Pesca
La insensibilidad de los espíritus ocasiona en mí algo negativo. No sé cómo actuar ante situaciones torcidas, en las que la mayoría de los seres humanos lo hacen de manera natural. Yo no puedo fingir, saber que todo estará genial de un momento a otro. Es imposible. Odio ser predecible.
Estamos en vacaciones y no siento ni una pizca de simpatía con esto. Me parece demasiado frío y odio tener que congelarme todo el tiempo. Para ellos, la temperatura es fresca, pero para mí es súper frío.
—Aquí tienes, amor —me dice Roin dándome el desayuno y no le contesto.
Odio que me llame así, es cursi, estúpido, idiota y falso. Roin era excelente persona cuando la ví por primera vez, pero ahora que ella piensa que soy algo más que un amigo, entonces actúa diferente y eso no me gusta para nada.
Mientras voy comiendo, reviso el celular una y otra vez. No sé por qué lo hago, es ridículo, no me va a escribir, quizás se haya olvidado de mí y no quiere absolutamente nada conmigo. Detesto estar lejos, no saber nada, mis hermanos no me dicen nada, porque también están enojados conmigo.
Veo el Facebook, Twitter, Instagram, nada divertido, no me emociona ninguna publicación. Todo me parece tan irreal, que pareciera que vivo en otro universo.
—¿Seguirás buscándolo, cierto? —me pregunta y frunzo el ceño—. Él no te quiere Blaide. Se olvidó de ti.
Intento controlar mi furia interna, no quiero decirle lo que pienso, porque la haré llorar en menos de un segundo y no es lo apropiado. Sigo comiendo y no le hago caso a lo que está diciéndome. Aprovecho de prender el televisor y ver una serie que están pasando. No me gusta nada ruso, todo es demasiado correcto y eso me fastidia demasiado. La serie está genial porque es americana y me hago la idea que estoy completamente solo; escucho voces, pero no le hago mucho caso.
Es impresionante cuando estás en otro continente, piensas en la misma persona y la extrañas no sólo porque te gusta, sino porque te ama como eres y no le interesa nada. Sé que fuí un idiota con Robert y que no merece que lo traten mal. Es una excelente persona, la mejor que he conocido y nadie será como él, ni en un millón de años.
«Ro, te extraño como a nadie en este mundo», pienso detenidamente.
—Siempre ves los mismos programas. Veamos una película romántica —sugiere ella intentando que me sienta feliz. Pues no lo haré.
Me quedo callado y sigo viendo la serie, sin prestarle atención. Ella vuelve a preguntarme si puede tomar el control y cambiar de canal, pero no le respondo.
En media hora llega mi padre y me pide que lo ayude con las bolsas del mercado, pues mi madre está demasiado cansada. Es la coartada perfecta. Me levanto enseguida, dejo el plato en la mesa y salgo corriendo junto a mi padre hacia afuera, dejando a Roin sola.
Me he percatado que he dejado el teléfono en el mueble y quizás ella se ponga a escribir en mis redes como si fuera yo. No sé qué sensación le produce eso y me sabe. No me interesa absolutamente nada. Si Ro lo ve, puede que empiece a llorar, pero su hermana no lo creo, ella es inteligente. Quizás deba contactarla para ver, pero no consigo su número y en las redes no sé cómo buscarla.
—Gracias al cielo que viniste, ya me estaba obstinando demasiado —le confieso a mi padre y él se ríe.
—Roin es buena chica, pero es muy intensa, al igual que tu madre.
—Papá, a mí no me gustan las chicas —le digo y él no me lo refuta.
—¡Sí!, eso ya lo sé. Sólo vive, respira aire fresco y trata de ser feliz.
Mi papá también es de pocas palabras, nunca se mete en los asuntos de nosotros -ni de mis hermanos ni en los míos- y deja que uno sea libre. Pero a mi madre le molesta todo y no escucha lo que quiero decirle. Por una parte, está molesta de que Bin y James se hayan ido a nuestra antigua casa porque no soportaban su actitud y, por la otra, conmigo, por haberle dicho que me gustan los chicos. Es por ello que me impone a Roin, ignorando que, complaciéndola, me hace más daño.
Ayudo con el mercado, pierdo el tiempo arreglando la nevera y tarareo una canción que la tengo pegada desde hace rato: I don't wanna be forever
—¡TE EXTRAÑO, MALDITA SEA! —exclamo en voz alta y todos se me quedan viendo como si estuviera loco. Voy a mi cuarto y me quedo allí mirando el horizonte.
—¿Qué demonios fue eso Blaide? —me pregunta Roin—. Estás conmigo. Él no te ama.
—No me interesa, jamás dejaré de amarlo, así estemos a millones de kilómetros de distancia.
—¿Qué sentido tiene? Blaide, yo sí te amo y quiero estar contigo.
No suelo ser grosero, pero sinceramente me sabe a mierda.
—Blaide ama a Ro con su alma —murmuro para mis adentros—. Roin no escucha y cambia los canales del televisor.
«Blaide ama intensamente a Ro», pienso sin permitir que me haga llorar. No quiero que nadie me pregunte nada.