriga por lo que vendría.
Fin del Capítulo 6