Azul

¿Quién?

¿Quién?

El profundo océano se refleja en mi vida, el pasado de mis entrañas contempla la diversidad de las nubes. Contemplo el amanecer con la firmeza de revivir viejos tiempos. Me dispongo a pensar en aquellos días tan azules, cuando el arcoiris reflejaba el encanto de la vida misma y la comparación de los matices en el cielo.

Sé que he tratado de distraerme, pero los recuerdos me consumen, aparecen en mi mente día a día. Es tan extraño y distante al mismo tiempo.

—Robert —es mi madre. Tiene meses que no me habla y la entiendo perfectamente, no quiero que tenga un mal embarazo—. ¿Estás bien?

Asiento con la cabeza, teniendo la mirada fija en el cielo.

—Robert —interrumpe Trey, pero al ver que mi madre está conmigo, retrocede—. Sólo venía a decirte algo.

—¡Dime!, ¿qué sucede?

—Sus padres acaban de fallecer. Les dio un paro cardíaco. Van a trasladar los cuerpos para acá, supongo que llegarán mañana.

—¡Dios mío! —exclama mi madre impactada con la noticia.

—Los chicos están muy tristes, quizás sería bueno ayudarlos un poco. Sé que no deseas hacerlo por Blaide, pero bueno sólo vine a decírtelo.

Asiento con la cabeza. Ellos fueron buenos conmigo en algún momento de la vida, pero en estos momentos no sé qué decir, si hablo puede que empiece a llorar. Es mejor entonces quedarse en silencio. Unos van, otros regresan, así es el ciclo de la vida.

—Lamento mucho lo que había dicho antes. Soy una mala madre —me dice mi mamá echándose la culpa.

—No estoy molesto contigo mamá.

Eso significa que la perdono. Ella me abraza y se retira porque debe acostarse. La barriga la tiene grande, no sé cuantas semanas tendrá. Ya nos enteraremos cuando el médico nos diga. Hasta los momentos sabemos que es un varón y que lo llamarán Justin.

Prendo el televisor y coloco un canal musical. Estoy acostado en la cama mirando la nada, tratando de comprender por qué todo sucede sin aviso. No sé cómo se sentirá Blaide en estos momentos. Quizás piense en mí como en sus hermanos. No lo sé. Conociéndolo, es un misterio, porque, así como puede llorar, puede quedarse quieto, mientras su mente está revuelta.

Trey aparece junto a los chicos, quienes tienen el rostro muy demacrado. Sé que ellos son rebeldes, pero padre es padre, madre es madre, y eso no lo quita nadie.

—Te pido que vayas, Robert. Sé que él te va a necesitar —me pide Bin.

—Él te necesita.

Asiento sin hablar, porque se me puede quebrar la voz. No quiero llorar ahorita, necesito pensar en frío y concentrarme en lo que haré cuando lo vea después de casi un año. Esto me va a volver loco, tengo que cuidarme, porque no deseo que me dé un desmayo.

En todo el día me pongo a hacer las tareas que tengo pendientes para el lunes y también a ayudar en la casa: podo el jardín, lavo el auto, limpio los vidrios, ordeno mi cuarto. Ya me siento como un elfo doméstico, no paro y me siento atado, aunque tenga calcetines que me hagan libre. Voy al ático a guardar unos libros y veo más recuerdos que invaden mi mente, aun así, me mantengo firme y decidido a no sentirme mal y bajo enseguida para comer junto a los demás.

Mi madre ha hecho comida para todos y planea ayudar en el funeral de los padres de Blaide, junto a sus familiares. No confío mucho en esa gente, porque son malos de sangre, crueles, de esos que les gusta ver a otros sufrir.

No sé si estoy nervioso porque voy a verlo, por su familia o por lo que pueda pasar en ese acto de tristeza. Todo es posible y, la verdad, es que estoy preparado físicamente, pero no mentalmente. Eso me aterra demasiado. Quisiera ser como los guerreros, que se levantan, se matan y siguen.

—No me digas que te gusta esa chica. Dame esperanzas, vale —oigo la voz de Bin que le ruega a Trey que no esté enamorada de la chica con la que estuvo la otra vez.

—No lo sé Bin.

—Al menos me das esperanzas.

Durante la cena, todos estamos en silencio. No hay mucho que decir, me da cosa con ellos y no desearía arruinarles más el momento. Termino de primero y me voy a mi cuarto, donde permanezco sin poder dormir. Tengo un nerviosismo profundo, las piernas me tiemblan, mis manos están agitadas y mi corazón impaciente porque va a sentir a su salvador.

¿Cómo reaccionará Blaide cuando me vea? ¿Qué pasará cuando nuestras miradas se crucen? ¿Usará el mismo perfume? ¿Lo voy a reconocer?

 




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