Black Market
—¿En serio la aceptó? —pregunta Trey en el almuerzo—. Esto no puede estar pasando.
—Nosotros no la aceptamos. Es que así la hubiese conocido antes que Robert, igual no la queremos. Esta mujer no sé qué busca con nuestro hermano y, sinceramente, es ridículo que se casen —opina Bin Raider—. No deseo que Blaide se case con ella y punto.
—Así se habla hermano. Debemos hacer justicia a este delito —su voz suena graciosa y Trey no para de reírse, pese a que es un tema que a mí me pone triste.
Ellos siguen hablando y yo me concentro en comer, para no llevar mi tristeza más allá, es suficiente con la depresión. Al culminar, mis padres entran a la sala y parecen estar muy felices. Mi madre ya debe estar a punto de dar a luz y, si no es así, entonces definitivamente es otra persona. Sonríe más y se deja querer. Creo que eso es lo que necesitamos.
—Cada vez cocinas mejor Trey —la felicita mi madre.
Tocan el timbre tres veces y ya por el olor del perfume sé quién es. Lo puedo reconocer hasta en la China. Mi padre abre la puerta y le da un abrazo a mi mejor amigo, luego saluda a la chica ésa y los invita a pasar.
Ella se queda viendo mi casa y frunce el ceño al verme. Yo desvío la mirada hacia los chicos y mi hermana, quienes están discutiendo qué canción colocar para cantarla con karaoke. Me siento en el mueble para contemplarlos y olvidar por un segundo que estoy triste.
—De acuerdo, coloca ésa.
—Hola Ro —me sobresalto enseguida y él sonríe. La chica se pega hacia él y qué fastidio de verdad—. Estás como las puestas del sol al amanecer.
No sé si es un cumplido, pero me agrada que me lo diga en frente de la estúpida esa.
—Ro, ¿podemos hablar afuera? Necesito pedirte algo —me pregunta Blaide—. Tú, te quedas aquí. ¡Ya regreso!
La chica no dice nada y asiente con la cabeza. Nosotros nos vamos al jardín, que ahora está más bonito que antes, gracias a que me he fajado.
Nos sentamos en el césped. Me siento nervioso, como si mi cuerpo supiera lo que él va a decir. No espero una noticia feliz, porque últimamente todo está muy mal.
—Necesito pedirte un enorme favor, porque para mí sería un honor —me dice en voz baja.
—¿Cuál favor? Sabes que hago lo que sea por ti, Blaide. Lo que sea —mi voz suena extraña, supongo que los nervios que tengo no son normales.
—Quiero que seas mi padrino de boda —dice con voz seria. Mi corazón explota, no de la emoción sino de la sorpresa—. Ro, sabes que te amo tanto, que no es necesario que te lo diga.
—¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Para qué te vas a casar con ella, si me amas a mí?
—No puedo responderte eso.
—¿Para qué quieres que sea tu padrino? ¡Dime!, ¡Respóndeme! No me interesa si me vas a herir, sólo quiero que seas sincero conmigo. Dime que no me amas y lo entenderé —alzo un poco la voz.
—Siempre pienso en ti, todo lo hago por ti, Ro. No tiene sentido que te responda eso, sabes perfectamente que te amo más que a mi propia vida, es sólo que ya le dije que sí y no sé cómo decirle ahora que no quiero. ¡NO SÉ COMO DECÍRSELO! ¡MALDITA SEA!
—¡DÍSELO! ¡A MI ME GRITAS Y A ELLA NO, BLAIDE JAMES RAIDER! ¡DÍSELO!
—NO TE GRITO, ROBERT. TE AMO DEMASIADO Y ESTO TAMBIÉN ME DUELE. TENGO MILLONES DE PERSONAS A MI ALREDEDOR ATOSIGÁNDOME Y VOLVIÉNDOME LOCO.
Nos calmamos, luego de los gritos. Supongo que todos están alertas con lo que puede ocurrir, no tengo el valor para golpearlo, aunque lo desee, porque su bello rostro lo respeto y no valdrá la pena. Esto es sólo producto del momento. Mi ritmo cardíaco se va poniendo normal.
—Perdóname —me dice en voz baja—. Estoy volviéndome loco Robert.
—Seré tu padrino Blaide —le respondo, sin hacer una escena dramática. Si eso es lo que desea, entonces será así. Sólo quiero que sea feliz y si quiere hacerles caso a esas personas por algún motivo que desconozco, supongo que su consciencia le dirá y tomará la decisión más adecuada después.
Blaide me abraza y sus lágrimas caen en mi camisa. No suele llorar, es muy raro, pero allí veo lo humano, lo real que es y sé que también sufre, es injusto para ambos. Dos personas que se aman deberían estar juntas, pero en nuestro caso ha sido complicado y no sabría interpretarlo de una manera positiva. Quizás algo estamos haciendo mal, quizás no estamos destinados a permanecer juntos y nuestro tiempo ya se acabó.
Quisiera decirle tantas cosas que no terminaría nunca y es preferible, por el momento, quedarme callado y soportar el dolor interior.
En la casa se respira un aire de felicidad impresionante, Trey y los chicos están cantando y gozando como si nada estuviera pasando. Quizás estén fingiendo, porque obviamente oyeron nuestros gritos. La chica está sentada en la esquina con el celular en la mano y sin mirar a ninguna parte.