Azul

Bajo las estrellas

Bajo las estrellas

—Muy bien, señor Manson. Ahora viene la exposición de Harris y Raider.

Blaide y yo estuvimos enfocándonos durante una semana en este tema, al final logramos lo que nos propusimos. El profesor Philip nos dio libertad para hacerlo, es el único que me cae bien de todo el colegio. Este señor es un verdadero genio científico, nos da Ciencia y hacemos cosas divertidas que nos dan mucho aprendizaje, además que es una persona demasiado estupenda para ser real.

Hace una semana nos pidió elaborar un producto de aseo personal y sólo nos dijo: "sean creativos". Al final, creo que todos vamos a pasar la materia sin hacer tanto esfuerzo.

No hicimos gran cosa, simplemente creamos una crema para las manos. Internet nos ayudó mucho y, básicamente, los dos probamos para verificar que no tenga efectos secundarios muy graves. Para las personas alérgicas no sirve, ya que a mi madre le dio algo en la nariz. Afortunadamente, se le quitó en un día y medio, lo cual es un alivio.

—¡Buenos días!, mi nombre es Robert Harris y junto a mi compañero Blaide Raider creamos una crema para las manos que a continuación les vamos a mostrar —digo sin pena ni dolor. Puedo ser tímido en algunas ocasiones, pero me encanta hablar y soy bueno exponiendo—. Hicimos una crema humectante perfumada, utilizamos cera de abejas, manteca de mango, aceite de coco y esencia de zanahorias.

—Para elaborar esta crema debes derretir la cera junto con la manteca, luego agregas los aceites y mezclas hasta que genere una pasta homogénea. Finalmente, se coloca la crema en un envase como éste y se deja enfriar y endurecer. —Blaide muestra el potecito donde vertimos la crema y se lo muestra a la clase. Las chicas están viéndolo fascinadas por el producto.

Uno a uno se va levantando y reciben su crema, sin costo alguno. El profesor nos felicita por la presentación y nos da un diez a cada uno en la calificación.

—¡Oh, es una maravilla Robert! —me dice Melany acercándose hacia donde estoy—. Me encantaría que me dieras un beso.

Me quedo sin palabras y lo que hago es retroceder y hacer que estoy buscando más cremas en mi maleta. Ella no se molesta y se va junto a sus amigas, quienes brincan de la emoción.

—No entiendo por qué está obsesionada contigo Ro.

—Ya te lo dije Blaide. ¡Eres mío, bebé!

Él se ruboriza y no dice nada. Nos quedamos solos en el salón, porque debemos recoger todo y dejar las cosas en orden.

—Con esto me puedo hacer millonario —le comento para que se emocione, pero no veo una reacción positiva ante mi comentario. Blaide anda muy extraño y quizás es porque las chicas me acosan todo el tiempo. Ya quisiera decirles que no me interesan, pero cada vez que doy una explicación, no me creen—. Debes besarme delante de ellas, es la única solución.

—Blaide Raider, tu padre te busca en la entrada del colegio —dice la coordinadora—. Muy buena la crema.

—¡Gracias! —le respondo—. Yo recojo todo, mi mamá me va a pasar buscando.

—¡Nos vemos!

—¡Sí!

Recojo las láminas, los productos que quedan y voy hacia el estacionamiento a esperar a mi madre. Esta mujer se tarda demasiado, no entiendo por qué se arreglan tanto, si vamos a casa nuevamente. Mi madre es obsesionada con el maquillaje, la vestimenta y el perfume. Cómo adora comprar cosas que no necesita, ama gastarle el dinero a mi padre, porque dice que el suyo es para ahorrar. Últimamente, ella se la pasa en la casa, no sé si tendrá problemas en su trabajo, lo cual lo hace más sospechoso.

Le escribo a Blaide para que me comente lo que quería su padre, pero no me responde los mensajes ni las llamadas.

Mi madre se estaciona frente a mí, me ayuda con la maleta y nos vamos hacia el lado opuesto de la dirección de mi casa.

— ¿A dónde vamos? —le pregunto.

—Es un secreto entre tú y yo Robert. No digas nada a nadie.

— ¿De qué se trata todo esto?

—Pues renuncié a mi trabajo y ahora haré lo que me gusta.

— ¿Y para qué ocultarlo?

—Porque a tu padre no le agrada la idea que gane menos.

—Mamá, nunca te ha gustado la fábrica. ¿Qué harás ahora?

—Eso lo sabrás en unos minutos.

En el camino, pienso en qué trabajo mamá tiene ahora, porque todo es un misterio. No observo la carretera, estoy pendiente es del teléfono, por si Blaide me escribe. Es inevitable no pensar en él siempre, es como si ya fuese parte de mi espíritu, de mi alma. Llegamos a un hospital situado en el centro de la ciudad. No sé que pretende con ocultarle a mi padre, cuando tarde o temprano se va a enterar.

Mi celular suena y es Blaide. Mi madre me observa y se empieza a reír, no entiendo por qué lo hace, y me pone más nervioso de lo que estoy. Escuchar la voz de Blaide me eriza la piel por completo.

—Ro, cuando salgas de donde estés, ven a mi casa. Debo decirte algo.

—Okey.

—Te quiero...y mucho. ¡Adiós! —¡Vaya! Demasiado romántico y cortante al mismo tiempo. Eso me asusta.

Mi madre me muestra en donde trabajará ahora, debo mantener el secreto hasta que ella tenga el valor de enfrentar a mi padre. Me presenta a todas las enfermeras y doctoras del lugar.

—Es muy lindo —me dice una.

—Espero que no te gusten los chicos, eso sería un desperdicio —comenta la otra.

Este...es el momento de sonreír y saludar como los pingüinos de Madagascar.

—Mi hijo es todo un don Juan. Es obvio que tiene un romance oculto con una chica.

«¡Oh! ¡Maldición!»

—No aceptaría eso de mi hijo.

Las demás se empiezan a reír. Esto es vergonzoso. Le digo a mi madre para ir a la cafetería porque tengo mucha sed, es una excusa, porque no quiero seguir escuchando nada.

Le envió un mensaje a Blaide: «Mi madre está haciendo el ridículo. Después te cuento».

Me responde: «No imagino que estará haciendoYo sólo quiero probar tus dulces besos. Eso es lo único que necesito. Estoy algo molesto con mis padres».




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