Azul

Silicon Valley

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Los hermanos de Blaide son divertidos, bastante honestos y demasiado ingeniosos para ser honesta. Se la pasan haciendo bromas entre ellos y se ve que se la llevan bien. Robert aún no cree que estén aquí, le parece casi imposible y no ha charlado con ninguno de ellos desde nuestro encuentro en la playa. Todavía le duele saber sobre Blaide y qué ha hecho últimamente. Cuando ellos lo nombran, se retira a su habitación y pasa toda la noche llorando.

Quisiera que fuera feliz. Verlo reír. Desde que lo conozco sólo está llorando, serio y enfadado consigo mismo. He hecho lo imposible para lograrlo, y no puedo. Jamás lo voy a poder comprender porque nunca me he enamorado de nadie así, pero al ver cómo sufre mi hermano, no desearía que me pasara jamás a mí. Por supuesto, no todos somos iguales, quizás algunos tienen más suerte que otros, pero, aun así, no estoy preparada para entregar mi corazón. En cambio, Robert, está inmensamente enamorado de Blaide. Sé que lo ama por cómo mira sus fotos en la computadora, cómo le brillan sus ojos cuando lo hace y por como pronuncia su nombre cuando está dormido tan alto como sea posible.

Nunca en la vida había visto a una persona, tratando de olvidarse de otra para no llorar. Robert intenta hacerlo, pero pareciera como si estuviera quitándose el alma para ponerse otra. Es algo muy crudo y hermoso a la vez. Ya desearía que estén juntos, por más que odie a Blaide.

Hoy es el primer partido de la temporada y es justo el momento perfecto para verlo jugar y que pueda ser él mismo otra vez. He convencido al entrenador para que lo pusiera en el equipo, con la condición de que sus notas mejoren en poco tiempo. Tendré bastante en el verano para enseñarle muchas cosas.

James y Bin Raider también desean ver el partido y los he invitado. Aún creen que pueden conquistarme, pero que va. No lo van a lograr jamás. Por lo menos, puedo aprovechar el momento para preguntarles algo que quiero saber. Un poco de información no me hará daño y Robert jamás lo sabrá.

—Quería preguntarles algo —les digo, y ambos asienten al unísono—. ¿Fue Blaide quien escribió esas cartas?

—La primera sí, e incluso la segunda y la tercera. Y lo sabemos porque estuvimos con él mientras lo hacía. Fue duro hacerlo, tuvo que escribir una y otra vez para encontrar las palabras exactas. Nosotros sabemos que Blaide lo ama, pero ahora todo parece ser diferente.

—¿Y las demás?

—No lo sabemos. Casi no nos la pasábamos con ellos, porque estábamos estudiando, supuestamente —interviene Bin, quien ha dejado hablar a su hermano por unos minutos.

—Esa chica está enamorada de Blaide y hace todo lo posible por apartarlo de nosotros. Tuvimos un problema con nuestra madre por lo mismo. Nos dijo que no debíamos meternos en los asuntos de nuestro hermano, pero Bin le dijo que no soportaba verlo sufrir y que tuviese que amar a alguien superficialmente sólo para hacerla feliz a ella.

—¡Es una maldita zorra! —exclamo en voz baja.

—¡Completamente! Eso pienso yo —dice Bin sonriente.

—¿Por qué se fueron a Rusia?, lo sé porque tuve que llamar a la agencia de cartas para saber y comprender la procedencia de las mismas.

—Originalmente somos de allá, tenemos una casa, mi padre una empresa y mi mamá a su familia. La idea comenzó porque ella no deseaba estar más aquí y convenció a mi padre de mudarse. A Blaide lo habían llamado para estudiar y todo fue muy rápido. Si quieres saber más sobre eso, no podremos ayudarte porque no sabemos nada más.

—¿Ustedes sabían que su hermano era gay y no hicieron nada?

—Blaide se lo dijo a mi madre, ella se enfadó y bueno. Problemas tras problemas.

—Se ve demasiado inocente para hacer daño.

—Blaide es una furia voladora, te puede destruir en segundos y no te das cuenta.

—A mí no me cabe duda que aún ama a Robert.

Nos quedamos en silencio y analizo las respuestas. ¿Por qué Blaide les haría caso a sus padres y por qué no se ha venido acá con sus hermanos?

¡Dios mío! Este chico me mata de la curiosidad. Me pone demasiado mal tratar de entenderlo, quisiera conocerlo a fondo, saber lo que piensa y por qué hace las cosas de esa forma. Si amas a alguien, estás con esa persona y punto. Si yo fuera Blaide, no me hubiese mudado.

Insisto que amar es una locura, y eso sólo lo saben las personas que realmente están enamoradas y dispuestas a hacer todo para tener a esa persona a su lado.

—Supongo que eres soltera, ¿verdad? —James me saca de mis pensamientos.

—¡Sí!, soy lesbiana —le respondo seriamente.

—¡No importa! Tengo la esperanza de que te cases conmigo y olvides esa ridiculez.

—¿Sí?, ¡qué gracioso! —me da pena con los chicos y su ilusión tan superflua. Empiezan a discutir por mí y eso es adorable, pero ninguno me interesa. Han dejado de interesarme los chicos.

 




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