Londres
El tiempo se hace eterno, siento dolor todos los días, sueño con él de vez en cuando y su sonrisa queda plasmada en mi mente al despertarme. Los recuerdos me vienen cuando paso por cada sitio en donde estuvimos juntos alguna vez.
La recuperación ha sido bastante eficiente, aunque un poco lenta, pero voy luchando contra las adversidades de mi cuerpo. Me ha dado gripe, fiebre, dolor de estómago, han sido unos días muy difíciles, pero no me dejo vencer. Vuelvo a clases, donde ahora todo es completamente distinto, no se siente el aire molesto y las cosas van marchando muy bien.
He decidido volver a sonreír junto a mi familia, pasarla bien y al menos conservar mi espíritu aventurero. Trey ha traído calma a mi vida, hemos estado siempre juntos y me ha ayudado a mejorar mi estado emocional.
Se ha mudado con nosotros, luego que sus padres se fueran hacia el norte, donde compraron una nueva casa, y nos han dicho que cuando todo esté listo, podremos ir a visitarlos. Nunca había visto a una familia tan despreocupada como ésa; no es que no amen a Trey, pero creo que nunca quisieron tenerla como hija. Es algo complicado y no quiero entrometerme en su decisión.
—¿Estás bien? —me pregunta mientras vamos hacia el cine a ver una película de terror. Asiento con la cabeza, para no distraerme en el camino, mientras manejo. Ella se encoge de hombros y refunfuña. Ya la conozco, así es Trey, no se conforma con nada.
Llegamos al estacionamiento y rápidamente busco un lugar que esté libre y fácil de ubicar. Allí veo uno en la esquina, al lado de unas escaleras. Apago el motor y la miro de frente.
—¿Quieres saber qué me sucede? —le pregunto y responde que sí—. Él cumple años hoy y no puedo evitar recordar que nos la pasábamos en la calle inventando cualquier cosa. Luego, hacíamos la torta en mi casa y yo siempre le regalaba algo que le gustara. Eso es lo que me pasa. Jamás va a terminar, esto me envenena por dentro. Ya quisiera olvidarlo y no saber ni su nombre.
Trey se muerde los labios y suspira, como si también le doliera mucho. Se baja del carro y la sigo hasta el cine.
—¡Lo siento Robert! Quisiera que él estuviera contigo y fueras feliz.
—No te preocupes Trey. Tú eres muy importante para mí, eres la hermana que siempre quise tener. Ahora eres mi universo y mi vida. Sin ti, estaría perdido.
Ver una película donde la protagonista es una tonta y sale corriendo porque un hombre con sierra la va persiguiendo, es ridículo. De verdad, es la peor película que he visto en mi vida. No puedo creer que gasté dinero viendo esto. Lo único bueno es que pude olvidarme por un rato de lo que antes me mantenía triste.
¡Lo extraño!, eso es seguro, pero debo olvidarlo por completo. No es sano para mí, ni para mi familia. Necesito ser feliz, hacer cosas diferentes, vivir mi vida como siempre quise hacerlo, dejar que el destino me sorprenda. El amor puede esperar, no me hace falta porque tengo de sobra con Trey y mis padres.
Al irnos a casa, las risas se hacen presentes y los malos chistes también. Me agrada que Trey esté en mi vida, porque sin duda alguna, sin ella ya hubiera fallecido. Mis padres están en la sala y nos miran. Ambos sonríen y asienten al unísono. Mi madre se levanta y nos pide a ambos que nos sentemos, porque deben darnos una noticia.
La última vez era que se iban a divorciar, ahora no imagino que será. Son tan misteriosos y con un sentido del humor tan particular, que nada me sorprendería.
—Tenemos varias noticias amor —comienza mi madre nerviosa—. La primera, es que estoy embarazada y vas a tener un hermanito. La segunda, es que te llegó una carta de una universidad.
—¡Vaya!... Un hermanito, universidad... —digo casi sin voz.
Jamás he pensado en universidades, ni siquiera en mi futuro. Tampoco en tener un hermanito de sangre.
Demasiadas noticias buenas en un día, eso es raro y bueno al mismo tiempo. No imagino qué quiere el destino de mí, lo que sí es seguro es que quiero comenzar nuevamente y hacerlo bien esta vez.