Dulces tentaciones
Salidas al cine, fiestas por aquí, tragos por allá. Pues así es como se pasa un verano con mi hermana y los hermanos de Blaide.
Volvemos a las andanzas de la escuela, todo parece distinto, es como si me estuviera transformando en otra persona. El pecho me duele muy poco y he dejado de soñar con él.
—Robert —me saluda una amiga de Melany que, por supuesto, es más simpática y menos fastidiosa—. Suerte en el entrenamiento hoy.
—¡Gracias!
—Te daré suerte.
No sé por qué me empiezo a reír y ella se contagia. Luego se retira como si le hubiese apenado charlar conmigo y yo sigo mi camino al aula. Al llegar, veo a Trey hablando con una chica, los ojos le brillan demasiado, nunca la había visto así y me alegra que al menos quiera intentar algo con otra persona.
Me siento lejos, sin interrumpirla. Quiero que al menos tenga la oportunidad de desconectarse de mí por breves minutos y que piense en otra cosa que no sea en mi felicidad.
En la clase de Ciencias nos ponen a resolver varios problemas, ella tiene una calificación muy baja, pero lo bueno es que el profesor nos pone a todos 10 porque le caemos bien.
Me concentro y olvido que estoy en clases. Gracias a mis sesiones particulares con Discovery Channel, he aprendido millones de cosas y puedo responderlas sin esforzarme demasiado. Al culminar, soy el tercero en entregar la evaluación y el profesor me dice que puedo salir.
Trey me hace señas que nos veremos en la casa, porque tiene que hacer cosas con la nueva chica que acaba de conocer. Yo me dirijo al comedor, pues me provoca desayunar, ya que mi estómago está vacío.
Pido una tarta, café, pan con miel y yogurt líquido. Me siento en las últimas mesas y viene la amiga de Melany, cuyo nombre desconozco. Ella se sienta conmigo y comparte su cereal.
—Te encanta el dulce, por lo que veo —me comenta.
—Amante del dulce. Es inevitable —ella se ríe de mi comentario y sigue comiendo, sin dejar de mirarme.
—Me llamo Tay, supongo que no sabías mi nombre.
—Posiblemente. No es por mal, sólo que nunca habíamos hablado y no fuí caballero para preguntártelo.
Charlar con Tay me saca de mi estrés matutino, es muy agradable, se ríe de todo y compartimos la debilidad por el dulce. Ella me dice que su mamá desde siempre los ha preparado y por eso se volvió adicta. Me alegra conocerla, sin que Melany esté presente.
—Me gustaría ser algo en la vida. No sé hacer nada —le confieso.
—Eres bueno jugando fútbol.
—¡Gracias! —le respondo.
—No hay de qué. Me tengo que ir, debo conversar con la profesora de baile. Nos vemos luego, Robert.
Algo me dice que la invite a salir, pero no sé si me salga bien. Nunca lo he hecho, jamás se me ha ocurrido y ahora no sé por qué quiero hacerlo. Ella se va y me quedo solo, pensando en cómo decírselo. Esto es difícil. Sé que él estará feliz de que yo lo sea y si no lo volveré a ver, por lo menos quiero querer a una persona y volver a sonreir.
Me voy al campo de fútbol y me siento en la grama. Como he comido, debo esperar a hacer la digestión. Ya no tengo más clases y ésta es una práctica cerrada para el próximo juego. Nos enfrentaremos con el colegio que está cerca del nuestro y debemos ganarle para continuar invictos.
«Si tan sólo estuvieras aquí, estarías orgulloso de mí», pienso detenidamente viendo el campo completo.
—Eres muy graciosa Trey —escucho voces y cuando veo, mi hermana y la chica están sentadas en las gradas y desde aquí puedo escucharlas, ya que se hace eco y retumba en esta zona. Al menos ella, es feliz.
Pasa la hora y todo el equipo está en el campo esperando para reventarnos oficialmente el cuerpo. Nos ponen a dar veinte vueltas corriendo alrededor y como tengo la adrenalina a millón y ando muy activo, no me importa hacerlo.
—Tienes una admiradora por allá, Harris —me dice Stefan y cuando volteo, Tay está con dos chicas más. Al ver que la estoy mirando, me saluda con la mano—. Es demasiado bella. Tienes suerte, bro.
No sé si tengo suerte, no soy nada de ella y no sé si lo sea, pero admito que la chica es bella. Tiene un "no sé qué" que es único.
Al salir del entrenamiento, Trey me espera en el escarabajo. Tiene una cara de querer saber por qué demonios saludé a Tay y qué me traigo entre manos. La conozco. Sé cómo es ella y no se quedará tranquila hasta que se lo diga.
—Ay Robert, no sé qué pretendes con esa chica.
—No soy nada de ella.
—No sé, pero es bueno que le dejes claro que no te gusta.
—Puede que me guste.
Ella se sorprende al hacerle esa confesión y frunce el ceño.
—Blaide no desea eso.
—Él está con esa chica. Yo merezco ser feliz también. A él le sabe a mierda si estoy bien o no. ¡Se fue Trey!, ésa es la realidad. No puedo esperar todo el tiempo por él.
Las lágrimas corren por mis mejillas, mientras voy manejando. Cuando el semáforo se pone en rojo, me las seco.
—¡Tienes razón! ¡Lo siento! —se disculpa—. Nunca debí decir eso.
—¡No importa!