Azalia

26

- Sí, duele mucho. No puedo ni decirte cuánto me dolió. Nunca antes había sentido un dolor tan agudo. ¡Y además era muy feo y asqueroso! —haciendo una mueca al recordarlo—. ¡Todas esas caricias suyas! Su boca babeaba tanto sobre mis labios que era asqueroso tragárselo todo. ¡Uf! Da asco incluso recordarlo. Recuerdo que todo abajo estaba cubierto de sangre y tuve que lavarme durante mucho tiempo para limpiar la sangre y a su familia. Y las sábanas estaban todas cubiertas de sangre.

- ¡Qué horror! - exclamó Azalea, blanca como la tiza.

- Al menos tengo suerte en una cosa, no como tú.

- ¿Qué? - ​​Azalea estaba asustada. - Mi marido es viejo como un tronco y rara vez viene a mi habitación, y solo por poco tiempo. Y tú, hermana, tu marido es joven, sano como un toro, y en la cama es muy...

Louise se detuvo al ver cómo había asustado a su hermana.

– ¿Qué? ¡No te calles, dímelo!

-No, de todas formas estás muerta de miedo - se negó Louise. - Cuando llegue el momento, lo descubrirás por ti misma.

- Louise, por favor, dime lo que sabes. Quiero estar preparada para lo que me espera. Aunque dé miedo - le rogó a su hermana.

- De acuerdo, Azalea. Si eso es lo que quieres, entonces escúchame.

– Sí, por favor. Lo oí de las criadas de cocina. Y de otras criadas que sirven a las antiguas amantes del Duque de Vigny. Aunque es obvio a primera vista cuando ves a un hombre como tu prometido. Después de todo, es el más guapo de los hombres guapos, y su orgullo masculino es enorme y denso. Puedo imaginar cuánto te dolerá, hermana, cuando te penetre. Te dolerá mucho más que a mí. Después de todo, mi esposo tiene esa cosa pequeña. ¡Su gracia te destrozará ahí!

Azalea sudó frío ante las palabras de su hermana. Estaba tan asustada que estaba a punto de llorar.

-Eso no es lo peor que tengo que decirte - dijo Louise con tristeza, al ver a su hermana temblar de miedo. Lo peor es que está lleno de fuerza, y viene a ti todas las noches y se burlará de ti hasta la mañana. He oído que tiene fantasías muy pervertidas y conoce muchas formas diferentes de torturar a sus amantes. Y eso es lo que te espera a ti también, querida hermana.

Azalea rompió a llorar, corriendo a los brazos seguros y amorosos de su hermana.

***

Los rayos del sol de la mañana de verano caían sobre la cama donde dormía Azalea. No pegó los ojos en toda la noche, temiendo la inevitable boda y la noche con el duque. Solo al amanecer se quedó dormida. La señorita Beckett abrió los ojos y vio que el sol ya estaba alto. Esto significaba que eran al menos las diez y que debería haber estado de pie mucho tiempo, y que seguía acostada en la cama. La muchacha recordó que toda la noche había soñado con huir del duque de Vigny en un camisón transparente como el agua. Estaba tan asustada, que el corazón le latía tan fuerte en el pecho que parecía que iba a saltarle. Para olvidar el terror nocturno, la muchacha se levantó de la cama. En ese preciso instante llamaron a la puerta y esta se abrió.

—¡Buenos días, hermana! —la saludó Susanna. —¡Felices vacaciones!

—¿Con cuál? —Azalea se sorprendió.

—¡Feliz boda, por supuesto, tonta! —canturreó alegremente.

—¿Son vacaciones? —Azalea suspiró con tristeza.

—Sí, esto es más que unas vacaciones, este es el mejor día de mi vida. ¡Estoy en el séptimo cielo de felicidad! Por fin me convertiré en la esposa de John Sommers. ¡Ay, Azalea! —suspiró Susanna con aire soñador—. ¡Y por fin John y yo podremos estar solos en nuestra habitación, en la misma cama! ¡Ay, cómo excita cada célula de mi cuerpo de muchacha! —la muchacha volvió a suspirar con una mirada soñadora—. ¡Ay, cómo espero nuestra primera noche de bodas con John! ¡Qué ganas!

Azalea miró con tristeza a la pobre ingenua que había sido tan cruelmente engañada. Qué doloroso sería para ella caer del cielo a la tierra si no conseguía lo que esperaba esa noche.

“Tonta!" pensó, viendo a Susanna bailar de felicidad anticipando una noche de placer. "Pero no te convenceré de lo contrario. Si estás convencida de que esto es placer, déjalo ser. Lo descubrirás todo tú misma esta noche. ¡Pobre amiga ingenua! "

-¡Mira qué regalo de bodas me hizo John! - dijo Susanna, mostrando una bata blanca, la misma con la que Azalea había soñado. - ¡¿No es maravillosa?! ¡Solo tócala, qué tela tan delicada!

- ¿Y te vas a poner esto? - preguntó Azalea sorprendida.

- Sí, por supuesto. John quiere que me encuentre con él esta noche con este conjunto y el pelo suelto.

- ¡Pero es transparente y tu marido podrá verte el cuerpo a través de él! - Azalea estaba asustada.

- Claro, es muy seductor y a los hombres les encanta. ¿Jean-Michel te regaló una bata como esa? Él y John solían comprarlas juntos.

- No, y gracias a Dios.

- No, te la dará de todas formas, hermanita. Y tú también la usarás esta noche y te soltarás el pelo...

Azalea palideció al oír que ella también tendría que ponerse una bata, y recordando el horror de la noche, apenas podía mantenerse en pie.

—Y aquí te traen un baño —interrumpió Susanna sus pensamientos—. Bueno, yo también me daré un baño. ¡Hoy quiero oler a rosas! —Dicho esto, salió corriendo de la habitación, radiante de felicidad.




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